Domingo III del tiempo Ordinario del ciclo C.
¿En qué consistió la misión que Jesús llevó a cabo?
Ejercicio de lectio divina de LC. 1, 1-4. 4, 14-21.
1. Oración inicial.
Tal como no aplazamos Nuestras obligaciones, nos conviene relacionarnos con el
Dios Uno y Trino, porque El nos creó, y nuestra vida se encamina a su presencia.
Orar es impedir que nuestras ocupaciones y preocupaciones nos impidan
relacionarnos con el Dios que nos amó hasta permitir que su Unigénito muriera
para demostrarnos tan sorprendente realidad.
Orar es adquirir el conocimiento de la Palabra de Dios, con tal de lograr que
nuestra vida se rija por la aceptación y aplicación de la misma, a las circunstancias
que nos caracterizan.
Orar es tener en cuenta que, aunque debemos adaptarnos a las circunstancias
actuales de la humanidad para evangelizarla, nuestras creencias provienen del
mismo Jesús, lo cual significa que no pueden ser modificadas.
Orar es mantener la creencia de que la Palabra de Dios es importante para
nosotros, a pesar de que fue escrita hace muchos siglos.
Orar es confiarnos al Espíritu Santo, para permitirle que nos santifique y
purifique.
Orar es enseñar la Palabra de Dios tal como la hemos aprendido, siendo
conscientes de que, la enseñanza de otros, nos hará vivir revisando nuestras
creencias permanentemente, con el fin de poder iluminar, desde la óptica de Dios,
las circunstancias que viva la humanidad.
Orar es para nosotros querer ser tan humildes como Nuestro Salvador, quien no
leyó en la sinagoga de Nazaret la lectura correspondiente a un doctor de la Ley,
sino la que podía ser leída por un laico.
Orar es vivir anunciando la gran obra que el Señor ha llevado a cabo en nuestro
beneficio, e intentar imitar la conducta observada por Nuestro Salvador, para que el
mundo vea que, la fe que profesamos, es una manera de vivir, no una ideología.
Oremos:
"ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO"
Espíritu Santo, hoy quiero hablar contigo. Concédeme la luz y la paz
interior para ir hablándote paso a paso y sentirme escuchado.
Hoy es tiempo de una gran prueba interior, tu purificación para
conmigo. Te siento como el Podador, estás arrancando de cuajo lo que
no sirve y preparas el terreno para que ello suceda: una prueba aquí,
una cruz allá, un disgusto aquí, una resistencia acá. Estás
transparentando la toma de conciencia de mis propias respuestas
interiores para convertirme.
Recuerdo a San Juan de la Cruz cuando dice que al investir esa llama
de amor y de fuego en que consiste la purificación, el Espíritu Santo
nos da la luz a nuestro ojo espiritual, para poder ver con toda
claridad nuestra naturaleza humana: miseria.
Sé que tu forma de amarme es purificarme. ¿pero cual es hoy mi
respuesta?
En la alternativa, sabes que muchas veces elijo mi propio parecer y
evado la respuesta evangélica que me haría vivir en paz y hasta
soportar con alegría la cruz.
Me doy cuenta que aspiro a pensar y a actuar sobrenaturalmente con
medios y actitudes exclusivamente humanos, apareciendo entonces por
doquier, las contradicciones que frustran, desconsuelan y angustian.
Te estoy escuchando: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos... Sin
mí no podéis hacer nada". En estos momentos quiero comenzar algo
distinto: AYÚDAME, ven con tu hierro candente, cámbiame, transfórmame
y que aprenda a orar incesantemente noche y día contigo.
No quiero contar más conmigo, deseo vencer mi orgullo y dar un paso
de humildad: Sin ti, no puedo hacer nada y nada soy. Espero verte
cara a cara en el misterio, charlar juntos con confianza y fe, sin
miedos y sin culpas.
Tú resucitaste, estás en espíritu y verdad, aquí, ahora, junto a mí.
Acepta mis miserias, te las entrego como lo único que puedo ofrecerte
y háblame al oído con tu delicada dulzura.
AMÉN.
(Desconozco el autor).
2. Leemos atentamente LC. 1, 1-4. 4, 14-21, intentando abarcar el mensaje que
San Lucas nos transmite en el citado pasaje de su Evangelio.
"Hoy se cumple esta Escritura
( Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 1_4; 4, 14_21
Excelentísimo Teófilo:
Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han
verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero
fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después
de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por
su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se
extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre
los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del
profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos
la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga
tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
—«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»".
