Ciclo C. Fiesta. Sagrada Familia de Jesús, María y José
Pedro Guillén Goñi, C.M.
Como ya es tradicional en la Iglesia, después del nacimiento del Hijo de Dios,
celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. No podía ser de otra forma ya que
María, José y el Niño, que protagonizan estos días navideños, son modelo y ejemplo
de vida para todos los hogares cristianos.
El relato del evangelio de San Lucas, que leemos en el día de hoy, nos presenta el
conocido pasaje de la presencia de Jesús en el templo junto con sus padres y la
responsabilidad que va adquiriendo para ejercer su misión como Hijo de Dios. El
Señor no se pierde propiamente en el templo sino que, más bien, va descubriendo
que debe hacer la voluntad de su Padre Dios anunciando la palabra y mostrándose
con la autoridad que proviene de Dios y así sus padres, poco a poco, tienen la
posibilidad de intuir la misión que su Hijo tiene en la instauración del Reino.
Jesús, como cada uno de nosotros, vivió gran parte de su vida en un ambiente
familiar. Durante treinta a￱os permaneci￳ “en una vida oculta” de preparación para
desarrollar posteriormente el ministerio que Dios le encomendó: instaurar el Reino
de Dios en medio de los hombres. Fueron años de sacrificio, abnegación,
obediencia, comunicaci￳n y oraci￳n. “La calidad de la vida familiar” no estribaba en
satisfacer las necesidades económicas sino en el calor del hogar y la felicidad que
ofrece el amor cuando hay aceptación mutua y exigencia en las funciones que cada
miembro debe desempeñar. En la humilde familia de Nazaret descubrimos la
aceptación de la voluntad de Dios; el cultivo de la fe en la familia; la superación de
las dificultades asumiendo el sufrimiento como pruebas de amor; el apoyo
interpersonal para crecer todos en la unidad aun dentro de la diversidad de
funciones.
“El Ni￱o iba creciendo y se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios lo acompa￱aba”
(Lc. 2,40). Educar es acompañar a recorrer el camino de la propia realización
personal desde la libertad y responsabilidad de cada uno. El proceso del proyecto
personal es ser uno mismo para afrontar las decisiones con madurez. Así fue
educado Jesús y en la escuela de Nazaret recibió la base fundamental del
comportamiento en su edad adulta.
Pareciera que en los momentos actuales la familia de Nazaret resultara utópica,
imposible de concretar en nuestros propios ambientes. Sin embargo es una noble
aspiración a la que debemos tender. Los hombres y mujeres de nuestros días están
necesitados de experiencias fundamentales de amor y la familia es el marco
privilegiado para vivir esa experiencia de amor amistoso, gratuito y confiado.
La familia de Nazaret es todo un ejemplo cristiano para revalorizar nuestra vida en
el hogar y para ser fermento de amor en la sociedad donde vivimos.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)