EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Cuarto Domingo de Adviento C
Libro de Miqueas 5,1-4.
Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que
debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un tiempo
inmemorial.
Por eso, el Señor los abandonará hasta el momento en que dé a luz la que debe ser
madre; entonces el resto de sus hermanos volverá junto a los israelitas.
El se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad
del nombre del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque él será grande
hasta los confines de la tierra.
¡Y él mismo será la paz! Si Asiria invade nuestro país y pisa nuestros palacios, le
opondremos siete pastores y ocho príncipes del pueblo:
Salmo 80(79),2ac.3b.15-16.18-19.
Escucha, Pastor de Israel,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que tienes el trono sobre los querubines,
resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés;
reafirma tu poder y ven a salvarnos.
Vuélvete, Señor de los ejércitos,
observa desde el cielo y mira:
ven a visitar tu vid,
la cepa que plantó tu mano,
el retoño que tú hiciste vigoroso.
Que tu mano sostenga al que está a tu derecha,
al hombre que tú fortaleciste,
y nunca nos apartaremos de ti:
devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.
Carta a los Hebreos 10,5-10.
Por eso, Cristo, al entrar en el mundo, dijo: Tú no has querido sacrificio ni oblación;
en cambio, me has dado un cuerpo.
No has mirado con agrado los holocaustos ni los sacrificios expiatorios.
Entonces dije: Aquí estoy, yo vengo -como está escrito de mí en el libro de la Ley-
para hacer, Dios, tu voluntad.
El comienza diciendo: Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios,
los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la
Ley.
Y luego añade: Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad. Así declara abolido el
primer régimen para establecer el segundo.
Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados pro la oblación del cuerpo de
Jesucristo, hecha de una vez para siempre .
Evangelio según San Lucas 1,39-45.
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel,
llena del Espíritu Santo,
exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del
Señor".
Comentario del Evangelio por:
Beato Guerrico de Igny (c 1080-1157), abad cisterciense
Sermón 2ª para el Adviento, §1-2; SC 166
“Mirad a mi amado como viene saltando por los montes, brincando por las
colinas.” (Cant 2,8)
“Ya viene el Rey, corramos al encuentro de nuestro Salvador” (liturgia de
Adviento). Con raz￳n dijo Salom￳n: “Agua fresca en garganta sedienta, la buena
noticia de tierra lejana.” (Prov 25,25) Sí, es una buena noticia la que anuncia la
llegada del Salvador, la reconciliación del mundo, los bienes del mundo futuro. “Qué
hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae
la buena nueva”. (Is 52,7)...
Estas noticias son agua refrescante y bebida de sabiduría saludable para el alma
sedienta de Dios. En verdad, aquel que anuncia la llegada del Señor o sus misterios
nos da a beber. “Sacaréis agua con gozo de las fuentes del Salvador”. (Is 12,3)
También a aquel que trae este anuncio... el alma le responde con las palabras de
Isabel que había bebido del mismo Espíritu: “¿C￳mo es posible que la Madre de mi
Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño empezó a dar
saltos de alegría en mi seno.” (Lc 1,43) saltando de gozo por ir al encuentro del
Señor.
En verdad, hermanos míos, hay que ir al encuentro de Cristo que viene saltando
de gozo y de entusiasmo... “Salud de mi rostro, Dios mío.” (Sal 42,5) En tu
condescendencia saludas a tus siervos y los salvas. .. No únicamente por las
palabras de paz, sino por el beso de paz. Tú te unes a nuestra carne, tú nos salvas
por tu muerte en la cruz. Que nuestro espíritu exulte, pues, con alegría
desbordante, que corra al encuentro del Señor que viene de lejos, aclamándole con
estas palabras: “Cúrame, Se￱or, y quedaré curado, sálvame, y quedaré a salvo,
pues a ti se dirige mi alabanza” (Jr 17,14); “Bendito el que viene en nombre del
Se￱or.” (Sal 117,25-26)
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”