DOMINGO “FIESTA DEL BAUTISMO” (Marcos, 1, 6-11)
El Bautismo nos obtiene el gran Don de la Redención: ¡Hijos de Dios!
- Conocí a un Obispo que en sus visitas pastorales, en los encuentros con los
niños, solía hacer esta capciosa pregunta ¿Por dónde se entra en la Iglesia?
Nunca faltaba algún espontáneo que contestara: “por la puerta”. Era el
momento, aprovechado por el Obispo para aclararles: a la Iglesia de Cristo,
se entra por el Bautismo. Aquel juego de palabras servía para que a ningún
niño se le olvidara ya esta importante verdad .
- Después de escuchar el Evangelio, en el que se nos narra el Bautismo de
Jesús a manos de Juan el Bautista, quizás alguno pueda preguntarse:
¿Qué Bautismo es el que se nos invita a celebrar hoy, el Bautismo recibido
por Jesús en el Jordán de manos de Juan, o el que, el propio Jesús, instituye
y hemos recibido cada uno de nosotros?
- No tendría mucho sentido que, a estas alturas, celebráramos nosotros aquel
Bautismo de Juan que, aunque cumplió en su momento un puntual objetivo
penitencial, quedó ya sin vigencia. Aquel Bautismo fue sólo un eventual
Bautismo de penitencia, preparatorio del verdadero Bautismo de Jesús,
como lo confiesa el propio Juan: “Yo os he bautizado con agua, pero El os
bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
- El Bautismo, por tanto, que la Iglesia nos propone celebrar hoy en la Fiesta
de ese Bautismo, como no podía ser de otra manera es, el que tú y yo hemos
recibido, el que nos hizo un día hijos de Dios, partícipes de la Naturaleza
Divina y el que nos incorporó a la Iglesia.
Divinidad de Cristo.
- Pero, esta Fiesta, enmarcada dentro de la Octava de Epifanía, forma parte
de esas “teofanías” , de esas manifestaciones de Jesús como Dios.
- En la escena, que nos presenta el Evangelio de hoy, es el mismo Dios
Padre quien, solemnemente, testimonia la Divinidad de su Hijo:
“Este es mi Hijo amado: escuchadle”
- La Fiesta del Bautismo de Jesús, es una buena ocasión para que, cada uno
de nosotros reafirmemos agradecidos, estos sentimientos o propósitos:
1º) Agradecimiento a Dios por el Bautismo que nos hizo hijos suyos.
2º) Es una buena ocasión para renovar, de forma personal, nuestros
compromisos bautismales. (Cuando nos bautizamos no teníamos capacidad
para hacerlo)
3º) Y, finalmente, (a propósito de la revelación que el Padre nos hace de la
Divinidad de su Hijo), es también, una ocasión propicia para reafirmarnos
en esta importante verdad de Fe: Jesucristo es, Dios y hombre verdadero .