Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Solemnidad de la Epifanía del Señor
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: La gloria del Señor amanece sobre ti * Se postrarán
ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra. * Ahora ha sido revelado que
también los gentiles son coherederos * Venimos de Oriente para adorar al
Rey
Textos para este día:
Isaías 60, 1-6:
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!
Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti
amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz;
los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se
han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará,
cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los
pueblos. Te inundará una multitud de camellos, los dromedarios de Madián y de
Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas
del Señor .
Salmo 71:
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes: para que rija a tu
pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de
mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. R.
Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributos; que los reyes de Sabá y de
Arabia le ofrezcan sus dones, que se postren ante él todos los reyes, y que todos
los pueblos le sirvan. R.
Porque él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se
apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R.
 
Efesios 3, 2-6:
Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha
dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio que
no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado
ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles
son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en
Jesucristo, por el Evangelio.
Mateo 2, 1-12:
Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de
Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: "¿Dónde está el rey de los judíos
que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo". Al
enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los
sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el
Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta:
"Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de
Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel"".
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en
que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: "Id y averiguad
cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo
también a adorarlo". Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de
pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a
pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa
alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de
rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro,
incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se
marcharon a su tierra por otro camino.
Homilía
Temas de las lecturas: La gloria del Señor amanece sobre ti * Se postrarán ante
ti, Señor, todos los reyes de la tierra. * Ahora ha sido revelado que también los
gentiles son coherederos * Venimos de Oriente para adorar al Rey
1. El Llamado de la Belleza
1.1 La solemnidad de la epifanía debería ir precedida de aquello que decimos en el
prefacio de la Santa Misa: "¡levantemos el corazón!" Dios se manifiesta en Jesús:
tal es el contenido maravilloso, inagotable, precioso sobre toda hermosura, de esta
fiesta singular.
1.2 Ahora pues que la Belleza Increada deja escuchar su voz, y somos convocados
a gozarnos en la visión del Eterno, vengan a acompañarnos y sean guías nuestros:
un corazón contemplativo, unos oídos capaces de escuchar y un corazón capaz de
acoger.
1.3 Jesús entero podría llamarse como se llama esta fiesta: Epifanía. "Quien me ha
visto a mí, ha visto al Padre", dijo él una vez a Felipe (Jn 14,9), y muchas veces a
nosotros. Nos lo repite cada vez que sentimos lo que sintió Felipe: "Muéstranos al
Padre, y eso nos basta" (Jn 14,8). ¿Has conocido la punzante inquietud que sienten
los niños que nunca han conocido a su papá, especialmente cuando llegan a la
juventud? ¿Has visto con qué ansiedad buscan ese rostro, esa referencia
existencial, esa primera clave de lectura que sólo un papá puede darles? Algo así
tiene el alma humana, algo incisivo, que nada puede apagar, algo que nos dice
gritar con Felipe. "¡muéstranos al Padre!". La respuesta a este clamor, el descanso
de esta zozobra es Jesús: ver a Jesús, reposar en Jesús. Él es nuestra epifanía.
2. El Llamado de la Humildad
2.1 Solemos imaginar lo más bello como más oneroso. Los perfumes delicados, los
vestidos finos, las joyas fastuosas significan siempre precios inalcanzables, dinero a
montones, costos imposibles. No es así con Jesús. El más bello es también el más
humilde; el más santo es también el más cercano; el más sabio es también el más
comprensible; el más puro es también el más amigable y el más acogedor. Su
grandeza no nos aplasta sino que nos levanta; su pureza no nos humilla sino que
nos limpia. Eso es lo grande de esta Epifanía.
2.2 Jesús es el llamado de la belleza sin límites pero también de la humildad sin
límites. Porque, en el fondo, la humildad es bella y la belleza es humilde. Un rostro
hermoso y petulante puede halagar los sentidos, pero a precio de entristecer el
alma, y eso en realidad no es hermosura. Sólo Jesús, en la dulce paz de su
presencia sin escándalos, en la serena palabra de su corazón cargado de amor,
puede manifestar al hombre esa belleza que no cansa, que no se repite, que
siempre refresca. ¡Bendita Epifanía, cúbrenos de tu esplendor y enséñanos el
camino a la Felicidad Perpetua!
Fr. Nelson Medina, O.P.