2-1. Permanecemos en silencio unos minutos, para comprobar si hemos
asimilado el pasaje bíblico que estamos considerando.
2-2. Repetimos la lectura del texto dos o tres veces, hasta que podamos
asimilarlo, en conformidad con nuestras posibilidades de retener, si no todo el
texto, las frases más relevantes del mismo.
3. Meditación de LC. 1, 1-4. 4, 14-21.
3-1. Las tradiciones que heredamos de nuestros antepasados, siguen vivas en el
presente, y se las transmitiremos a las generaciones futuras.
"Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han
verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el
principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra" (LC. 1, 1-2).
El Evangelio que meditamos en esta ocasión, se divide en dos partes, en la
primera de las cuales encontramos el prólogo del primer libro de San Lucas (LC. 1,
1-4), y, en la segunda, encontramos la primera parte de la manifestación de Jesús
como Mesías, en la Sinagoga de Nazaret (LC. 4, 14-21). La conclusión de la
segunda parte del Evangelio de hoy, la meditaremos el próximo Domingo.
Supongamos que, tal como hizo San Lucas en su tiempo, queremos hacer una
investigación exhaustiva, de la vida y obra de Jesús. el citado Santo no se conformó
con el hecho de buscar alguna información, pues contactó con los testigos
presenciales de la vida y obra de Nuestro Salvador, e investigó lo que se había
escrito con respecto al Mesías. San Lucas les escribió a sus lectores una narración
lo más ordenada posible de "las cosas que se han verificado entre nosotros" (CF.
LC. 1, 1). Si bien existe la posibilidad de que San Lucas no siguiera un orden exacto
en su narración de la vida de Jesús, lo hizo en conformidad con la información que
encontró, y con el propósito con que intentó resolver los problemas, de las
comunidades cristianas, a las que dirigió sus dos obras, que pueden leerse, como si
fueran un solo libro, a pesar de que, en la Biblia, aparecen separadas.
Se nos acusa a los católicos de manipular la Biblia, y de vivir, no en conformidad
con el cumplimiento de la voluntad de Dios, sino con la aplicación de tradiciones
humanas. Para los católicos, las tradiciones son ataduras que hemos recibido de
nuestros antepasados en la fe. La Iglesia ha cambiado el sentido de ciertas
costumbres paganas con tal de cristianizarlas, así pues, dado que las mismas tienen
un nuevo sentido cristiano, no tienen por qué ser vistas como contrarias a la Biblia.
A modo de ejemplo, dado que los romanos adoraban al sol en diciembre, los
católicos sustituyeron la citada fiesta pagana por la celebración de Navidad, porque,
en LC, 1, 78, se puede leer, que Jesús es el sol de justicia.
3-2. ¿Quién es Teófilo?
"He decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo
desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo" (LC. 1, 3).
¿Quién es Teófilo, el personaje al que San Lucas le dedica sus dos libros? Hay
quienes piensan que se trataba de un romano influyente que se hizo cristiano y
pagó los gastos originados por la investigación de San Lucas y la escritura de sus
dos libros, y hay quienes piensan que el nombre Teófilo es una manera simbólica de
llamar a todos los lectores del citado Santo individualmente. Desde el punto de
vista espiritual en que estamos invitados a leer el tercer Evangelio y los Hechos de
los Apóstoles, somos los Teófilos a quienes San Lucas nos dedica sus dos libros, a
fin de que aumentemos la fe que tenemos en Jesús.
3-3. Apliquemos la Palabra de Dios a nuestras circunstancias actuales.
"Para que conozcas la solidez de las enseñanzas que hemos recibido" (LC. 1, 4).
La humanidad no es estática, lo cual significa que, conforme pasa el tiempo, no
deja de avanzar. Dado que al no ser perfectos como lo es Dios podemos errar con
gran facilidad, a veces nuestros avances son positivos, y, en ciertas ocasiones, son
negativos. La Palabra de Dios siempre es igual, y, si encontramos que la misma es
cambiante, ello sucede, porque intentamos adaptarla, a lo que queremos que llegue
a ser.
La Palabra de dios no cambia, así pues, el hecho de honrar a nuestros padres, fue
válido en el tiempo del Antiguo Testamento, y no debe dejar de ser actual. La
Palabra divina que sirvió de gran ayuda en el pasado, aún puede iluminar nuestras
circunstancias actuales, pues, independientemente de los sorprendentes avances de
que seamos testigos, no debemos dejar de relacionarnos con Dios ni con sus hijos
los hombres. Si queremos conocer al Dios verdadero y no inventarnos una divinidad
que se adapte a nuestros deseos, y si deseamos mantener buenas relaciones con
nuestros familiares y amigos, debemos aprender cómo encontrar la plenitud de la
felicidad, examinando la Palabra de Dios, que está escrita en la Biblia.
