Solemnidad. Santa María, Madre de Dios (1 de enero)
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas Bíblicas
a.- Num. 6,22-27: Bendición sobre el pueblo israelita.
En la tradición bíblica la bendición, es invocada con frecuencia y quien la recibe
siente la protección divina (cfr. Rt. 2,4; Sal.134,3; Lv.9,27). Entre todas las normas
encaminadas a mantener la pureza e integridad de la fe, más que las instrucciones
de los sacerdotes, es su bendición la que mantiene la paz en el campamento de
Israel. Esta antigua formula es una plegaria sencilla, pero a la vez hermosa. Por
tres veces, se menciona explícitamente a Yahvé; encontramos una graduación en
los dones que se piden al Señor. Los primeros dones son muy concretos: bendición
y protección. Los segundos se refieren a las disposiciones que se desea que el
Señor contemple a quien es bendecido: con afecto y benevolencia; finalmente, la
tercera impetra del cielo los mejores dones que se pueden esperar: la
contemplación del rostro de Dios y su paz. Aquí desemboca todo lo que hace pensar
que el orante alcanza la tranquilidad y la plenitud en el Señor. Se realiza por medio
de María, en Cristo Jesús la plenitud de la bendición de Dios a los hombres.
b.- Gál. 4,4-7: Nacido de mujer.
El apóstol Pablo, habla de María, la Madre de Jesús, que llegada la plenitud de los
tiempos, Dios Padre envi￳ a su hijo “nacido de mujer”, nacido bajo la Ley (v.4).
Evoca el autor, las grandes intervenciones divinas en la historia de la salvación,
pero destaca que llegada la “plenitud de los tiempos”, en el punto culminante de la
historia salvífica Dios envía a su Hijo. Pablo menciona el nacimiento de Cristo en la
carne, es decir nacido de una mujer concreta, real, histórica. La mujer es María de
Nazaret, colocada por Dios en el centro mismo del misterio de Dios hecho hombre,
con los cual el Mesías, llega a ser hermano nuestro que asume nuestra naturaleza
humana de carne y sangre (cfr. Hb.2,11.14). Como consecuencia lógica María, es
Madre de Dios. Creer en su Maternidad divina significará creer en el infinito amor de
Dios a los hombres manifestado en el misterio de la Encarnación. Cristiano es aquel
que acoge en su vida el Evangelio, Palabra eterna de Dios que se ha hecho carne en
María, por ello el singular rol de la Madre de Jesús es fundamental dentro de la
Iglesia: Ella lo llevó en su seno, lo alimentó, lo educó, le enseñó a orar con el
Salterio, lo siguió en su predicación hasta la entrega de su vida por la salvación del
mundo en la Cruz del Calvario para convertirse en la primera cristiana y discípula
de su Hijo muy amado.
c.- Lc. 2, 16-21: La circuncisión del Hijo de María, le pusieron por Nombre
Jesús.
La primera parte del texto (vv.16-20) es un preámbulo para centrase en el tema de
la circuncisión y la imposición del nombre (v.21). La circuncisión e la experiencia
cultural y cultual de todo israelita. Era un signo primordial de pertenencia a Israel,
garantía del cumplimiento de las promesas y que practicaba el octavo día renacido
el niño (cfr. Gn.17). Lucas, presenta la circuncisión de Jesús, como signo de
pertenencia a Israel y signo de la piedad de su familia. El evangelista sabe que
Jesús ha nacido de la fuerza del Espíritu y que está por sobre la historia de los
hombres, pero a la vez, nos lo presenta como fruto de la espera y piedad del
pueblo de Dios. De ahí la razón para ser circuncidado en el octavo día de nacido.
Nacido de mujer, como dice Pablo (Gál.4,4), Jesús proviene de la historia humana,
pero también nacido bajo la Ley de Moisés, una humanidad pecadora, en espera del
cumplimiento de la promesa, nace para rescatar a los que estaban bajo la ley (cfr.
Gál. 4,5). En Lucas, Jesús circuncidado ha surgido de Israel y se ha convertido en
un auténtico judío como todos los niños de su tiempo. El que pone el nombre es el
padre o quien tiene autoridad sobre el recién nacido, sabiendo que en la tradición
bíblica, el nombre va muy unido a la persona: indica su misión y su destino.
Cuando Dios escoge a una persona, le da una misión y le impone el nombre como
en caso de Abraham e Isacc (cfr. Gn.17, 5. 19). El Nombre divino, se vislumbra por
el hecho que la revelación, se identifica con el nombre de Yahvé (cfr. Ex.3,13-15).
Desde esta antigua experiencia de poner el nombre viene a significar que Jesús ha
sido escogido por Dios para una determinada misión dentro de su pueblo. Mateo,
a￱ade que el nombre de Jesús significa: “Dios salva”, por ello, convierte a Jesús en
Salvador de los pecados de su pueblo (cfr. Mt.1, 21; Lc.2,10).
La Iglesia celebra también en este día la Maternidad divina de María. María, es
Madre de Dios y de la Iglesia. No se comprende la presencia de María en la historia
de la salvación, si no se lo contempla en el misterio de Cristo y de la Iglesia. El
Concilio de Éfeso, proclamó a María Madre de Dios, para que Cristo fuera conocido
como Hijo de Dios e Hijo del Hombre (cfr. UR 15). La Maternidad divina, se ilumina
sólo desde el misterio de Jesucristo, su Hijo. Además, se refiere al misterio de la
Iglesia, de la que Ella es miembro eminente, Modelo y Madre (cfr. LG 52ss).
Miembro de la Iglesia, que contemplamos en Pentecostés, cuando ora con el colegio
apostólico, espera la venida del Espíritu Santo. Si bien, María colabora con la
redención, Ella también es parte de los redimidos, pertenece a la estirpe de Adán,
como todos nosotros necesitados de salvación; si bien es proclamada
bienaventurada y miembro enteramente singular (cfr. LG 64). María es modelo de
la Iglesia, en cuanto a su misión. Es modelo de vida teologal y de otras virtudes.
Además se consideran dos realidades fundamentales en María Virgen: su santidad y
su fecundidad salvadora (cfr. LG 63). María, también, es Madre de la Iglesia. El
fundamento de su maternidad eclesial es: ser Madre de Cristo y colaboradora en la
obra de la redención. María es miembro de la Iglesia y su maternidad divina, es el
fundamento de su relación con Cristo, y raíz de la referencia de María con la Iglesia.
Ella es Madre de los miembros de Cristo, por haber cooperado con su amor a que
naciesen en la Iglesia los fieles, miembros de aquella Cabeza, como enseña San
Agustín (cfr. LG 63). Esta Maternidad divina la Virgen la vive respecto de la Iglesia
desde que escucho a su Hijo, al pie de la Cruz: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn
19,26), refiriéndose a Juan apóstol, quien nos representa a todos los creyentes en
Cristo Jesús (cfr. LG 62). Madre de la vida, ora por nosotros.
La Virgen María en la Orden del Carmelo es por sobre todo Madre, auque también la
honramos como Hermana, Señor y Reina. Teresa tuvo esta experiencia mística que
indica su visi￳n de saber que la Virgen nos protege: “Vi a nuestra Se￱or con
grandísima gloria, con manto blanco, y debajo de él parecía ampararnos a todas”
(V 36, 24).