“SE LO HE PEDIDO AL SE￑OR”….. “ENTONCES LO LLEVAR￉ Y ￉L SE
PRESENTARÁ DELANTE DEL SEÑOR Y SE QUEDARÁ ALLÍ PARA
SIEMPRE”…..“ᄀSE￑OR, FELICES LOS QUE HABITAN EN TU CASA!”…..
“ᄀMIREN CÓMO NOS AMÓ EL PADRE! QUISO QUE NOS LLAMÁRAMOS
HIJOS DE DIOS, Y NOSOTROS LO SOMOS REALMENTE”…. “EL QUE
CUMPLE SUS MANDAMIENTOS PERMANECE EN DIOS, Y DIOS
PERMANECE EN ￉L”…. “﾿NO SABÍAN QUE YO DEBO OCUPARME DE
LOS ASUNTOS DE MI PADRE?”
Reflexión desde las Lecturas del Domingo Después de Navidad, La Sagrada
Familia Ciclo C
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. LA SAGRADA FAMILIA
Nada más celebrar la Navidad, la liturgia nos introduce en esta fiesta de la Sagrada
Familia. Tiene un profundo significado: Al entrar en este mundo, el Verbo lo renueva
todo; al hacerse hombre, sana y regenera todo lo humano. También la familia. Al
sanar el corazón humano, herido por el pecado, Cristo hace posible una familia nueva.
Los valores naturales de la familia no son anulados. Todo lo contrario. La gracia de
Cristo los purifica, los potencia, los eleva. Las virtudes que el Espíritu de Cristo
siembra en el corazón humano hacen posible vivir de una manera nueva el misterio de
la familia. La misericordia, la bondad, la dulzura, la humildad, el perdón, el amor, la
unidad, la paz son fruto del Espíritu Santo. Vividas a semejanza de Cristo, hacen que
la familia cristiana sea reflejo de la familia de Nazaret y –más aún– de la Trinidad
misma.
En el mundo actual, cuando la familia se deteriora por momentos, es más necesario
que nunca contemplar a la Sagrada Familia para comprender que la familia sólo en
Cristo puede realizar su ideal, pues sólo él une, da cohesión y hace a cada uno capaz
de amar generosamente, de perdonar, de darse sin medida, de comprender. Sin Cristo,
el hombre y la familia, dejados a su debilidad, sucumben. “El que escucha la palabra
de Dios y la cumple, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre” (Lc 8,21).
2. PRIMERA LECTURA
Una vez más queda demostrado el poder de la oración. Otra madre estéril oró con
perseverancia pidiendo a Dios poder concebir un hijo, gracia que le fue concedida.
Luego viene la acción de gracias por este favor, no sólo por parte de Ana, sino de toda
su familia. El niño fue consagrado al Señor, por el resto de su vida.
Lectura del primer libro de Samuel. 1Sam 1, 20-22. 24-28
En aquellos días, Ana concibió, y a su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso
el nombre de Samuel, diciendo: “Se lo he pedido al Se￱or”. El marido, Elcaná,
subió con toda su familia para ofrecer al Señor el sacrificio anual y cumplir su
voto. Pero Ana no subi￳, porque dijo a su marido:“No iré hasta que el niño deje de
mamar. Entonces lo llevaré y él se presentará delante del Señor y se quedará allí
para siempre”. Cuando el ni￱o dej￳ de mamar, lo subi￳ con ella, llevando además
un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino, y lo condujo a la
Casa del Señor en Silo.
El niño era aún muy pequeño. Y después de inmolar el novillo, se lo llevaron a Elí.
Ella dijo: “Perd￳n, se￱or mío, ᄀpor tu vida, se￱or!, yo soy aquella mujer que estuvo
aquí junto a ti, para orar al Señor. Era este niño lo que yo suplicaba al Señor, y Él
me concedió lo que le pedía. Ahora yo, a mi vez, se lo cedo a Él: para toda su vida
queda cedido al Se￱or”. Después se postraron delante del Se￱or.
Palabra de Dios.
