Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 1, Lunes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Dios nos ha hablado por su Hijo * Adorad a Dios, todos
sus ángeles. * Arrepiéntanse y crean en el Evangelio
Textos para este día:
Hebreos 1, 1-6:
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros
padres por los profetas.
Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado
heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo.
Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra
poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la
derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles,
cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.
Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo
seré para él un padre, y él será para mí un hijo»?
Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos
los ángeles de Dios.»
Salmo 96 :
El Señor reina, la tierra goza, / se alegran las islas innumerables. / Justicia y
derecho sostienen su trono. R.
Los cielos pregonan su justicia, / y todos los pueblos contemplan su gloria. / Ante él
se postran todos los dioses. R.
Porque tú eres, Señor, / altísimo sobre toda la tierra, / encumbrado sobre todos los
dioses. R.
 
Marcos 1,14-20:
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de
Dios. Decía:
-«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el
Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran
pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo:
-«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que
estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en
la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Homilía
Temas de las lecturas: Dios nos ha hablado por su Hijo * Adorad a Dios, todos
sus ángeles. * Arrepiéntanse y crean en el Evangelio
1. El Tiempo "Ordinario"
1.1 Empezamos hoy el tiempo llamado "ordinario", o mejor: el tiempo "durante el
año". En el dúo adviento-navidad celebramos la encarnación del Señor; en el dúo
cuaresma-pascua celebramos la muerte y resurrección del Señor. La Encarnación y
la Pascua son los dos misterios mayores de nuestra fe, pero no agotan el misterio
de Cristo. El tiempo "durante el año" tiene ese propósito: contemplar de la mano
del Evangelio el conjunto admirable del misterio del ministerio de Cristo, que es lo
que va desde su Encarnación hasta su Pascua.
1.2 Nuestra guía en esa contemplación y maravilloso aprendizaje es, desde luego,
el Santo Evangelio. Por eso el tiempo ordinario es el tiempo del evangelio, el tiempo
para oír, de un modo continuo y muy completo, el evangelio. Ahora bien, como hay
una serie de textos evangélicos que se proclaman en adviento-navidad y otra en
cuaresma-pascua, los textos del tiempo ordinario empiezan con el bautismo del
Señor, que fue la fiesta de ayer, y se prolongan hasta los discursos de fondo
escatológico que Jesús predicó en Jerusalén, ya próximo a su Pasión.
1.3 El tiempo ordinario tiene 33 o 34 semanas, dependiendo del comienzo del
adviento del año litúrgico siguiente. Durante esas semanas se leen los textos
principales del Evangelio según san Marcos, luego las partes de Mateo que no
tienen paralelo en Marcos y luego las partes de Lucas que no tienen paralelo exacto
ni en Marcos ni en Mateo. De este modo, los evangelios llamados "sinópticos" nos
enseñan a lo largo de este ciclo del tiempo ordinario a mirar el misterio del
ministerio de Nuestro Señor Jesucristo.
1.4 Eso en cuanto a las lecturas del evangelio. Con respecto a la primera lectura, la
Iglesia ha tomado una opción en dos ciclos: uno para los años impares, como este,
y otro para los años pares. Los libros, o mejor dicho, las partes de los libros que se
leen en cada ciclo, par o impar, son obviamente distintos. El ciclo de los años
impares comienza, como vemos, con la Carta a los Hebreos; el ciclo de los años
pares empezará con la historia de Samuel, en el Primer Libro que lleva su nombre.
2. El Hijo, Superior a los Ángeles
2.1 El tema con que empieza la Carta a los Hebreos seguramente suena lejano a
nuestros problemas más típicos. ¿A quién le importaría si Cristo es superior a los
ángeles? Y sin embargo, no es difícil encontrar analogías con nuestro tiempo. Para
la Nueva Era, Cristo es un ser cósmico más, si acaso algo como un "super-ángel",
pero nada más. La relación de Cristo con el Padre es vista entonces como algo
comparable a la buena voluntad que un ángel o una persona "buena" podría tener.
Según ello, no hay más salvación en los actos de Cristo que lo que puede esperarse
de una persona sensata, razonable o generosa. El hombre se postula como salvador
de sí mismo, y Dios o no existe, o es otro nombre para una dimensión del ser
humano, o existe sólo como idea que vive para sí, a la manera del dios de
Aristóteles. Toda la fe cristiana cae.
2.2 Vemos que un enunciado aparentemente lejano y abstracto sin embargo toca el
corazón de nuestra fe. Y por eso, por amor a nuestra fe y por anhelo de apreciarla
mejor, hemos de destacar algunos puntos del texto de Hebreos que la Iglesia nos
ofrece hoy. Empezamos con una pregunta: ¿qué peculiaridades tiene Cristo, según
estos versículos?
2.3 Son varias estas peculiaridades. Cristo llega en el momento "final", y como final
de un proceso (Heb 1,2). Cristo es el "heredero de todo"; es aquel "por quien fue
hecho el universo" (Heb 1,2). Aún más: "El es reflejo de su gloria, imagen perfecta
de su ser. El sostiene el universo con su palabra poderosa." (Heb 1,3). Cristo es el
que ha realizado "la purificación por los pecados" (Heb 1,3); es el que está "a la
diestra del Padre", y que recibe un trato (tiene un "título") superior al de todo
ángel, pues es "engendrado de Dios", que le llama "hijo" y se llama "Padre".
2.4 La enseñanza, pues, es clara: Cristo es único. Lo que podemos esperar de
Cristo es único. Lo que hizo Cristo es único. Lo que hemos de agradecerle y el amor
que le debemos, todo, todo es único.
Fr. Nelson Medina, O.P.