II Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo C (Año Impar)
Lunes.
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 5,1-10: A pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer.
b.- Mc. 2, 18-22: El novio está con ellos.
En el evangelio encontramos una controversia entre Jesús y los fariseos. Ahora se
trata del ayuno y de la conducta escandalosa de parte del grupo de Jesús, es decir,
de sus discípulos. La pregunta de los fariseos, da pie a Jesús, para presentar una
doctrina más profunda que el tema del ayuno. Esta práctica se refiere, no al ayuno,
que toda la nación practicaba un vez al año, sino del ejercicio libre y particular (cfr.
Mt. 6, 16ss), que hacían los fariseos piadosos, dos veces por semana (cfr. Lc. 18,
12). La Iglesia primitiva dio más importancia, no a la norma respecto al ayuno, sino
al tema sobre la venida del Señor y de la era, que con ÉL se inicia. Los ejemplos
del paño y los odres de vino, esclarecen la parábola del novio y el banquete de
boda. Jesús entiende su venida y presencia en medio de los hombres, como el
cumplimiento de las promesas de Dios (cfr. Is. 62; 61,10). Por lo tanto, es
imposible que los invitados a las bodas ayunen, o estén afligidos (v. 19; Mt. 9, 15).
Esa misma alegría que tiene el Hijo, deben reflejarla los amigos del novio o sea los
discípulos. De ahí, que la Eucaristía tiene ese carácter de alegría escatológica (cfr.
Hch. 2, 46); pero, por otra parte, el realismo exige a Jesús decir, que cuando se
lleven al Esposo, entonces ayunarán. Está pensando en su misterio pascual, de
muerte y resurrección y ascensión a los cielos. Este tiempo, antes de su venida
definitiva con poder y gloria, hay que vivirlo, muriendo a nosotros mismos
ayunando de cosas vanas, para nutrirnos de la Palabra de Dios, la Eucaristía, la
comunidad eclesial y la oración, hecha en común y privadamente. Entonces, la
verdadera penitencia y ayuno, se entiende como lo que tenemos que aportar de
disposición interior, para que el Señor, por medio de su gracia nos santifique cada
día. Con Jesús todo es nuevo, y no entra en el viejo orden social, moral y religioso
de los fariseos, de Israel; nueva creación en lenguaje profético y ordenamiento
divino de la sociedad (cfr. Jer. 31, 31; Ez. 36, 26; Is. 65, 17; 66, 22). Esta novedad
escatológica, es presente y futuro en Jesús: sus palabras y obras, anuncian un
tiempo nuevo y un orden nuevo de la sociedad para el hombre de fe y también para
el pagano. Es el tiempo de la salvación, es el vino nuevo que hay que recibir en
odres nuevos, es decir, con cambio de mentalidad (cfr. Jn. 2, 1-11). La nueva
Alianza sellada con la Sangre de Cristo, es el inicio de ese tiempo nuevo, que no
terminará, sino con el regreso del Señor Jesús al final de los tiempos. Este tiempo
que ha llegado, vivido en la comunión con Dios, es motivo de alegría y servicio en
la construcción del Reino de Dios, con el prójimo que se nos ha confiado, servicio
hecho en fe, libertad y amor.
Teresa de Jesús, vivió a fondo esa esponsalidad bautismal con Cristo, cuyo mejor
fruto fue su consagración a Dios en el Carmelo, hasta convertirse en Maestra de
espirituales. “O somos esposas de tan gran rey, o no. Si lo somos, ¿qué mujer
honrada hay que no participe de las deshonras que a su esposo se hacen” (CV
13,2).