Fiesta. El Bautismo del Señor
El bautismo de Jesús. En el Año de la Fe
La Palabra: “En un bautismo general, Jesús también se bautizó, se abrió el cielo,
bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: ‘Tú
eres mi hijo, el amado, el predilecto” (Lc 3, 15-16).
1. Jesús pasó la mayor parte de su vida como un trabajador sencillo en Nazaret, un
pueblo de la región norteña de Palestina. Era un judío piadoso que esperaba la
salvación del pueblo. Por eso, cuando escuchó la predicación de un profeta llamado
Juan Bautista que pedía la conversión a la justicia y a la fraternidad, se acercó para
escucharle; y se puso en fila para recibir, como uno más, el bautismo, signo de
conversión. El evangelista nos hace vislumbrar la verdad de este acontecimiento
histórico que de algún modo resume toda la vida y la muerte de Jesús.
2. Entre la masa de pecadores, esperando a bautizarse como uno de tantos, en una
sociedad deshu-manizada por grupos que, según el Bautista son “raza de víboras”,
Jesús de Nazaret vive una singular experiencia de Dios: se siente amado
incondicionalmente, transformado por el Espíritu y enviado para ir por el mundo
haciendo el bien, curando enfermos y combatiendo las fuerzas del mal. Su
experiencia religiosa responde a una voz: “Tú eres mi Hijo amado”. Y esa
experiencia de Dios como amor fructifica en compromiso histórico a favor de los
demás, especialmente de los más pobres que nada pueden dar a cambio.
3. Es significativo que para la nueva evangelización, la Iglesia quiere que sea este
un Año de la Fe. Lamentablemente, a veces se reduce la fe a creencias o a la
aceptación de verdades con la cabeza; tampoco se reduce a unas prácticas
religiosas. La fe cristiana es una experiencia que brota “del encuentro con un
acontecimiento, con una persona que da un nuevo horizonte a la vida y con ello una
orientación decisiva”; es participar de la experiencia que Jesús de Nazaret tuvo en
su bautismo y a lo largo de su existencia: “como el Padre me ama, también os amo
yo”. Lejos de lanzarnos a las alturas y separarnos del mundo, nos da nuevos ojos
para mirar con amor a la humanidad y un corazón nuevo para ser fieles a la tierra.
El himno a la Virgen de la Caridad expresa muy bien eso que vivieron, cada uno con
su peculiaridad, el padre Félix Varela y el genial José Martí: “que el amor a mi tierra
nazca del amor a mi Dios”.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net