3. EL LIBRO DE SAMUEL
Tenemos en la Biblia dos libros de Samuel, Primero y Segundo de Samuel. En un
principio formaban ambos un solo libro. Los dos libros fueron escritos
originariamente en hebreo. El texto griego de Samuel se ha conservado en los códices
Vaticano (B) y Alejandrino (A), corregido este último conforme al texto original
hebraico. En la cueva cuarta de Qumrán (49 Sama) se han encontrado restos de todo el
libro de Samuel en estado bastante perfecto de conservación. Los libros de Samuel
fueron de los primeros que San Jerónimo tradujo del hebreo.
Contenido doctrinal. Encierran ellos un mensaje religioso, destinado en primer lugar a
los israelitas, y después a sus herederos espirituales, los cristianos. Los libros anuncian
las condiciones y las dificultades del establecimiento del reino de Dios sobre la tierra.
Yahvé es el Dios de Israel y su único rey; el monarca que elija el pueblo debe ser el
representante de Dios en la tierra y el instrumento del que se servirá Dios para obrar
grandes cosas. En ambos libros aparecen los atributos de Dios. Por medio de sus
profetas se comunica a los hombres. Desde su infancia fue Samuel su confidente.
Durante toda su vida se manifestó Samuel como defensor acérrimo de los derechos
del Señor, no temiendo oponerse al mismo rey y echarle en cara su ingratitud para
con Dios, que lo había elegido.
4. LOS HIJOS SON DON DE DIOS, PERTENECEN AL SEÑOR Y SU
VOCACIÓN ES SERVIRLO
Es la madre la que impone el nombre a su hijo, llamándole Samuel. El marido,
Elcaná, subió con toda su familia para ofrecer al Señor el sacrificio anual y
cumplir su voto”. Ana no acudió, prefiriendo subir después de haber destetado al
niño; “No iré hasta que el ni￱o deje de mamar” , cabe suponer que tenía Samuel de
tres a cuatro años. Junto con el niño, ofreció la familia un “novillo de tres a￱os una
medida de harina y un odre de vino” . Él niño es presentado a Elí. Puesto que Dios se
lo ha regalado, quiere Ana que quede propiedad del Señor, sirviéndole en el santuario.
Ana, como Sara, Rebeca, Raquel, como la madre de Sansón y la madre del Bautista,
era estéril, pero el Señor había escuchado su oración llena de fe y esperanza,
concediéndole el hijo tan deseado, el pequeño Samuel, cuyo nombre significa “el
nombre de Dios” o, según la etimología dada por la madre, “Se lo he pedido al
Se￱or”. El texto bíblico es rico en contenido teológico, porque pone de relieve no sólo
el poder de Dios para sacar vida de la muerte, trayendo a la vida lo que no existe
(Rom 4,17), sino también porque subraya la misma iniciativa gratuita de Dios, que
lleva adelante su designio de salvación a través de su libre amor.
En la primera parte, el relato recuerda la visita al templo de su marido Elcaná con su
familia, pero sin la participación de su mujer Ana, que decía: “No iré hasta que el
niño deje de mamar. Entonces lo llevaré y él se presentará delante del Señor y se
quedará allí para siempre” . En la segunda parte “Cuando el ni￱o dej￳ de
mamar”, se describe la peregrinación de Ana con el pequeño Samuel la “Casa del
Se￱or en Silo” , lo subió con ella para el sacrificio y la ofrenda del hijo, prometido al
Señor, que ella había cuidado hasta los dos años, consciente de que lo había recibido
como don de Dios.
Los hijos son don de Dios, pertenecen al Señor y su vocación es servirlo. La casa da
Dios será la morada de los que le están consagrados. También a María y José revelará
Jesús, el día de su reencuentro en el templo, que su morada está junto al Padre y desde
allí iniciará su misión universal de salvación.
5. SALMO
Haciéndose eco de esta atmosfera de piedad, el salmo canta la felicidad de quienes
cerca del Señor. Participamos de esta oración, aclamando: ¡Señor, felices los que
habitan en tu Casa!
Sal 83, 2-3. 5-6. 9-10
R. ¡Señor, felices los que habitan en tu Casa!
¡Qué amable es tu Morada, Señor del Universo! Mi alma se consume de deseos por
los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente. R.
