Día 19 de Diciembre
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Jc. 13 ,2-7. 24-25: Anuncio del nacimiento de Sansón.
Es quizás el libro de los Jueces, que conceda más relieve a la acción del espíritu de
Yahvé (cfr. Jc. 3,10; 6,34; 11,29; 13,25). Y es precisamente en Sansón en quien
más se nota esta realidad, de ser guiado por el espíritu de Yahvé. Una lectura
superficial de sus aventuras, nos puede dar la impresión de ser extravagancias,
pero es precisamente, que el autor con ese lenguaje quiere dejar en claro la fuerza
de Dios en la vida de Sansón. Es un poseído por el espíritu. La pertenencia de los
israelitas a un pueblo los colocaba en una relación especial con su Dios. Dentro de
esta pertenencia encontramos grados de consagración: los nazir. Esta institución
dio origen al nazareato que estuvo vigente hasta el NT., San Pablo se encontraba
entre ellos (cfr. Hch.18,18). Eran los consagrados Dios, nazareato que podía ser de
por vida o temporal, Sansón está consagrado a Yahvé desde el vientre de su madre
(v.5). él comenzará a salvar a Israel de la mano de los filisteos. La efusión del
espíritu, ser nazareato, tenía una función salvífica. Gedeón se queja de pertenecer
al clan más pequeño
de la tribu de Manasés y de ser el último de la casa de su padre (cfr. Jc. 6,15). Será
la fuerza del espíritu de Yahvé, la que fortalecerá la vida de todos los Jueces. Esta
presencia del espíritu de Dios en la vida de Israel y en hombres insignes, viene a
evitar el orgullo de creer que con el sólo esfuerzo humano se libra de sus enemigos,
sino confirmar que la victoria viene del espíritu de Dios.
b.- Lc. 1, 5-25: Anuncio y nacimiento de Juan hijo de Zacarías.
El evangelio nos presenta, el anuncio y el nacimiento de Juan Bautista. Zacarías,
sacerdote del templo de Jerusalén, sirve en el templo de Jerusalén: le toca el turno
de quemar el incienso, en la oración de la tarde, se hacía sonar el cuerno, y salir
para bendecir al pueblo. Pero sucedió algo no habitual: se le aparece el ángel del
Señor y le anuncia que su oración ha sido escuchada: va a tener ser padre (v.13).
Se puede pensar que Dios escuchó un antiguo deseo del matrimonio, formado con
su mujer Isabel; ambos entrados en años y ella, estéril. También se puede
interpretar, que su petición es de tipo salvífica para el pueblo. La verdad, es que
ambas realidades, se dan en este niño que nacerá, puesto que será una alegría
para el matrimonio de Zacarías e Israel (v.14). Pero el sacerdote no cree lo que se
le anuncia, contando sólo con sus posibilidades; exige pruebas, que por cierto, no
se le conceden (cfr. Gn. 15, 8; Lc. 1, 34). Como hombre versado en la Escritura,
debería haber comprendido el mensaje divino, María de Nazaret es una
adolescente, y como Abrahán, el primero al que hablaba Yahvé en esos términos,
por ello, también exige pruebas (cfr. Lc. 1,34; Gn. 15,8). Pero el plan de Dios, no
se detiene por las dudas de Zacarías, porque el mismo, se convierte en signo de su
plan de salvación, el ángel lo deja mudo, castigo y secreto, que guarda esa mudez
hasta que se cumpla lo anunciado (v. 20). El pueblo espera afuera inquieto,
contempla a Zacarías, que es incapaz de pronunciar la bendición (cfr. Nm. 6, 22-
27). La importancia del ángel, está en el mensaje que comunica, es el primero del
evangelio que se comunica a un hombre, es la Buena Nueva que llega a Zacarías, y
en la identificación que hace de sí mismo: es Gabriel, protagonista del libro de
Daniel (cfr. Dn. 9). Le da razones para tranquilizarlo con esta visión, que no es
producto de su imaginación. Le anuncia que será padre de un niño, le impone el
nombre de parte de Dios, se llamará Juan, que significa, “Yahvé ha sido generoso o
será grande a los ojos del Se￱or” (v.13), se lo confirmará con el testimonio que
dará a lo largo de su existir, y la creencia popular de los judíos, que el nombre
influía en la persona que lo recibía. Si bien, el nombre lo colocaba el padre, que lo
haga Dios, viene a significar, que aquel niño va a ser grande dentro de su plan de
salvación. Su concepción en el seno de su madre Isabel, será motivo de gozo no
sólo para ellos, como para todo Israel (v.14). El ángel detalla la figura y misión de
este ni￱o: “Será grande ante el Se￱or; no beberá vino ni licor; estará lleno de
Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les
convertirá al Señor su Dios, e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías,
para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la
prudencia de los justos, para preparar al Se￱or un pueblo bien dispuesto.” (vv. 15-
17). La mujer de Zacarías, Isabel, era de la familia de Aarón, lo que da al hijo que
va nacer un doble linaje sacerdotal. A ella no se le pide el consentimiento para ser
madre, sino que se le anuncia un hecho consumado, agradece el gesto de Dios,
pues borraba su oprobio. Juan, el niño que va a nacer de manera prodigiosa, se
asemeja a Isaac y Samuel, su nombre describe que será un favorecido de Dios: “El
Se￱or muestra su favor”, no s￳lo a su padre y a Israel, sino que también a su
propia persona. Convertirá a muchos israelitas a Yahvé, con la fuerza del Espíritu
Santo; caminará con el poder de Elías, delante de Yahvé (cfr. Mt. 11, 14; Mal. 3,
23; Gn.18, 9-15; 1Sam. 1,9-19). Si Israel se convierte por la predicación de Juan,
se salvará y evitará la maldición, es decir, su misión consistirá en fortalecer las
buenas relaciones entre Dios y los hombres, también entre los israelitas. Su
palabra llegará a todos los rebeldes e insatisfechos, como también a los justos,
ambos son llamados a la conversión, para convertirse en un pueblo bien dispuesto
para Dios. Ante el vino nuevo del evangelio que traerá Jesús, será una exigencia
para Israel, renovar los viejos odres de sus mentes y estructuras: esta es la misión
exclusiva de este niño, Juan, que orientará su destino y existencia hacia Cristo
Jesús, el Mesías, el Salvador.
Sor Isabel de la Trinidad escribe con motivo de la Navidad: “¡No vivo yo, El vive en
mí,/ ¡Oh esto es ya la visión!./ La visión que nunca se borra/ mientras dura la vida de
fe./ Viene a revelar el misterio,/ a enseñar los secretos del Padre,/ a llevar de claridad
en claridad/ hasta el seno de la Trinidad.” (Poesía 75).