Ciclo C: III Domingo del Tiempo Ordinario
Alfonso Berrade, C.M.
Tenía costumbre de hacerlo
Había estado una temporada en el desierto. Todo judío que se lanzaba a actuar
como profeta debía pasar un tiempo en el desierto. El desierto era un lugar
emblemático para todos. En él se había hecho adulto el pueblo de Israel, en el
desierto fueron entregados los Mandamientos de la Ley, allí pasaron 40 años entre
maravillosas intervenciones de Dios y pecados del pueblo. Allí se curtieron para vida
sencilla y pobre.
Pues bien, Jesús también se fue al desierto. Dicen que tal vez estuvo a orillas del
mar Muerto, en Qumrán. Allí también, parece casi seguro, estuvo Juan el Bautista.
Al salir del desierto, empieza la predicación de Jesús; y quiere empezarla en su
pueblo Nazareth con el libro que más había leído y comentado, Isaías. No sabemos
si buscó el pasaje leído o si salió por casualidad. El hecho es que dicho pasaje narra
uno de los momentos de mayor alegría del pueblo, el año de gracia del Señor, el
año en que se recuperaba la libertad perdida, se recobraba el buey o las tierras
perdidas por deudas.
Jesús tenía la costumbre de hablar en la sinagoga de Nazareth. Es seguro que
durante los treinta años de vida interna en el pueblo, como un trabajador más,
llamaba la atención por sus comentarios incisivos y autorizados de la Palabra de
Dios. Al volver de una experiencia en el desierto, la gente esperaba un compartir
muy especial. Así nos pasa a nosotros cuando alguien de nuestro ambiente hace un
retiro, un Cursillo de Cristiandad u otra experiencia, esperamos nos manifieste su
reacción vital y cómo le ha afectado en su vida diaria. Todos en la sinagoga tenían
los ojos fijos en él. Sabían que no les iba a defraudar, siempre les había animado
en la vida del pueblo, siempre tenía una palabra adecuada para cada uno que se le
acercaba. Pues bien ¿Qué dijo Jesús? :
“Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír”. Lo que acababan de oír era la
proclamación de un nuevo año jubilar que Jesús lo convertirá en un tiempo total y
definitivo de jubileo. Nos trae la libertad, la alegría, la salud de alma y cuerpo.
Estamos iniciando el año y debemos iniciar los trabajos pastorales. Debemos
lanzarnos a proclamar las gracias del Señor. No sé si la gente de nuestro entorno
estará mirándonos fijamente para ver qué decimos y hacemos como discípulos de
Jesús. Pero lo que debemos hacer hay que hacerlo. Ojalá seamos incisivos y
actualizadores de la Palabra de Dios. Cada uno de los miembros de la parroquia, los
grupos parroquiales, las familias con sus niños y mayores, todos en pie de esfuerzo
por hacer realidad el Reino de Dios. Que no permitamos la injusticia, la mentira y el
ataque personal; que los políticos piensen en servirnos y no en servirse ellos; que
los maestros enseñen, que los medios de comunicación sean promotores de cultura
y valores humanos y que aprendamos todos a darnos la mano para encaminarnos
hacia Dios sirviendo a los hombres como hermanos. ¡Que esta sea la manera
ordinaria de vivir y lo plasmemos en nuestros proyectos de trabajo pastoral de los
grupos!
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)