¡Felices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar! ¡Felices los que
encuentran su fuerza en ti, al emprender la peregrinación! R.
Señor del universo, oye mi plegaria, escucha, Dios de Jacob; protege, Dios, a
nuestro Escudo y mira el rostro de tu Ungido. R.
6. PRESENCIA DE DIOS EN EL TEMPLO.
El fiel del Señor, fervoroso tenía toda su ilusión en vivir a la sombra del templo,
participando de la familiaridad con su Dios en la asistencia a las funciones litúrgicas.
Este salmo es similar a los salmos 42 y 43. En éstos se refleja la nostalgia del levita
que no puede asistir a la vida de culto del templo; en este salmo 83 se dan gracias a
Dios y se entona un himno de alabanza por haberle otorgado el inmenso beneficio de
poder tener acceso al santuario. Es la voz agradecida del peregrino que puede
acercarse a la morada del Señor y vivir en intimidad espiritual con su Dios.
“ᄀSe￱or, felices los que habitan en tu Casa!”. El salmista ansia vivir junto a las
moradas del Señor, el templo de Jerusalén. “Mi alma se consume de deseos por los
atrios del Se￱or” . Todo su ser — “mi coraz￳n y mi carne claman ansiosos” — se
estremece ante la perspectiva de poner los pies en los atrios del recinto sagrado,
santificados por la presencia del Altísimo. Bajo este aspecto, el poeta siente envidia de
los pajarillos, que pueden anidar cerca de los altares del tabernáculo del Señor, “el
Dios viviente”, que como tal infunde vida espiritual — fe y esperanza — al que se
acerca a Él. Por eso considera “ felices los que habitan en tu Casa!” y alabarle
incesantemente; “y te alaban sin cesar” viviendo en una atmósfera de santidad.
Luego el salmista piensa en el peregrino que avanza penosamente hacia el santuario
bendito. “ᄀFelices los que encuentran su fuerza en ti, al emprender la
peregrinaci￳n!” A pesar de su duro caminar, el poeta siente envidia de él, pues se
acerca a la morada de Dios, y este pensamiento endulza su camino. Aunque tenga que
pasar por lugares áridos, el pensamiento de que se acerca a Jerusalén convertirá el
lugar en delicioso, como si fuera un oasis en el que no falta la fuente y el verde césped
surgido a merced de las ansiadas primeras lluvias otoñales. El pensamiento de ver al
Dios de los dioses — asistir a las manifestaciones del culto del Señor — en el templo
de Sión le hace caminar más animoso.
“Se￱or del universo, oye mi plegaria, escucha, Dios de Jacob; protege, Dios, a
nuestro Escudo y mira el rostro de tu Ungido”, En estos versos, se intercalan una
oración por el ungido de Dios, el rey. El salmista piensa en el representante del Señor
y se siente vinculado espiritualmente a él, porque, en su concepción teocrática, el rey
representa los intereses de su pueblo y la garantía de continuidad hacia los tiempos
mesiánicos. El Señor es el “escudo” protector de su pueblo, y, en calidad de tal, debe
tener especial solicitud por su ungido. Su protección no se limita a defender, sino que
es fuente de vida y energía como el sol, pues de El proviene la gracia —
manifestación benevolente hacia, sus fieles — y la gloria: el honor y la prosperidad.
El salmista termina declarando dichoso al que se entrega incondicionalmente a su
Dios.
7. SEGUNDA LECTURA
El amor del Padre se manifiesta de diversas maneras, pero hay una que sobrepasa a
todas: “Por voluntad suya, somos reconocidos como sus hijos”. Una gracia mayor está
aún pendiente. “Después de nuestra resurrección veremos a Cristo tal como es”. Para
mantenernos en esta situación privilegiada tenemos dos compromisos: creer en
Jesucristo y que nos amemos sinceramente en su nombre.
Lectura de la primera carta de san Juan 1Jn 3, 1-2. 21-24
Queridos hermanos: ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos
hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es
porque no lo ha reconocido a él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y
lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste,
seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es. Queridos míos, si nuestro
corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con plena
confianza, y Él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus
mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es éste: que creamos
en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como Él nos
ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en
él; y sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
Palabra de Dios .
