Comentario al evangelio del Viernes 28 de Diciembre del 2012
“Ni el dolor de las madres que gimen, ni el lamento de los padres por la muerte de sus hijos, ni los
quejidos y los gemidos de los niños te hacen desistir de tu propósito. Matas el cuerpo de los niños,
porque el temor te ha matado a ti el corazón” (De los sermones de san Quodvultdeus, obispo. Oficio
de lectura)
La Iglesia nos invita hoy a celebrar la fiesta de los santos inocentes, mártires. Realmente, si lo
pensamos en frío, es una historia espeluznante. Peor aún es constatar que en la historia de la
humanidad, se repite con demasiada frecuencia la escena. Y con demasiada frecuencia ni el dolor ajeno
ni los lamentos del prójimo nos hacen desistir de nuestros propósitos. Y vamos por ahí “matando” vida
porque el miedo nos ha matado a nosotros el corazón. La frase también es sobrecogedora. Ni tú ni yo
hemos organizado una matanza y menos de niños, verdad? Por desgracia, no hace muchos días que las
noticias nos conmovieron al contar la muerte gratuita y cruel de 20 niños y 6 adultos que intentaron
protegerles.
Dice el evangelio que Herodes “se sintió burlado por los magos y montó en cólera”. “¿Qué temes,
Herodes, al oír que ha nacido un Rey? Él no ha venido para expulsarte a ti, sino para vencer al
Maligno” Los miedos son malos consejeros siempre. El temor nos pone en guardia, distorsiona nuestra
mirada y hace ver enemigos donde solo hay niños recién nacidos. A veces, los buenos se convierten en
una amenaza para nuestros privilegios, maldades o tibiezas. Podemos llegar a temer al mismo Bien, a
Dios, porque no acabamos de creernos que está de nuestra parte; no acabamos de querer que venza
ciertos “males” que nos habitan, sobre todo si de ellos saco yo algún bien no confesable.
¿Cuánto mal y dolor somos capaces de generar para defendernos de quien sentimos como una amenaza
para nuestros caprichos, apegos y poderes? ¿Cuánto somos capaces de arriesgar, como los magos, para
proteger a la Vida, al Bien, aún sabiendo que podemos hacer enfadar al Herodes de turno? ¿Cuántas
veces estamos llamados a dar la vida y testimoniar en silencio a Cristo, como estos pequeños mártires
inocentes?
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana