I Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo C (Año Impar)
Miercoles
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 2,14-18: Tenía que parecerse en todo a sus hermanos para ser
compasivo.
b.- Mc. 1, 29-39: Curó a muchos enfermos de males.
La curación de la suegra de Pedro es la primera acción de este tipo que narra el
evangelista Marco; pasado el sábado, seguirá sanando de sus males a muchos
enfermos; junto a las expulsiones de demonios, manifestación de la llegada del
reino de Dios al hombre, el reino de Satanás, tiene los días contados (v. 34). En
una jerarquía de importancia, será la predicación de la palabra de Dios lo más
importante, esa es su misión, para eso ha venido, ella llega directamente a los
hombres (v. 38). Las curaciones que realiza Jesús son signo de la salvación que
Dios reserva a los hombres, pero siempre late el peligro de quedarse en lo externo,
la liberación de ciertos males, sin profundizar lo suficiente el hecho salvífico que
está aconteciendo. Contrarresta esta actitud, una tentación de mesianismo fácil, la
búsqueda de la soledad para orar al Padre que tiene Jesús (v. 35). Pasado el
sábado Jesús sigue en casa de Pedro, la gente lo espera para sanar a muchos de
sus enfermedades y nuevamente expulsar demonios, pero la intención del
evangelista es mostrar la compasión de Dios con esos enfermos, pero los hombres
no lo entienden así y sólo buscan la curación (v. 37). Cuando menciona los
demonios deja claro que Jesús no les permitía hablar porque sabían quien era (v.
34), quiere que hablen los hombres y reconozcan el poder sanador de Dios,
reflexión que les lleve a comprender el sentido de esas acciones realizadas por el
maestro de Nazaret. Consciente de su misión Jesús nutre su actividad con la
oración solitaria, comunión con su Padre del cielo, para seguir, en otro pueblo la
predicación, evitando todo protagonismo, porque para eso ha venido. La Iglesia
primitiva aprendió que esa generosidad a la predicación es el primer paso para
llevar a los hombres de todos los tiempos a las fuentes de la salvación. También
hoy Jesús sigue sanando, desde lo interior al hombre por la fuerza de su Espíritu
con la palabra de vida y luz venida del cielo para liberar de toda esclavitud. La
buena fama de Jesús es aurora de la entrada del Evangelio en nuestras vidas.
La Santa Madre Teresa siempre tuvo mala salud, sin embarbo, eso no la detuvo
para emprender grandes empresas. San José fue su médico celestial. “Determiné
acudir a los médicos del cielo para que me sanasen, que todavía deseaba la
salud…pensaba que serviría mucho más a Dios con salud” (Vida 6,5) .