Comentario al evangelio del Jueves 27 de Diciembre del 2012
“Esta Palabra se hizo carne para que pudiera ser tocada con las manos” ( San Agustín, oficio de
lectura )
Como decíamos ayer, hoy la Iglesia nos propone celebrar a San Juan, apóstol y evangelista.
Celebramos al amigo fiel que recostó su cabeza sobre el pecho de Jesús en la Última Cena… y si se
cuenta de aquella vez, seguramente lo había hecho otras veces antes. ¿No? Es el amigo de Jesús, el
joven e impulsivo que adelanta a Pedro en su carrera hacia el sepulcro vacío. Es el amante de los
símbolos y la belleza. Es el evangelio de la Palabra hecha carne. Es el seguidor del Amor, por amor.
No es poesía. ¡Es cierto! Porque también es el que fue capaz de intuir que en la Cruz está ya la Gloria.
El evangelio de Juan no hace ninguna alusión a la infancia y nacimiento de Jesús en Belén, pero nos
habla del “principio” con tal fuerza y convencimiento que no puede dejar de unirlo a la vivencia
personal aquí y ahora: lo hemos visto con nuestros ojos y lo hemos tocado con nuestras manos, ¡y por
eso podemos anunciarlo!
Si la Palabra eterna, inmutable, origen de cuanto existe, se hizo carne para poder ser tocada con las
manos, y es algo reservado a quienes vivieron históricamente con Jesús, ¿qué sentido tiene seguir
proclamándolo hoy y orando con ello! Sin duda, se nos está queriendo decir algo más. Tú y yo también
podemos tocar con las manos la Palabra hecha carne. ¡Qué belleza y qué increíble Misterio! La primera
lectura de hoy termina afirmándolo con claridad: “os digo esto para que nuestra alegría sea completa”.
Y el salmo lo confirma: ¡alegraos!
Quizá no haya tanta diferencia entre contemplar la escena de la Resurrección que hoy nos propone la
Iglesia y la escena de Belén que estos días nos rodea por todos lados. Juan vio las vendas en el suelo y
creyó. Los pastores vieron un niño en un pesebre y creyeron. Ver y creer. Esta puede ser hoy nuestra
llamada y misión. En la carne, en lo que oculta la Palabra y donde la Palabra quiso habitar para
siempre, ahí el amor no espera. Quiere que lo toquemos y creamos. Que viendo, creamos. Que
creyendo, amemos.
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana