II V IERNES DE A DVIENTO
T IEMPO DE BUSCAR LA VERDAD
“Si hubieras atendido a mis mandatos,
seria tu paz como un río” (Is 48, 17-19).
“Dichoso el hombre que no sigue el
consejo de los impíos” (Sal 1)
M EDITACIÓN
¡Qué fácil es volver la espalda a lo que
es incómodo o exige un cambio de actitud!
Una reacción frecuente para justificar la resistencia es resaltar alguna circunstancia
negativa que dé razón para evadir lo que resulta exigente, pues de lo contrario, afectaría
nuestra conducta.
En cambio, si se permanece abierto, sin prejuicios, receptivo ante la verdad del
otro, el enriquecimiento, la achura interior y la convivencia serían un fruto gozoso.
Además, la capacitación por la novedad aceptada redundaría en un mayor equipamiento
para el crecimiento y la madurez personal.
Si la apertura dispone a recibir la verdad que ofrece la Palabra, si no se es
refractario a su consejo, ni se evade su impacto con argumentos defensivos, la promesa
es el crecimiento de la paz interior, como un río, y la mayor felicidad posible.
En Adviento se nos anuncia la verdad más grande, la que nos da noticia de nuestra
identidad más plena. El Evangelio de este día describe la evasión posible frente al
anuncio, con lo que se denuncia una actitud obcecada que conduce al inmovilismo, y a
la propia pobreza de miras.
Quien se acerca a la verdad de Dios es como el árbol junto a la corriente, que no
se seca, aun en tiempo de estío, y da fruto abundante en santidad y en fecundidad.
Es fácil escandalizarse ante la postura endogámica que representa la narración del
Evangelio, cuando impera la hipercrítica. Mas habrá que permanecer atento, por si en
nuestra mente y en nuestro corazón anidan movimientos semejantes.
S ÚPLICA
“Señor, sé Tú mi luz”.
A LA LUZ DE LA P ALABRA
¿Te defiendes frente a los modos de pensar de los demás?
¿Reaccionas criticando?
¿Tienes la experiencia del enriquecimiento que supone la suma del modo de ser de
los otros?
¿En qué sientes que ha sido afectado tu modo de pensar ante el encuentro con el
mensaje revelado por Dios?