3-4. Impulsados por la fuerza del Espíritu.
"Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda
la región" (LC. 4, 14).
San Lucas nos informa de que Jesús se dejaba conducir por el Espíritu Santo,
para recordarnos que siempre le fue fiel a Nuestro Santo Padre, por lo que jamás
dejó de cumplir su voluntad.
¿Vivimos cumpliendo nuestra voluntad, o dejamos que el Espíritu Santo nos
impulse, a fin de que podamos cumplir la voluntad de Nuestro Santo Padre?
Cuando Jesús celebró su última Cena de Pascua con sus discípulos, les dijo que
debían dejarse conducir por la tercera Persona de la Santísima Trinidad.
"Pero el Paráclito, el Espíritu Santo,
que el Padre enviará en mi nombre,
os lo enseñará todo
y os recordará todo lo que yo os he dicho" (JN. 14, 26).
"Cuando venga él,
el Espíritu de la verdad,
os guiará hasta la verdad completa;
pues no hablará por su cuenta,
sino que hablará lo que oiga,
y os anunciará lo que ha de venir" (JN. 16, 13).
3-5. Las sinagogas.
"el iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos" (LC. 4, 15).
La palabra sinagoga procede del griego, y significa reunión, por lo que ha de
entenderse que, las sinagogas de los israelitas, eran los lugares de las reuniones de
los judíos. Dado que los judíos no podían ir al Templo de Jerusalén todos los
sábados, tenían las citadas casas destinadas al culto sagrado, en todas las
poblaciones en que, al menos, hubiera diez familias israelitas.
En cada sinagoga, el tabernáculo estaba en el lugar santo, la parte de las citadas
casas, que hacía alusión, al Lugar Santo, del Templo de la ciudad santa. Dicho lugar
santo estaba separado del resto de la sinagoga por una cortina, tal cual, en el
Templo de Jerusalén, estaba separado el Lugar Santo, de las demás dependencias.
Los rollos de la Torá se tenían en el tabernáculo, que se encontraba en dicho lugar
santo, y estaba orientado hacia el Templo de Jerusalén.
En medio de las sinagogas y delante del lugar santo, había un púlpito (conocido
como bima) sobre un estrado, desde donde se leían la Torá y los textos proféticos,
y se dirigía el rezo de la oración solemne. A lo largo de las paredes, solía haber
bancos, para que se sentaran los fieles.
Los días laborales, las sinagogas eran escuelas, en que se instruía a los niños.
Notemos cómo Jesús fue apreciado por todos sus oyentes de las sinagogas de
Galilea, y fue despreciado por los habitantes del pueblo en que se crió, como
veremos en el presente trabajo.
3-6. ¿Queremos que el culto religioso forme parte de nuestra vida?
"Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la
sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura" (LC. 4, 16).
A pesar de que es Dios, Jesús, lejos de aspirar a la grandeza que constituye el
sentido de la vida de muchos de nuestros prójimos, asistía al culto sinagogal,
haciéndose pasar por cualquier aprendiz de la Palabra de Dios, a pesar de que,
nadie como El, conocía a Nuestro Santo Padre.
Sería conveniente que hagamos una pausa antes de seguir meditando el
contenido de este trabajo, para pensar si tenemos excusas por las que no asistimos
al culto religioso, y para ver cómo podemos vivir mejor las citadas celebraciones,
con el fin de que nos ayuden a crecer espiritualmente, y, -por consiguiente-, a ser
mejores cristianos.
En el culto sinagogal, se hacían dos lecturas. La primera lectura tenía que hacerla
un maestro de la Ley, y constaba de un mínimo de diez versículos de la Torá. Dado
que las Escrituras estaban escritas en hebreo, y en el tiempo de Jesús la lengua
más hablada era el arameo, mientras que los lectores leían la Palabra de Dios, el
ayudante del presidente de la sinagoga, hacía la traducción de los textos al arameo.