8. EL QUE CUMPLE SUS MANDAMIENTOS PERMANECE EN
DIOS, Y DIOS PERMANECE EN ÉL.
San Juan desarrolla el pensamiento de que Jesús es justo, sin pecado, se sometió a la
voluntad del Padre y es modelo para el cristiano. A su vez el creyente vive en la
justicia y es hijo de Dios; “Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo
somos realmente” y no puede cometer pecado (cf. 3, 9, 4, 7). Las obras del cristiano
demuestran el nuevo nacimiento. Pero es sólo el amor de Dios quien ha hecho posible
esto y especialmente la filiación divina. Con el nuevo nacimiento, pues, el Espíritu
Santo ha creado en el creyente una relación filial con el Señor en la profunda
intimidad del corazón. Tal filiación se manifestará plenamente con la visión de
Dios: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. (Mt 5,8).
Las expresiones de Juan “hijos de Dios” y “semejantes a Él” significan ser un
hombre nuevo, llamado a caminar por una vida nueva, imitando al Padre en una
progresiva asimilación y comunión con Él, que se convertirá en identificación en la
visión cara a cara; “Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a
cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy
conocido”. (1 Cor 13,12). El valor de la vida cristiana reside y aumenta en el hecho de
que somos hijos, fieles a sus mandamientos y salvados por un Padre que nos ama y
nos merece confianza, y al que podemos pedir cualquier cosa.
Por su parte el mundo, que rechaza a Dios y no conoce a Jesús, no ama a los cristianos
y se opone al reino de Dios y al evangelio.
El precepto que el Señor; “Su mandamiento” , que ha dejado a sus discípulos es
claro: “que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a
los otros como Él nos orden￳”. La medida del amor cristiano es la capacidad de
darse. Quien practica esto vive en comunión con Dios y posee el Espíritu.
Es así como la adhesión a la verdadera fe y la práctica de la caridad fraterna aseguran
la comunión íntima y vital con Dios. Esta unión íntima con Dios confiere a nuestras
oraciones una confianza y una seguridad total. Tal es el tema de las promesas de
Jesucristo en el discurso después de la última cena.
La observancia de los mandamientos será prenda de nuestra permanencia en Dios y de
Dios en nosotros: El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios
permanece en él, y sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos
ha dado”. Dios y el cristiano vienen a formar como una sola cosa. La caridad fraterna
es para San Juan garantía de la permanencia divina en el fiel y de la más estrecha
unión de éste con Dios. Un criterio que servirá para conocer si Dios mora en el
cristiano será la presencia en el alma del fiel del Espíritu Santo. La posesión de este
Espíritu divino será el signo indicador para conocer nuestra comunión vital con Dios.
9. EVANGELIO
El episodio del templo es desconcertante. Un adolescente se toma la libertad de
disponer de su vida. Se quedó en el Templo sin decir palabra a sus padres y sin que
ellos lo noten. Se puede preguntar ¿Hay que ser alguna vez desobediente como acto de
afianzamiento de la propia personalidad?...¿O se debe ser obediente en todo
momento? En realidad aquí no hubo desobediencia. Se trata de un caso muy especial.
El niño Dios debía ocuparse en las cosas de su Padre. Ya adulto reafirmó: “He venido
del cielo para hacer la voluntad de quien me envió”. Hay que obedecer a Dios por
encima de todo.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 2, 41-52
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua.
Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la
fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos
se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y
después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo
encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de Él. Al tercer día, lo hallaron en el
Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al
verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: “Hijo mío, ﾿por qué
nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Jesús les
respondió: “﾿Por qué me buscaban? ﾿No sabían que Yo debo ocuparme de los
asuntos de mi Padre?” Ellos no entendieron lo que les decía. Él regresó con sus
padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su
corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y
de los hombres.
Palabra del Señor.
10. LOS PADRES DE JESÚS IBAN TODOS LOS AÑOS A JERUSALÉN
EN LA FIESTA DE LA PASCUA.
