Ciclo C. IV Domingo de Adviento
Julio César Villalobos, C.M.
Ponerse en camino, como María
Eran unos siente jóvenes aproximadamente que se pusieron en camino a un lugar
de misión de la selva peruana. Llevaban en su pecho, la alegría de un Jesús vivo;
en sus labios, palabras que brotaban del corazón enamorado de Jesús; en su
corazón, el amor ardiente por hacer que los pobres que iban a encontrarse puedan
tener a Jesús; en sus manos, el calor fraterno. Al llegar a ese lugar, después de
caminar por cerros, pasar ríos y riachuelos, soportando la incomodidad del camino,
les recibieron un grupo de niños y niñas que con sus padres les abrieron sus brazos
para darles la bienvenida.
¿Te has puesto a pensar cuán valioso es el gesto de ponerse en camino? El texto
del evangelio de hoy domingo, nos presenta la figura de María Santísima que “se
puso en camino y fue a prisa a la monta￱a” (Lc.1,39-45). Ponerse en camino
implicará salir del lugar donde se está y dejarlo. Esto significa que la persona deja
todo: casa, ilusiones, trabajo, proyectos, etc. Con una única finalidad: llegar al
lugar señalado.
Adviento es un tiempo para ponerse en camino dejando: miedos, tristezas,
desesperanzas, para tener la libertad del Espíritu y dejarse llevar por donde Dios le
mande.
María tenía un propósito: visitar a su prima Isabel. ¿Saben qué provoca este
encuentro? Gozo: “En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su
vientre”. Aquellos j￳venes de la historia tuvieron el prop￳sito de encontrarse con los
más pobres de aquella comunidad de la selva peruana, y Dios a través de ellos
provocó en los niños y sus padres: el gozo de verles, el gozo de saber que ellos les
iban a hablar de Dios. Llenarse de Dios: “Se llen￳ Isabel del Espíritu Santo”. ¿Tanto
puede Dios? Pues sí, eso y mucho más. Isabel por tanto, ante la visita de María
Santísima se llenó de Dios. Adviento es un tiempo para llenarse de Dios.
Reconocimiento de la Virgen como Madre del Salvador: “Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”. Adviento es un tiempo para reconocer
que María nos trae la Salvaci￳n encarnada, que es Jesús mismo: “¿Quién soy yo
para que me visite la Madre de mi Se￱or?”. Reconocimiento de las promesas
mesiánicas: “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Se￱or se
cumplirá”. En María se cumplen las promesas mesiánicas, las promesas salvadoras,
porque Dios siempre está con ella.
Qué bueno es tener a puertas de celebrar la navidad la figura de María Santísima,
la mujer del adviento. Porque su vida misma fue una constante apertura para las
cosas de Dios.
Tenemos, en este tiempo de adviento varios retos: abrirnos como María Santísima,
para las cosas de Dios; ponerse en camino, para llevar el gozo de un Jesús que
viene a salvar, para que todos se llenen de Él y para que reconozcan que en María
Santísima Dios puso su mirada para que nos regale a su hijo Jesús salvador del
mundo.
¿Cuánta gente habrá bendecido María Santísima cuando estaba camino a
encontrarse con Isabel?, ¿saben que María Santísima celebró la primera procesión
del Corpus Christi? Ahora entendemos por qué María Santísima es signo de
bendición, porque llevó en su seno al autor de esa bendición.
¿Aceptamos el reto de ponernos, como María Santísima, en camino?
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)