Ya que Jesús probablemente no pudo pagarse su instrucción religiosa en el
Templo de Jerusalén, no podía leer la lectura de la Torá porque era lo que los
católicos llamamos un laico, pero sí podía leer la segunda lectura, -la cual debía
constar de un mínimo de tres versículos-, y estar entresacada de los textos
proféticos-. Aunque el Señor no era maestro de la Ley, podía pronunciar una breve
explicación del texto que leyó, así pues, fiel a su costumbre de incumplir las
severas leyes de sus hermanos de raza, leyó menos de tres versículos (IS. 61, 1-
2a), le cortó al primer versículo que leyó (IS. 61, 1) la parte relacionada con la
curación de los enfermos para reforzar tal hecho en la mención de la liberación de
los oprimidos que anunció posteriormente, se atrevió a mezclar dos versículos del
libro del Profeta Isaías (IS. 61, 2 y 58, 6), y, por si fuera poco, se atrevió a
insinuar, que no existen diferencias entre los judíos y los paganos, y afirmó que El
es el Mesías que sus hermanos de raza habían esperado durante siglos.
3-7. La misión de Jesús.
"Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, hayó el
pasaje donde estaba escrito:
el Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor" (LC. 4, 17-19).
3-7-1. El anuncio del Evangelio a los pobres.
Hubo una ocasión en que, San Juan Bautista, desde la cárcel, envió a unos
discípulos suyos, a que le preguntaran a Jesús si El era el Mesías, o si debían
esperar a otro enviado de Dios. Nos queda la duda de si el Bautista tuvo un bajón
anímico por causa del trato que recibió en prisión, o si utilizó tal pregunta, con tal
de conseguir que, sus seguidores, se hicieran seguidores del Nazareno. Jesús les
contestó a los amigos de San Juan:
"Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los
leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los
pobres la Buena Nueva" (CF. MT. 11, 4-5).
Aun sin dejar de creer en la veracidad de los milagros de Jesús, podemos
equiparar la curación de los ciegos con la iluminación de las mentes de los oyentes
del Señor, la curación de los cojos al hecho de que Jesús encaminó a quienes lo
aceptaron por el camino de la purificación, la santidad y la justicia, la curación de
los leprosos a la conversión, por cuanto los tales, al ser sanados, tenían una vida
completamente distinta, conforme dejaban de ser socialmente marginados, la
curación de los sordos a la voluntad de aceptar la Palabra de Dios, y la resurrección
de los muertos a la aceptación de la vida de la gracia.
¿De qué les sirve a los pobres ser evangelizados, si, al no resolver sus problemas
actuales, no sienten que forman parte del Reino de dios? La esperanza de tener
vida eterna puede suavizar el dolor de los que sufren, pero jamás solucionará los
problemas de los tales. Es por ello que, o nos comprometemos a ayudar a todos los
que sufren consolándolos y concediéndoles nuestras dádivas espirituales y
materiales en la medida que ello nos sea posible, o no dejaremos de demostrarles
que nuestra fe es falsa, pues solo sirve para aportar un consuelo, que es ocultador
de las realidades más crudas.
No esperes la llegada del Reino de Dios en un futuro que no puedes vislumbrar al
mirar al horizonte. Siéntete miembro del Reino de Dios manifestado en ti aquí y
ahora, y actúa en consecuencia.
A pesar de que Jesús podría haber realizado su misión solo, se rodeó de
discípulos y Apóstoles, porque quiere inmiscuirnos en su obra. ¿Puede contar Jesús
con nosotros para conseguir que nuestros prójimos no creyentes se dejen redimir?
3-7-2. La liberación de los presos.
Jesús fue ungido por el Espíritu Santo para evangelizar a los pobres, y para
redimir a los cautivos. Al pensar en los presos, no solo debemos acordarnos de
quienes están en la cárcel, pues también debemos tener en mente a quienes no se
sienten capaces de dejar de fumar, de alcoholizarse o de drogarse. Jesús quiere
ayudarnos a romper las cadenas que nos impiden alcanzar la plenitud de la
felicidad, pero no quiere hacerlo al margen nuestro, sino contando con nuestro
deseo de superarnos a nosotros mismos. No tengamos en cuenta el esfuerzo que
nos supone superarnos, y esforcémonos en alcanzar lo que deseamos, porque Jesús
está con nosotros. Lo que deseamos conseguir es difícil de alcanzar, pero no es
imposible, si ponemos en juego la fe que nos caracteriza. No pienses en el tiempo
que tardarás en conseguir lo que deseas, sino en tener aquello que le da sentido a
tu vida.
3-7-3. La curación de los ciegos.