El relato de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo es una escena de vida familiar.
El contexto está representado por dos breves descripciones de la vida de Nazaret: el
viaje anual a Jerusalén para la Pascua Y el retorno a casa de la familia de Jesús, donde
él permanece sumiso a sus padres como un hijo cualquiera.
En este fragmento del Evangelio según San Lucas, invita a fijarse en varios puntos,
donde se habla de las costumbres de las familias judías en tiempos de Jesús, reflejadas
en la vida del matrimonio de San José y María Santísima, pero también invita a
reflexionar sobre como Jesús, hace ver que su prioridad es su Padre celestial frente a
la más que legítima angustia con que María y José anduvieron tres días buscándolo a
él, extraviado y hallado finalmente en el templo.
En los primeros versículos, detalle muy importante a considerar, dice: “Los padres de
Jesús iban todos los a￱os a Jerusalén en la fiesta de la Pascua”. Es decir, José y
María tenían por costumbre subir a estas fiestas de la Pascua, con este detalle, se
puede afirmar aún más la virginidad de María, como es lógico pensar, si hubiese
estado embarazada y con más hijos pequeños, no hubiese podido subir cada año a
Jerusalén, ya que habría tenido que cuidarse y su pequeños no le hubiesen permitido
hacerlo.
11. CUANDO EL NIÑO CUMPLIÓ DOCE AÑOS, SUBIERON COMO
DE COSTUMBRE
Este relato nos dice que; “Cuando el ni￱o cumpli￳ doce a￱os, subieron como de
costumbre” . No dice que el motivo de subir fue porque el niño cumplió doce años, y
es posible que era costumbre llevarlo antes de esa edad. Lo que sí asegura el relato,
que ellos tenía la costumbre de subir, ya que: "iban todos los a￱os a Jerusalén”
Luego, “acabada la fiesta, María y José regresaron” . Al parecer, no era
indispensable quedarse toda la semana pascual, si era obligatoria la estancia allí los
dos primeros días. Así entonces, ellos se vuelven a Nazaret.
El Evangelio de Lucas, siempre relatas los sucesos en episodios históricos. En este
caso, este es una historia de proclamación. Sabemos que los varones judíos tenían
obligación de subir a Jerusalén en las tres fiestas de peregrinación, estas son Pascua,
Pentecostés y Tabernáculos (Ex 23:14-17; 24:23; Dt 16:16). También sabemos, que en
la práctica, viviendo lejos de Jerusalén, sólo solían asistir a una. Otro dato es que las
mujeres no estaban obligadas a ir y ni tampoco los niños hasta los trece años, aunque a
los doce se los solía hacer cumplir las prácticas de la Ley, para acostumbrarlos.
12. MARÍA Y JOSÉ REGRESARON, PERO JESÚS PERMANECIÓ EN
JERUSALÉN
El relato continua diciéndonos que “María y José regresaron, pero Jesús permaneci￳
en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta”. Creyendo que Jesús estaba en la
caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes
y conocidos. Un niño de doce años en Oriente tiene gran libertad de movimientos. Era
natural que fuese entre alguno de los grupos, un poco desordenados y distanciados de
la caravana. La aglomeración en Jerusalén era grande. El historiador judío Josefo da
una cifra fantástica, 2.700.000 personas, para hacer ver la aglomeración que se reunía
y lo nutrido de las caravanas. Tal vez por eso supusieron que estaría en la caravana.
Sin embargo al darse cuenta de su ausencia, después de haber caminado un día, se
devuelve a Jerusalén a buscarlo, preguntando, sin duda, por todas partes. Al cabo de
tres días, probablemente contados a partir del comienzo de su retorno, le encontraron
en el templo. Estaba en medio de los doctores, sentado, y estaba oyéndoles y
preguntándoles.
Como sería esto de estar en medio de los doctores? Los doctores solían enseñar en
alguna cámara que daba a los atrios o en los atrios mismos. A veces había reunión de
varios doctores, para discutir puntos de la ley, se admitían a ellas discípulos u oyentes,
y se permitía el interrogarles. Enseñaban sentados en un estrado, y los discípulos
también estaban sentados en torno suyo (Hech 22:3). El que estuviese en el medio
indica sólo entre ellos. Conforme, a las costumbres, no sólo se oía las explicaciones,
sino que también era posible preguntar. El evangelista destaca que los que le oían se
maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.
