Fiesta. El Bautismo del Señor, Ciclo C
Julio César Villalobos, C.M.
Todos somos hijos amados de Dios
Hubo una reunión que organizó el párroco de un pueblo pequeño, donde invitó a:
gente de su parroquia, a personas que no estaban en ningún grupo parroquial, a
personas que nunca se les había visto ni en el pueblo (porque casi nunca salían de
su casa) ni en la parroquia. Todos quedaron impresionados, porque ese cura de
pueblo no hablaba nada durante una semana ya que con un grupo pequeño de
personas allegadas tapó el auditorio grande de su parroquia, no quería que nadie
les moleste. Había mucho hermetismo, mucho se especulaba: “¿qué estará
tramando ese sacerdote?”, “¿qué querrá conseguir con tanto silencio?”, “¿por qué
habrá ocultado ese auditorio?”, “nos preocupa su actitud”…
Aquel grupo pequeño de fieles que estaban trabajando en silencio con ese
sacerdote tenían varias tareas: unos ayudando a adornar festivamente ese
auditorio, los otros buscando por unos libros los nombres de todos los que se
habían bautizado en ese pueblo pequeño para darles en un papelito la fecha de su
bautizo, el nombre del sacerdote que les bautizó y el nombre de su padrino o
madrina. Quedaba un detalle especial: al terminar todos su propia tarea a alguien
se le ocurrió decir “¿Por qué no colocamos en la pared central un dibujo de Jesús
que señala con sus manos la frase TÚ ERES MI HIJO MUY AMADO, MI
PREDILECTO?”. Todos aceptaron esa propuesta. Y como ya se había determinado la
fecha de la fiesta, se abrieron las puertas de ese auditorio: un grupo de personas
entregaba a cada uno de ellos sus nombres con los datos de su bautizo, pero que
resaltaba la fecha de su bautizo y el otro grupo estaba con instrumentos musicales
y parlantes para empezar a celebrar la fiesta del bautizo de cada uno.
Isaías ya marca la pauta de nuestra reflexión: “Miren a mi siervo, a quien sostengo;
MI ELEGIDO A QUIEN PREFIERON. Sobre Él he puesto mi espíritu” (Is.42,1-4.6-7).
Cada uno en particular ha recibido de Dios mismo algo especial que todavía no
tomamos conciencia: la gracia de ser SUS ELEGIDOS, ¿te has dado cuenta de ello?
¿Entenderemos siempre que Dios nos ve a todos iguales porque nos ama?: “Ahora
comprendo que Dios no hace distinciones; acepta al que lo honra y obra
rectamente, sea de la nación que sea” (Hch.10,34-38).
Somos siempre los ungidos por el espíritu, porque al ser bautizados Dios nos ha
regalado esa gracia que muchas veces la rechazamos o la cuestionamos. Es claro el
mensaje del precursor del Mesías: “Él les bautizará con Espíritu Santo y fuego”
(Lc.3,15-16.21-22). Sabemos la doctrina que por el bautismo: somos hijos de Dios,
miembros de la Iglesia, somos sacerdotes – profetas y reyes, y de manera
particular Dios nos ha regalado en semilla la gracia de ser SANTOS.
¿Alguna vez le diste gracias a Dios por ser bautizado-a?, ¿sabes la fecha de tu
bautizo?, ¿Por qué siempre se celebran los cumpleaños o los natalicios y por qué no
se celebra de una mejor manera el día que Dios nos ha bautizado?
Cada vez que alguien se bautiza, se repite el mismo grito del río Jordán: “Este es
mi Hijo, el amado, mi predilecto”.
Dios nos prefiere a todos, Él se pasa de bueno mirándonos con cariño (cf.Jer.31, 3).
Tenemos la dicha de gozar de la gracia de Dios en nosotros, que muchas veces la
perdemos por el pecado que cometemos a diario.
Que todos sepamos valorar el sacramento del bautismo. El día que Dios nos ha
bautizado ese día el cielo se abrió para regalarnos la bendición de ser hijos e hijas
de Dios. ¡Qué gran dicha! ¡Qué gran regalo!
¡Todos somos hijos amados de Dios!
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)