Jesús vino a curar a los ciegos físicos, y a iluminar a quienes carecen de la luz
que podría evitarles cometer un error tras otro. En esta labor de Jesús podemos
inmiscuirnos, siempre que tengamos en cuenta que la corrección fraterna ha de
hacerse con amor y respeto, y no imponiendo puntos de vista a la fuerza. No
sueñes con cambiar el mundo, confórmate con cambiarte a ti mismo, y déjale a
Dios que haga, lo que escapa a tus humanas posibilidades.
3-7-4. La liberación de los oprimidos.
¿Qué nos oprime?
¿Qué nos impide alcanzar la felicidad?
Jesús soñó con la conversión del mundo en una sociedad de iguales, y vivió para
cumplir su sueño, a pesar de que ello le costó la vida.
3-7-5. El año de gracia del Señor.
En la Ley de Moisés, se puede leer que, cada cincuenta años, los judíos
celebraban un jubileo, en que los esclavos recuperaban la libertad, quienes vendían
tierras las recuperaban... Nosotros esperamos el día en que superemos nuestras
dificultades actuales, y podamos vivir en un mundo en que no existan el sufrimiento
ni la maldad, en ninguna de sus formas.
3-8. Las miradas marcadas por la desconfianza.
"Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos
los ojos estaban fijos en él" (LC. 4, 20).
Mientras que los lectores religiosos y laicos leían las lecturas de las Escrituras de
pie, indicando con tal gesto que las aceptaban y se disponían a aplicarlas a sus
vidas, pronunciaban sus discursos sentados, indicando su actitud meditativa.
Podemos suponer que los nazaretanos se asombraron al comprobar la sabiduría y
al percatarse de la grandeza de su convecino, pero, si tenemos en cuenta la
segunda parte del relato que estamos meditando, que constituye el Evangelio del
próximo Domingo, comprobamos que ellos no admiraban a Jesús, sino que lo
odiaban, porque no leyó el siguiente texto de IS. 62, 2, porque la violencia no
formaba parte, de su programa de acción.
"Día de venganza de nuestro Dios" (CF: IS. 62, 2).
Los nazaretanos odiaron a Jesús, porque el Señor no los alentó a esperar la
llegada del día, en que Yahveh les ayudara, a liberarse de sus dominadores
romanos, por medio del ejercicio de la violencia. Los nazaretanos sospecharon que
Jesús les dijo que no se consideraran superiores a sus invasores, lo cual fue
insoportable para ellos.
¿Somos capaces de defender nuestras convicciones, aunque ello nos atraiga el
rechazo de nuestros conocidos?
3-9. Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.
"Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido
hoy.»" (LC. 4, 21).
Mientras que vivamos cumpliendo la voluntad de Nuestro Santo Padre, y
predicando el Evangelio con nuestras palabras y nuestro ejemplo de fieles
cristianos, las palabras de Jesús relativas al anuncio de su programa de acción se
seguirán cumpliendo, porque Dios siempre espera, con los brazos abiertos, a
quienes lo acepten como Padre.
3-10. Si hacemos este ejercicio de lectio divina en grupos, nos dividimos en
pequeños subgrupos para sacar conclusiones tanto del texto bíblico que hemos
meditado como de la reflexión que hemos hecho del mismo, y, finalmente, los
portavoces de los subgrupos, hacen una puesta en común, de las conclusiones a
que han llegado todos los grupos, tras la cual se hace silencio durante unos
minutos, para que los participantes mediten sobre lo leído y hablado en los grupos,
individualmente.
3-11. Si hacemos este ejercicio individualmente, consideramos el texto
evangélico y la meditación del mismo expuesta en este trabajo en silencio, con el
fin de asimilarlos.
4. Apliquemos la Palabra de dios expuesta en LC. 1, 1-4. 4, 14-21 a nuestra vida.
Responde las siguientes preguntas, ayudándote del Evangelio que hemos
meditado, y de la meditación que aparece en el apartado 3 de este trabajo.
3-1.
¿Qué hizo San Lucas para informarse con respecto a la vida y obra de Jesús?
¿Está relacionada la actividad que llevó a cabo San Lucas antes de escribir sus
dos libros con nuestra formación religiosa?
¿Debemos ser vistos como pecadores los católicos por haber cristianizado
tradiciones paganas?
. 3-2.
¿Quién fue Teófilo?
3-3.
¿Por qué no podemos cambiar la Palabra de Dios?
¿Qué significa el hecho de ceder a la tentación de cambiar la Palabra de dios?