13. “HIJO MÍO, ﾿POR QU￉ NOS HAS HECHO ESTO?
Cuando los Padres de Jesús le encontraron, se maravillaron del hecho de estarse entre
los doctores, y acaso escucharon alguna de aquellas respuestas maravillosas que daba
a las preguntas de un rabí.
Al encontrarse María con Jesús, le dice: “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho
esto?”. Ella, llevada por el impulso afectivo de madre, le manifestó a Jesús la pena
que tenían por ver su ausencia e ignorar su paradero. Pero la respuesta de Jesús, es de
un estudio clásico para muchos teólogos,
“﾿Por qué me buscaban?” Algunos sobrentienden que la pregunta va a ¿Por qué me
buscaban por las casas de los parientes y amigos? (en la ciudad), sin embargo otros
exponen que quiso decir que no era ahí donde iba a estar, sino que en la casa de mi
Padre (El Templo), ya que Jesús estaba en el templo, que es donde lo encontraron.
Entonces es allí es donde debían, sin más, haberle buscado
14. OCUPARSE DE LAS COSAS DE DIOS.
Jesús, se presenta llamando a Dios su Padre, - mi Padre - con una propiedad y una
exclusividad única. Recordemos que María le dijo: “Hijo mío, ﾿por qué nos has
hecho esto?” Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados” y EL responde
que ellos deben saber, saben, que su obligación es estar ocupado en las cosas y misión
de mi Padre. Por eso estaba en el Templo, porque allí moraba Dios, su Padre. Es un
pasaje sinóptico que enlaza con las enseñanzas del Evangelio de Juan, en donde Cristo
se muestra como el Hijo de Dios. Por lo que los judíos querían matarle, porque decía a
Dios su Padre, haciéndose igual a Dios (Jn 5:18).
El evangelista resalta que ellos (sus padres) no entendieron lo que les decía. Pero
Jesús les dice, aunque en forma interrogativa, que sabían que tenía que ocuparse -era
su misión - en las cosas –templo- de su Padre. Después del relato de la anunciación, de
Lucas, esto sería incomprensible. Esta ignorancia se refiere al desarrollo de la obra
mesiánica: al plan concreto cómo Dios lo iba realizando, y que ellos ignoraban, por
eso Jesús les pregunta: “﾿No sabían que…?”
El significado teológico del episodio, sin embargo, es mesiánico y el gesto de Jesús es
profético. Jesús afirma conocer bien su misión y anuncia la separación futura de sus
padres. Cuando la madre lo encuentra en el templo lo interpela : “Tu padre y yo te
buscábamos angustiados” y Jesús responde con convicción: “por qué me buscaban?
﾿No sabían que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?”. Al decir tu padre, María
entendía referirse a José; pero cuando Jesús dice mi Padre, está refiriéndose a Dios.
Hay un contraste neto y significativo en esto, porque Jesús trasciende a sus padres.
Jesús reivindica el primado de la pertenencia al Señor y la prioridad de la propia
vocación. Sin embargo, inmediatamente después, Jesús regresa a Nazaret y permanece
sumiso y obediente a los suyos.
La obediencia de los hijos a los padres es un deber y florece donde existe un clima de
crecimiento y maduración de la persona, donde se reconoce el primado de Dios y de la
propia vocación. Los hijos, pues, no pertenecen a los padres, sino a Dios y a su
proyecto vocacional, valores más importantes que la familia misma. Por esto Jesús
abandonará su hogar para cumplir la voluntad del Padre, es decir, para ocuparse de las
cosas de Dios.
15. TODO CRISTIANO ES ANTE TODO HIJO DE DIOS,
PERTENECE A LA FAMILIA DE DIOS.
