DOMINGO TERCER0. TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
Lc.1 14 - 21
Excelentísimo Teófilo:
Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que
se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por
los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra.
Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio,
he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las
enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama
se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo
alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su
costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le
entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje
donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los
cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la
sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
- «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
CUENTO: MIRAR EL FONDO
Una princesa recibió por su cumpleaños de su prometido un paquete pesado
de forma esférica. Impaciente por la curiosidad lo abrió y encontró….una
gruesa bala de cañón. Desilusionada y furiosa tiró contra el suelo el negro
proyectil de bronce. Al caer a tierra, el caparazón exterior de la esfera se
abrió y apareció una bola más pequeña de plata. La princesa la recogió en
seguida. Al darle vueltas en la mana hizo una ligera presión sobre la
superficie. La bola de plata de abrió también y apareció un pequeño estuche
de oro. Esta vez la princesa abrió el estuche con facilidad. En su interior,
sobre una blanda superficie de terciopelo negro, destacaba una magnífica
sortija engarzada con espléndidos brillantes, que hacían corona a dos
sencillas palabras: “TE AMO”.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Cuando algo en la vida se repite mucho, puede ocurrir que al final ya no
tenga ninguna resonancia especial para nosotros, o simplemente pierda la
fuerza transformadora original. Eso nos ha pasado a veces con nuestra fe
cristiana y con el mensaje del Evangelio: que al final no sabemos qué es lo
importante., aquello original y único.
El Evangelio de hoy nos vuelve hacia el genuino mensaje del Evangelio.
Cristo, en la sinagoga de Cafarnaúm, presenta su programa de acción, su
carta de presentación ante una asamblea en expectación. Jesús,
comentando un texto del profeta Isaías, se presenta como el Ungido del
Espíritu, el Liberador, el Anunciador de una Buena Noticia para los pobres.
Jesús no ha venido para aguarnos la fiesta de la vida, sino para liberarnos
de todo aquello que nos hace infelices. Esa Buena Noticia es consoladora y a
la vez denunciadora de un mundo donde desgraciadamente siguen
abundando los pobres, los oprimidos, los esclavizados, los encarcelados los
ciegos y los sordos al clamor de los necesitados y excluidos de nuestro
mundo.
Desgraciadamente, este mensaje liberador muchas veces queda escondido,
ahogado por una Iglesia preocupada a veces por el cumplimiento de la ley,
que por el ejercicio liberador del amor.
Nos puede pasar como la sortija del cuento, enterrada entre envoltorios que
no dejan ver el verdadero mensaje del Evangelio, que no es otro que esa
Buena Noticia del Amor de Dios por todos, especialmente por los más
pobres de la tierra.
Por decir eso, y sobre todo por practicarlo, Jesús es atacado, rechazado,
crucificado. Pero nosotros no somos muchas veces tan valientes, preferimos
callar y nos refugiamos en una fe interior que no transforma nuestra vida ni
nos hace denunciadores de las injusticias que nos rodean.
El texto del profeta Isaías es asumido por Jesús como propio y hecho carne
en su persona, en su palabra y en su vida.
Nosotros, cada uno y cada una de nosotros, que nos decimos cristianos,
estamos llamados a ser encarnación del mensaje de Cristo, otros Cristo en
la tierra, continuadores de su palabra y de su misión. Esto nos acarreará
rechazos, incomprensiones, pérdidas de poder, quizá persecuciones
solapadas. Pero no debemos tener miedo, también a Cristo lo persiguieron y
rechazaron. Necesitamos hoy más que nunca cristianos coherentes,
valientes y testigos alegres de la Buena Noticia, anunciadores del amor y la
paz, denunciadores de la injusticia y las desigualdades, portadores de vida y
de liberación para los pobres. Porque si no somos Buena Noticia para los
pobres, sino que nos perciben lejanos a ellos, incoherentes entre lo que
decimos y lo que hacemos, estaremos traicionando el mensaje verdadero de
Jesús.
Estamos celebrando esta semana un Octavario de Oración por la Unidad de
los cristianos. Más que nunca es necesario terminar con este escándalo de
la división que desfigura y traiciona el mensaje de Cristo: “Que todos sean
uno, para que el mundo crea”.
Dejemos a un lado las diferencias teológicas o disciplinares, porque quizá no
lleguemos nunca a una unidad total, pero sí podemos unirnos en el
testimonio común de la Buena Noticia Liberadora de Cristo, en el empeño
común por la paz, por la justicia, por la solidaridad, por la ecología, por la
igualdad, por el respeto a los Derechos Humanos, por todos aquello que
genere más vida y vida digna para los que son excluidos de nuestras
sociedades de la abundancia y el bienestar.
No tengamos miedo: el Espíritu nos acompaña y nos dará palabras
adecuadas y nos fortalecerá y nos enviará a ser testigos del verdadero
Evangelio de Cristo.
¡FELIZ SEMANA A TODOS!.