MISA DE MEDIANOCHE
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas Bíblicas:
a.- Is. 9,2-7: Un hijo se nos ha dado.
Las expresiones de Isaías, nos hablan de un Príncipe que traerá la paz a Israel,
característica propia de los tiempos mesiánicos. Ese niño misterioso, que nacerá
será el Emmanuel, cuyas dotes excepcionales, se harán realidad en Cristo Jesús.
Posee todos los dones para gobernar en forma perfecta: “Porque una criatura nos
ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará
su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe
de Paz». Grande es su señorío, y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y
sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia. Desde
ahora y hasta siempre, el celo de Yahvé Sebaot hará eso. Una palabra ha proferido
el Se￱or en Jacob, y ha caído en Israel” (vv. 5-7). El Dios fuerte del AT, es el
Príncipe de Paz, es decir el Mesías, que vendrá; todo un vaticinio de un Reino
espiritual, basado en la paz, que reinará en la conciencia de los hombres y en la
sociedad (cfr. Is. 11,2).
b.- Tit. 2,11-14: Apareció la gracia de Dios para todos los hombres.
La idea central, es que el cristiano ha de vivir, de la forma en que la presenta el
apóstol, descrita como salvación que Dios le ha comunicado, esperando siempre el
destino glorioso que le aguarda al final del tiempo, culminación de todo este camino
de salvación. Esta idea e expresa con términos como manifestar, manifestación,
salvar, salvación o educar que hunde sus raíces en la cultura helenística, pero
también veterotestamentaria. Es la “gracia salvadora” (v.11), la que pone en
marcha este proceso de bondad, favor misericordia de Dios, que le impulsa a poner
en marcha este proceso salvífico. La f￳rmula “se entreg￳ por nosotros” (v.14),
encontramos su origen en la tradición cristiana más primitiva (cfr.1Ts. 5,9-10;
Gál.1, 4; 2,30; 3,13; 1 Cor. 1,13; Rm. 5, 6-8; 8,32), y el fin de la entrega de Cristo
es descrita con la idea del rescate y de la adquisición del pueblo, de profunda
raigambre veterotestamentaria (cfr. Ex.19,5; Dt.7,6-8), pero en este caso el
apóstol traslada esa realidad del pueblo de Israel al pueblo cristiano escatológico. El
designio salvífico se ha realizado en Cristo Jesús, gracia salvadora universal,
manifestación de la gloria divina, colmada de esperanza. La realidad soteorológica
se manifestó en la muerte redentora de Cristo a favor de la humanidad,
rescatándolos de la muerte y adquiriéndolos para sí. Esta mención tiene el objetivo
de exhortar a la práctica de las buenas obras que el redimido incluya en su nueva
vida de cristiano.
c.- Lc. 2,1-14: Hoy os ha nacido un Salvador.
El evangelio nos presenta la gran noticia: en Jesús Dios se ha hecho presente entre
los hombres. Belén, tierra de las promesas de Israel. El Niño nace bajo el poder de
César Augusto, en tierras de Belén, en tiempo del primero censo, lejos de los
lugares importantes, solo, abandonado, en un pesebre. Como descendiente de
David, nace en la misma ciudad que lo vio nacer a él. El anuncio del ángel, es
palabra venida del cielo, no de la tierra: “El ángel les dijo: «No temáis, pues os
anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la
ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Se￱or” (vv. 10-11). El anuncio está
hecho a unos pastores, lo más alejados, en cierta manera de lo religioso, la verdad
que salva ha sido anunciada a los pequeños de este mundo. Lo encontrarán no en
un palacio y en cuna de oro sino en un establo, más preciso en un pesebre (v. 12).
Este es el signo, que la noticia es para los más pequeños de la sociedad, los que no
cuentan habitualmente. Desde su nacimiento nos da una primera lección de
humildad. Las palabras del ángel, son la manifestación, epifanía de Dios entre los
hombres. Toda la fuerza y la verdad, toda la santidad y bondad de Dios, la Iglesia
la confiesa presente en la persona de Jesús de Nazaret. Este mensaje angélico, es
el único evangelio del nacimiento de Cristo Jesús, el Salvador, el Mesías. En Jesús,
su obra y misterio, comienza con su nacimiento, en medio de los hombres. Es el
hoy de la salvación, que en Belén la ciudad de David, cierra de alguna forma el
Testamento Antiguo, y se abre las páginas del Nuevo con el contenido de una
salvación presente, el hoy para todos los hombres. Los coros angélicos, en su canto
perenne de alabanza divina, unen desde ahora, la tierra al cielo, porque el que
habitaba el seno trinitario se ha hecho hombre para estar con los hombres. Dios
con nosotros: Emmanuel.
Don del Padre para la humanidad: un Salvador ha nacido hoy. Teresa de Jesús su
experiencia la hace verso y poesía: “Oh hermosura que excedéis/ a todas las
hermosuras!/ Sin herir, dolor hacéis, / y sin dolor deshacéis/ el amor de las
criaturas”
(Poesía 3: “Oh hermosura que excedéis”).