18 de Diciembre
“Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un Hijo”
I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de Jeremías 23,5-8:
«Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que suscitaré a David un vástago
legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus
días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: "El-
Señor-nuestra-justicia". Por eso, mirad que llegan días –oráculo del Señor– en
que no se dirá: "Vive el Señor, que sacó a los israelitas de Egipto", sino que se
dirá: "Vive el Señor, que sacó a la raza de Israel del país del Norte y de los
países adonde los expulsó, y los trajo para que habitaran en sus campos."»
al 71,1-2.12-13.18-19 R/. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde
eternamente
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén! R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,18-24:
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba
desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo
por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería
denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta
resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo
de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que
hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por
nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el
Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre
Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se
llevó a casa a su mujer.
II. Oramos con la Palabra
No hay oración para este día.
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
En esta feria privilegiada, cuya misión es acercarnos con seguridad al misterio
de Navidad, escuchamos al profeta Jeremías y, luego, un fragmento de uno de
los evangelios de la infancia, en los que los evangelistas nos relatan hechos que
no conocieron personalmente, pero que llegaron a ellos por los testigos oculares
de aquellos hechos.
Jeremías insistirá en la inminencia del misterio: “Mirad que vienen días”, en que
todo esto que veis será distinto, porque “suscitaré a David un Germen Justo,
totalmente distinto de la decadencia a la que ha llegado la descendencia
davídica. Y ya no habrá injusticias, ni idolatrías ni carencias y pecados
personales. “Porque vienen días en que nacerá un verdadero rey” que nos
liberará y salvará.
San Mateo, en el Evangelio, nos narra el “pr￳logo” a lo que va a suceder
exactamente dentro de una semana, señalando cómo Jesús, al nacer como
nació, cumplió todas las promesas sobre el Mesías, uniendo así ambos
Testamentos.
El Espíritu y la acogida de María
“María, su madre, estando desposada con José, antes que hubiesen vivido
juntos, se hall￳ que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo”.
Hasta Navidad, María va a estar en el centro de todas las celebraciones
litúrgicas. Y no sólo María, sino el Padre, organizándolo todo; el Hijo, presente
ya en su seno, y el Espíritu Santo interviniendo de forma misteriosa, pero real,
en la pareja. Se trata de una redacción teológica para indicar el papel divino en
la vida y misión de María.
Es Dios quien prepara a María para que ésta le “prepare” a él. Adviento es el
mejor momento para hacer hincapié en esta actitud de María, toda disponibilidad
y acogida. Sin ella, no hubiera sido posible que “que el Se￱or hubiera mirado la
humillación de su esclava, para auxiliar a Israel y al mundo entero”. Pero, María
estaba preparada y pronunci￳ el “hágase en mí según tu palabra” con la
sencillez de quien sólo cumplía la voluntad de Dios.
La acogida de María fue personal, firme y radical; sin fisuras ni medias tintas. Y
no porque entendiera todo lo que se le proponía, sino porque se lo proponía
Dios. Acogida no de un momento sino de por vida.
El ángel y la acogida de José
José “que era bueno” aprendi￳ de María a fiarse de Dios, aunque no lo
entendiera siempre. Porque su esposa María también era buena, y también tenía
que guardar en su corazón lo que no entendía de su Hijo y de su Dios.
“José, hijo de David, no temas…” Lo mismo que otro ángel le había dicho a
María: “No temas, María”. A Dios no le gusta el miedo. Y no ya que le temamos
a él, no le gusta que vivamos bajo el miedo y temor, propio de los esclavos.
Nosotros somos hijos. Por eso, no temas, María, José, Antonio, Isabel… Aunque
pienso que lo único que temía el bueno de José era ocupar el puesto que no le
correspondía en aquella familia en ciernes. José no desconfió nunca de Dios ni
de María. Otra cosa es que lo entendiera o que las cosas transcurrieran según
los derroteros que él se había prefijado.
Pero, una vez que Dios se manifiesta por medio del ángel, José, por bueno, por
justo, acoge la voluntad de Dios, la secunda con prontitud y entereza, y, lo más
importante, “se llev￳ a casa a María, su mujer”, y, con María, a Jesús. Lo demás
pertenece al corazón, al corazón de una Virgen Inmaculada, de un hombre justo,
bueno y santo, y del mismo Hijo de Dios.
Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
Con permiso de dominicos.org