Jesús, si bien ha nacido en una familia humana, la trasciende, porque proviene al
mismo tiempo de las profundidades del misterio de Dios. El, creciendo obediente a
sus padres, presenta un rasgo particular: esconde el misterio de unidad con su Padre y
pone de relieve un mensaje especial que lo hace ser más sencillamente humano. María
y José debieron intuirlo y aceptarlo con humildad en su corazón. Todo cristiano es
ante todo hijo de Dios, pertenece a la familia de Dios. El mayor don de Dios, escribe
Juan, es que seamos sus hijos: “Mirad que magnifico regalo nos ha hecho el Padre:
que nos llamemos hijos de Dios” (1 Jn 3,1-2).
No se trata de una exhortación piadosa ni de dejar con la boca abierta a la comunidad
cristiana. Somos verdaderamente hijos de un Padre que nos ama y todavía no
comprendemos a fondo la grandeza de este don. La filiación divina es un germen y un
don en devenir que llegará a plenitud en la visión del Señor. Es preciso vivirla, gozarla
día tras día en la fe y en la perseverancia amorosa para poder encaminarnos con
alegría al ideal que es certeza para el cristiano: seremos semejantes a Dios. La
seguridad de nuestra semejanza con Dios no se apoya sobre nuestra conquista o sobre
nuestros esfuerzos, sino sobre la bondad de un Padre, sobre el don gratuito que nos ha
concedido haciéndonos hijos suyos y pidiéndonos que la hagamos crecer en nosotros
con la acogida y el cumplimiento de su Palabra.
16. ÉL REGRESÓ CON SUS PADRES A NAZARET Y VIVÍA SUJETO
A ELLOS.
Vueltos a Nazaret, el Niño, que había manifestado su conciencia divina, les estará
sujeto; “Él regres￳ con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos”. Era el plan de su
Padre hasta su aparición pública.
María, madre de Jesús, servidora sublime y excelsa de Dios, se da cuenta en este
minuto, que ya ha cambiado su relación con Jesús, él ha dado ya una temprana señal
de emancipación al quedarse sin avisarles en el templo de Jerusalén, aunque luego él
regreso junto a sus Padres a Nazaret y sumiso a ellos. En la edad adulta, toda la
predicación que Jesús hace, obedece por sobre todo, a lo que su Padre le envió.
Otra vez Lucas hace saber que María guardaba todo esto en su corazón,
confrontándolo, meditándolo, viviéndolo. A la luz de la teología mariana se
comprende bien toda esta actitud de María (Lc 2:19). ¿Fue María la fuente directa de
todos estos conocimientos a Lucas? Probablemente no. Quizá, si por razón de
coincidencias cronológicas sería posible, pero no hay nada por ahora que asegure esto.
17. JESÚS IBA CRECIENDO EN SABIDURÍA, EN ESTATURA Y EN
GRACIA DELANTE DE DIOS Y DE LOS HOMBRES.
Más delante de este relato, Lucas termina con una frase que prepara la hora de la
presentación de Cristo a Israel. “Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los
hombres”
Crecía en sabiduría (ciencia experimental y en la manifestación de su misma sabiduría
sobrenatural proporcional a su edad), en edad o estatura, ya que ambas cosas significa
la palabra griega usada ο mejor aún, todo lo que implicaba su desarrollo físico (Lc
1:80), y gracia, todo favor divino, ante Dios y ante los hombres. Todo esto se
manifestaba externamente, y proporcionalmente, para con Dios y para con los seres
humanos. Esta descripción evoca la niñez de Samuel (1 Sam 2:26), y el tema de la
Sabiduría en los libros sapienciales.
El Beato Juan Pablo II, en el mensaje para la cuaresma 2004, concluye: cuando a la
edad de doce años se quedó en el templo de Jerusalén, mientras sus padres le buscaban
angustiados, les dijo: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de
los asuntos de mi Padre?” (Lc 2,49). Ciertamente, toda su existencia estuvo marcada
por una fiel y filial sumisión al Padre celestial. “Mi comida –decía– es hacer la
voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra” (Jn 4,34).
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
LA SAGRADA FAMILIA CICLO C
Publicado en este link: PALABRA DE DIOS
Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén
Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P.
Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.
Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.
www.caminando-con-jesus.org
caminandoconjesus@vtr.net