NAVIDAD. MISA DE NOCHEBUENA
NOCHEBUENA: VOZ DE UN ÁNGEL
Padre Pedrojosé Ynaraja
“Existo en la Eternidad. En esta situaci￳n, no hay pasado ni futuro, todo es actual.
Mi Señor Dios ha querido que alguien en esta situación, libre del espacio y del
tiempo, se presente a vosotros. Tiene Él planes de Amor y misterio, que no
enigmas. Me ha llamado y me ha dicho: aquí tienes un guion escrito. Revístete de
hombre histórico, léeselo. Ellos lo conocen a su manera, trata tú de explicarles
nociones y consecuencias, de acuerdo con lo que en la actualidad estás sintiendo.
La tarea es difícil, te ayudaré. Pero es desde tu finitud que podrás entrar en
contacto con su realidad limitada en la historia. La tuya es en la Eternidad. Hijo,
que fue llamado Jesús, ya lo vivió, tal vez ellos lo ignoran, lo han olvidado o lo
quieran desconocer. Espíritu Santo, que recibe las oraciones de los contemplativos,
te alentará. Padre, que me fijo en los ardides de los misioneros y en la generosidad
de los altruistas que sirven en los voluntariados, me tendrás al lado. Ten presente
que no debes tener miedo. Diles lo que aquí vives. Anímalos. Que lo que
comentarás deseo que les devuelva la ingenuidad, la inocencia, la austeridad y la
humildad. Que la historia de Hijo, y tus observaciones, les sirvan para ser felices.
Tengo el guion del que os hablaba en mis manos, os lo leo en voz alta. Cambiaré el
tono de mi voz cuando se trate de observaciones que traten de actualizar las
enseñanzas de la historia, eso es profecía, a eso vengo.
Tal vez creáis que se trata de una aparición. Estar en la Eternidad y pasar a la
realidad dimensional, parecería una encerrona. Tratándose de un deseo del Señor
mi Dios, es encantadora misi￳n”.
SÍ NOCHE BUENA
-Si quieres puedo cuidarme del borrico… dijo el chaval tímidamente
-¿Quién eres? ¿De dónde has salido tú? Le dijo Ella
-Es que mi madre me ha dicho que no te moleste, ni a tu hijo tampoco… pero del
burro no me ha dicho nada…
-¿Quién eres tú? ¿De dónde has salido?, volvió a repetirle.
-Es que si te contesto y hablo, mi madre se va a enfadar y me re￱irá…
-Sí, la verdad es que estoy rendida, pero no importa, dímelo.
-Mi madre es aquella mujer que vino porque tu marido la fue a buscar. Ibas a tener
un hijo y él no sabía que tenía que hacer… Pero al final no la necesitaste. Bueno, un
poco sí. Estuvo lavando al Niño y dijo también que te había ayudado a vestirlo.
También vino con ella otra comadrona… que te importuno, pero tú no te
enfadaste…
-Está bien. ¿Cómo te llamas? Contéstame, no te preocupes que si viene tu mamá
ya le diré que soy yo quien ha querido hablar contigo. Sí, tenía razón. El viaje me
dejó molida. Temía el momento del nacimiento, lo deseaba mucho también. La
misma ilusión con que lo esperaba, no dejaba de inquietarme. Era un manojo de
nervios, pero, te he de ser sincera, dar a luz fue mucho más fácil de lo que
pensaba.
-¿Por eso no necesitaste la ayuda de mi madre?
-Todavía no me has dicho tu nombre, le contestó evasiva. Si no me lo dices no
sabré como llamarte, caso de que necesite tu ayuda.
-Me llamo Mateo. ¿Sabes? Tampoco nosotros somos de aquí, pero tenemos mucha
familia y llevamos muchos días esperando que nos toque el turno. Yo me aburro.
¿No quieres que saque al burro a pasear? Él no ha tenido un hijo y ya estará harto
del encierro. Lo puedo llevar a casa de mi tío, que es de aquí, vive muy cerca y le
dará cebada.
-Bueno, pero ¿te puedes quedar un rato hasta que venga José?… a lo mejor te
necesito…
-¿De verdad no te molesto…?
-¡Qué va! me gusta tu compañía ¿De dónde eres? ¿Cuántos años tienes?
-De muy lejos, allá por el norte. Cuando sea mayor quiero aprender a escribir. Mira,
este que entra debe de ser tu marido, me voy.
-Espera un momento. José, fíjate en este chiquillo, me está haciendo compañía y se
va a cuidar del asno.
-¿Y de dónde ha salido este renacuajo?
-No te enfades conmigo, es que no sabía qué hacer, me aburría y mi madre, la que
tú fuiste a buscar anoche, me ha contado que tú viniste a casa en busca de ayuda.
-¿Así tú eres hijo de …
-Salomé, la que vino con Zelomí y lavaron al Niño, porque a ti te daba un no sé qué
hacerlo y creías que le podías hacer daño. Pero ya me voy, que mi madre me reñirá
si sabe que he estado tanto rato aquí. Que la paz del Señor os acompañe.
-La paz también contigo, le dijo José.
-Espera un momento, dijo María, dame un beso.
(enrojeció el chiquillo, pero se acercó feliz)
-¿Y me das permiso para que le dé también un beso a tu Hijo y luego me lleve el
burro a casa?
-Sí, sí, le dijo María sonriendo, pese a que ya no se aguantaba.
(Detuvo el ángel la lectura y añadió: Navidad es sencillez dentro del esfuerzo. Sin
boato, sin alborotos. Cada uno de vosotros debe situarse en el lugar del personajillo
Mateo y preguntarse esta noche: ¿Qué hubiera hecho yo en su lugar? ¿Qué me toca
hacer ahora a mí?.
Lo de las comadronas es una tradición del mismo Belén. Siempre aparecen en los
iconos. Quien los contempla, aprende que Hijo fue autentico hombre, que necesitó
ayudas y cuidados desde el primer día, que respondió, cuando se hizo mayor,
enseñando a vivir, haciendo el bien, aceptando la muerte…)
(Continuará)