Lectio Divina: 4º Domingo de Adviento, Ciclo C
Autor: P. Chuno, C.M.
LA PALABRA HOY: Miqueas 5,1-4; Salmo 79; Hebreos 10,5-10; Lucas 1,39-45
Ambientación: Pesebre vacío, sobre el que se pone una biblia abierta. Al lado una
imagen de la Virgen (la del nacimiento). 4 cirios con la frase: ¿Qué tenemos que
hacer?
Cantos sugeridos: Santa María de la Esperanza; La Virgen sueña caminos
Ambientación
El último domingo de Adviento tiene ya el sabor de la Navidad. Por eso las lecturas
de hoy van situándonos en el escenario de los hechos, nos presentan a los
protagonistas y nos ayudan a descubrir el sentido profundo de lo que vamos a
celebrar pronto. Todos parecen estar preparados: Belén de Judá, María la
creyente… y sobre todo Jesús, que entra en este mundo dispuesto a hacer la
voluntad del Padre para que su salvación nos visite y se quede para siempre con
nosotros.
Oración inicial
Niño Dios, Tú que llenaste de Espíritu Santo
a Isabel e hiciste que Juan saltara en su seno,
y ahí ella reconoció a tu Madre,
como la bendita entre todas las mujeres,
porque te llevaba a ti,
el Dios vivo y verdadero hecho hombre
y eras Tú el que la inundabas
con tu presencia y tu amor.
Niño Dios, ahora que estamos preparándonos
a tu nacimiento, concédenos también a nosotros la gracia de tu Espíritu Santo,
para que sepamos reconocer y valorar
lo que significa celebrar
el hecho de que Tú el Dios vivo,
te hayas hecho uno de nosotros,
naciendo de una mujer virgen
para unirnos a ti y darnos vida en ti.
Que así sea.
I. Lectio: ¿Qué dice el texto? – Lucas 1,39-45
Motivación: La visita de María a Isabel es un encuentro en el que el Espíritu de
Dios se hace presente en la casa.
Inspirada por este Espíritu, Isabel confiesa la maternidad divina de María y ésta
proclama la grandeza del Señor que se ha fijado en la pequeñez de su esclava.
Juan, el hijo de Isabel todavía en su seno, es el testigo gozoso de Jesús.
Escuchemos.
Forma de leerlo:
Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención
(sentados).
Preguntas para la lectura:
¿Dónde se desarrolla esta escena? ¿Qué personajes aparecen en el relato?
¿Qué razones tiene María para ir a ver a Isabel? ¿Con qué actitud realiza el viaje?
¿Qué provoca en Isabel el saludo de María? ¿Qué dice de María cuando la recibe en
su casa? ¿Y qué dice del niño que lleva en su seno?
¿Cómo reacciona el niño Juan ante la visita de María?
¿Por qué Isabel llama dichosa a María?
Otros textos bíblicos para confrontar: Jueces 1,15; Judit 13,20; Jn 20,29.
II. Meditatio: ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: María es figura imprescindible del Adviento. El evangelio de hoy nos la
presentado como modelo de creyentes, como portadora de buenas noticias, como
mensajera de alegría. Gracias a ella Jesús realizó su primer viaje misionero. Gracias
a ella nos ha visitado la Salvación. Ojalá sepamos acogerla en nuestra vida y
comunicarla a los demás.
Isabel felicita a María porque ha creído. ¿Te sientes feliz de ser creyente? ¿En qué
aspectos la fe de María puede ser modelo para tu fe?
El Niño empezó a dar saltos de alegría. ¿En qué momentos de nuestra vida hemos
experimentado la alegría de sentirnos visitados por el Señor?
María se puso en camino y fue deprisa a la montaña. ¿Tenemos esa disponibilidad
en nuestro compromiso cristiano?
Uno no puede dar lo que no tiene. ¿Qué guardo en mi corazón (cosas positivas y
negativas)? ¿Qué dejo en los demás cuando se encuentran conmigo?
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra
reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.
III. Oratio: ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: María, la creyente, ora con nosotros. Junto a ella nos sentimos
visitados por el Señor. Pidamos al Padre que nos prepare para recibir a su Hijo
Jesús con alegría y disponibilidad.
Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra
oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o
la súplica confiada.
Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo
(Salmo 79).
IV. Contemplatio: ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: San Vicente nos anima a contemplar a María, como mujer de fe y de
servicio, imitando su vida ejemplar. A las Hijas de la Caridad les dice:
La Providencia ha permitido que la primera palabra de sus reglas sea de esta
manera: “La Compa￱ía de las Hijas de la Caridad se ha fundado para amar a Dios,
servirle y honrar a Nuestro Se￱or, su due￱o, y a la santísima Virgen”. ¿Y c￳mo le
honrarán ustedes? Su regla lo indica haciéndoles conocer el plan de Dios en su
fundaci￳n: “Para servir a los pobres enfermos corporalmente, administrándoles
todo lo que les es necesario; y espiritualmente, procurando que vivan y mueran en
buen estado”… De esta forma, su prop￳sito, al venir a la Caridad, tiene que ser
puramente por el amor y el gusto de Dios; mientras estén en ella, todas sus
acciones tienen que tender a este mismo amor.
El medio principal y más seguro para adquirir este amor, es pedírselo a Dios, con
gran deseo de obtenerlo. ¿De qué les serviría llevar una sopa, un remedio, a los
pobres, si el motivo de esta acción no fuera el amor? Ese era el motivo de todas las
acciones de la santísima Virgen y de las buenas mujeres que servían a los pobres,
bajo la dirección de nuestra Señora y de los ap￳stoles.” (IX,38)
Compromiso:
Viendo que la fe, la debemos transmitir y testimoniar, en estos días previos a la
Navidad, ¿a quiénes debo salir a buscar y servir apresuradamente como lo hizo
María, para acercarlos al Señor?
Oración final
Hoy, Señor, te bendecimos con María, la madre de Jesús, porque colmas el gozo de
los pobres y humildes con tu venida.
Pero reconocemos que nuestra fe es pequeña e inmadura: no sabemos creer con
firmeza, estabilidad y equilibrio, pues no aguantamos la adversidad ni te alabamos
en la bonanza.
Para un fiel seguimiento de Cristo, concédenos, Señor, asimilar el ejemplo de María
de Nazaret, la mujer creyente, la primera cristiana, la que creyó en ti en todo
tiempo, para que, caminando firmes en la peregrinación de la fe, seamos capaces
de repetir con Cristo y con María:
Padre, hágase siempre tu voluntad en nuestra vida. Amén.
Con permiso de somos.vicencianos.org