Comentario al evangelio del Lunes 14 de Enero del 2013
PESCADORES DE LA NUEVA EVANGELIZACION
Al leer este Evangelio de hoy, en el contexto del Año de la Fe en que nos encontramos, me ha
venido a la cabeza la invitación de distintos personajes de la Iglesia respecto a que la Nueva
Evangelización y la renovación de la fe tiene mucho que ver con los «evangelizadores» que la tenemos
que llevar a cabo.
Aunque este es un tema que desborda absolutamente la reflexión homilética de este día, sí que quiero
entresacar algunos puntos que nos ayuden a meditar, orar y revisarnos:
* Jesús se marcha a Galilea. A donde está la gente, lejos del «centro religioso» que representa
Jerusalem, su templo y sus autoridades. No se queda esperando a que vengan a él, ni se dirige a los que
ya están «en la onda» religiosa. Va a «meterse» en medio de las cosas cotidianas y de la vida diaria de
unos hombres ocupados en salir adelante cada día, va a «verlos». Y está bien que lo tengamos en
cuenta. Quizá podamos andar demasiado «prisioneros» de la estructuras, costumbres y prácticas
religiosas... y tengamos descuidada a mucha gene, con la que necesitamos entrar en contacto, verles,
mirarles con los mismos ojos de Jesús. Sentir y conocer sus inquietudes, contar con ellos, invitarles...
No a los de siempre. Sino quizás a aquellos de los que nadie suele acordarse.
* Va a proclamar el Evangelio de Dios, la buena noticia de Dios. Importante clave. Demasiadas veces
aparecemos como los censuradores, los que andamos señalando, excluyendo, condenando, exigiendo,
imponiendo. Jesús proclama una «noticia buena», algo que puede motivar, ilusionar, mover a las
gentes a interesarse por su propuesta, por su mensaje. Que conecta con sus expectativas, sueños y
deseos. Esto puede hacerlo porque ha dedicado una parte importante de su vida a formarse... y a darse
cuenta de lo que los hombres buscan, desean, necesitan. Y esa «noticia» no será otra que el ayudarles a
descubrir que «Dios está cerca» de ellos, que pueden encontrarse con él, que tienen que aprender a
descubrirlo, interesado por sus cosas, ayudándoles a ser, a salir adelante. Su lenguaje es positivo,
invita, propone: creed que Dios se preocupa por vosotros, que podéis encontrarlo, que tiene algo bueno
para vosotros. No les hablará de obligaciones, de ritos, de normas, de dogmas... sino de vivir de otra
manera.
* «Convertíos y creed en la Buena Noticia». Es decir, cambiar de mentalidad, asociar nuestro estilo de
vida al suyo, aceptar sus «caminos» para encontrarse con Dios, para agradarle. Creer en la Buena
Noticia es creer en Jesús, el que el Reino de Dios está muy cerca y muy dentro de nosotros. Que es él
quien nos sale a buscar y nos invita a acogerle con su propuesta de felicidad y plenitud, de
bienaventuranza.
* «Venid conmigo... y os haré pescadores». Primero se trata de «estar con él», de conocerle en persona,
de dejarse transformar por él, en contacto con él. No se trata de ser predicadores de un mensaje o de
una religiosidad, sino de ser portadores de una experiencia: lo que él ha hecho conmigo. Pedro es
pescador... pero no lo es de «hombres» todavía. Necesitará que el Señor le «pesque» del agua en medio
de la tempestad, de aprender a fijar los ojos en él cuando llegan las tormentas que parecen hundirnos,
de descubrirle como «Señor mío y Dios mío». Ser pescadores de hombres significará salir al encuentro
de los hombres que andan «ahogados», para darles la mano, para curar, para echar sus demonios,
para...
* Pero tendrán (tendremos) que dejar sus redes, sus barcas, y su «padre». Andamos muchas veces
enredados en nuestros trabajos de cada día, a veces en nuestras rutinas de siempre, en nuestras
ocupaciones diarias (aunque sean muy dignas y cualificadas) en nuestras tradiciones y mentalidades de
siempre (lo que representaba el padre) para encontrar otros mares, otras orillas, otras tareas, otros
planes...y otro Padre con mayúsculas, el Padre de una familia universal.
No me extiendo más por hoy. Creo que estas sencillas claves (para nada exhaustivas) nos pueden
ayudar en nuestra oración y en nuestra celebración eucarística... para animarnos a seguir profundizando
en nuestra fe, renovándola y compartiendola con esos «hombres» de Galilea que tanto preocupan al
Maestro de Nazareth. Y entre los cuales le encontraremos a él.
Enrique Martínez, cmf
Enrique Martinez, cmf