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Día litúrgico: Feria privilegiada de Adviento: 22 de Diciembre
Texto del Evangelio ( Lc 1,46-56): En aquel tiempo, dijo María: «Engrandece mi
alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos
en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me
llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso
(…)ᄏ.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
El pecado original: la libertad humana teme a la grandeza de Dios
Hoy, María desea que Dios sea grande en el mundo. No tiene miedo de que Dios
con su grandeza pueda quitarnos algo de nuestra libertad: si Dios es grande,
también nosotros somos grandes. El hecho de que nuestros primeros padres
pensaran lo contrario fue el núcleo del pecado original.
Temían que, si Dios era demasiado grande, quitara algo a su vida. Pensaban que
debían apartar a Dios para tener espacio para ellos mismos. Esta ha sido también la
gran tentación de la época moderna, de los últimos tres o cuatro siglos. Pero
cuando Dios desaparece, el hombre no llega a ser más grande; al contrario, pierde
la dignidad divina, pierde el esplendor de Dios en su rostro. Al final se convierte
sólo en el producto de una evolución ciega, del que se puede usar y abusar. Eso es
precisamente lo que ha confirmado la experiencia de nuestra época.
—Apliquemos esto a nuestra vida. Es importante que Dios sea grande entre
nosotros, en la vida pública y en la privada.
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