¿Con quiénes puede ayudarnos a relacionarnos la Palabra de Dios?
3-4.
¿Por qué escribió San Lucas que Jesús se dejaba conducir por el Espíritu Santo?
¿Vivimos cumpliendo nuestra voluntad, o dejamos que el Espíritu Santo nos
impulse, a fin de que podamos cumplir la voluntad de Nuestro Santo Padre?
3-5.
¿Sabes por qué Jesús fue estimado en todas las sinagogas en que predicó el
Evangelio antes de ir a Nazaret, donde fue despreciado, a pesar de que se crió en
aquel pueblo?
3-6.
¿Forma el culto religioso parte de nuestra vida? ¿Por qué?
¿Qué podemos hacer para que el culto religioso nos ayude a crecer
espiritualmente?
¿Por qué no pudo Jesús leer la lectura de la Ley?
3-7.
3-7-1.
¿De qué les sirve a los pobres ser evangelizados, si, al no resolver sus problemas
actuales, no sienten que forman parte del Reino de dios?
Recuerda la simbología de MT. 11, 4-5, y piensa si alguna vez te has sentido
ciego, cojo, leproso, sordo, muerto o desposeído.
¿Puede contar Jesús con nosotros para conseguir que nuestros prójimos no
creyentes se dejen redimir?
3-7-2.
¿Qué cadenas nos impiden ser felices?
¿Cómo quiere Jesús ayudarnos a romper nuestras cadenas?
¿Con quiénes cuenta Jesús para que nos superemos a nosotros mismos?
3-7-3.
¿Cómo puede interpretarse la curación de los ciegos llevada a cabo por Jesús?
¿Cómo hemos de evitar de corregir a nuestros prójimos?
3-7-4.
¿Quién nos oprime?
¿Qué nos oprime?
¿Qué nos impide alcanzar la felicidad?
¿Serán nuestros vicios o el miedo a enfrentarnos a nuestra realidad, lo que nos
impide superarnos a nosotros mismos?
3-7-5.
¿Qué diferencia encuentras entre el jubileo judío y el día de gracia del Señor?
3-8.
¿Somos capaces de defender nuestras convicciones, aunque ello nos atraiga el
rechazo de nuestros conocidos?
3-9.
¿Cómo puedes hacer que se sigan cumpliendo las palabras que Jesús leyó en la
sinagoga de Nazaret? ¿Lo harás?
5. Lectura relacionada.
En esta ocasión, os recomiendo que leáis el libro de Nehemías o el libro de
Esdras, o los dos volúmenes, si podéis hacerlo.
6. Contemplación.
Contemplemos a Jesús asistiendo a la sinagoga de Nazaret, junto a María
Santísima y sus parientes.
Contemplemos a Jesús, quien, a pesar de su sabiduría divina, no dudó en
mezclarse con quienes no eran expertos en la interpretación de la Palabra de Dios,
e incluso actuó como ellos, para darnos ejemplo de la grandeza de su humildad.
Contemplemos a los nazaretanos que, cuando escucharon la exposición del
programa de acción de Jesús, miraron a Nuestro Redentor con odio, porque, la
aceptación de las palabras del Señor, les exigía cambiar sus esquemas mentales.
Pensemos si somos abiertos de mente para relacionarnos con quienes no
comparten nuestras creencias, o si los rechazamos, porque, independientemente de
que sus creencias sean buenas o malas, no comparten nuestra fe.
7. Hagamos un compromiso que nos impulse a vivir las enseñanzas que hemos
extraído de la Palabra de Dios, expuesta en LC. 1, 1-4. 4, 14-21.
Dediquemos unos minutos de este día a orar, para pedirle a Jesús que nos ayude
a hacer que las palabras expositivas de su programa de acción, se cumplan en
nuestra vida.
Escribamos nuestro compromiso para recordarlo constantemente, y, según lo
cumplamos, aumentará nuestro amor a Dios, y a sus hijos los hombres.
8. Oración personal.
Después de hacer unos minutos de silencio, expresamos verbalmente lo que
pensamos, con respecto al texto bíblico que hemos considerado, y a la reflexión del
mismo que hemos hecho.
Ejemplo de oración personal:
Señor: Ayúdame a transmitirles tu verdad a mis familiares y amigos, por medio
del anuncio que les haga de tu vida y obra, y de las buenas obras que lleve a cabo.
9. Oración final.
Lee el Salmo 40.
Nota: He utilizado en esta meditación el leccionario de la Misa y la Biblia de
Jerusalén.
José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com