“Lo quiero, queda purificado”
Lc 5, 12-16
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. "SEÑOR, SI QUIERES, PUEDES PURIFICARME".
El relato de Lucas sobre esta curación no tiene datos especiales sobre los relatos
de Mateo y Marcos. En él, Lucas omite la divulgación que el leproso hace de su
curación, seriamente prohibida por Cristo, para evitar prematuras conmociones
mesiánicas populares. Pero se explica que, en la excitación de su alegría, acaso
ni se acordó de la prohibición o lo echó a la parte de modestia. Lucas, conforme
a su tema, destaca la oración habitual de Cristo — que debía ser larga —, pues
para ella se retiraba a lugares “desiertos”.
Nos encontramos ante un milagro de Jesús, realizado ante mucha gente, que
seguramente quedó muy impactada, esto, por las circunstancias que rodeo esta
acción de Jesús.
Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: "Señor, si quieres, puedes
purificarme". En una situación difícil se encontraban los enfermos de lepra en
aquellos tiempos, nadie se les acercaba y a ellos no se les permitía acercarse a
alguien, sin embargo por el deseo de sanarse él se atreve a acercarse a Jesús, el
enfermo intuye que en El encontrará la curación a su mal.
A nadie se le permitía acercarse a un leproso, y menos tocarlo, sin embargo
Jesús se acerca, extiende su mano y lo toca, diciendo: "Lo quiero, queda
purificado" y así entonces el enfermo queda curado.
2. “FUE A POSTRARSE ANTE EL”
¿Cuáles son nuestros pasos para acercarnos a Dios?
Reconozcamos nuestras necesidades, nuestras miserias, nuestras debilidades,
que somos muchas veces impotentes, que somos egoístas, que convivimos en y
con el pecado y que es necesario para nosotros la purificación, y porque no
decirlo, la santificación. Es así de necesario, para que el Espíritu de Dios inicie su
obra en nosotros, reconozcamos lo que somos y lo que necesitamos.
Es así, como se sano el leproso, primero reconoce su necesidad, frente a Jesús,
“fue a postrarse ante el” dice el evangelio, tal vez se arrodilló, tal vez puso la
cara en el suelo, lo que importa que frente a Jesús adopta una posición de
humildad, donde hay fe y confianza absoluta. Jesús, se conmueve como siempre
frente a la fe y al dolor, y todo lo que toca queda limpio.
Así es, como debemos buscar a Jesús, con humildad, con confianza, con fe y con
oración, y sin abandonar la perseverancia, nos dejamos tocar por El y nosotros
lo tocamos diariamente, especialmente en la comunión, de esta forma
conseguiremos los frutos de la curación.
3. JESÚS SE RETIRA FINALMENTE A ORAR Y A LUGARES
DESÉRTICOS
Hay también en milagro un mandato, que impone Jesús a este leproso, que se
presente a un sacerdote, para que su curación quede reconocida legalmente. Es
la voluntad del Señor, no prescindir del sacerdote en el trabajo de salvación. A
Jesús le debemos el perdón y la gracia, pero Él ha querido que este perdón y esa
gracia, venga a través del ministerio sacerdotal.
El Evangelio concluye que Jesús se retira finalmente a orar y a lugares
desérticos. Jesús no deja nunca de orar, los Evangelios nos muestran muchas
situaciones donde Él se retira a orar, y busca la soledad para hacerlo.
La actividad diaria más importante es orar, es la mejor forma de utilizar el
tiempo, y no se puede considerar como algo secundario.
Cuando planifiquemos la actividad del día, incluyamos unos minutos para la
oración, y dejemos esos instantes para dedicarnos con constancia a
comunicarnos con nuestro Padre y que nada nos aparte de esta intención.
El Señor les Bendiga