III Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
“Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír”
El Evangelio de este Domingo tiene dos partes. La primera es el prólogo del
Evangelio de San Lucas, quien manifiesta que “después de comprobarlo todo
exactamente desde el principio” ha querido relatar ordenadamente la vida y
enseñanzas del Señor Jesús, para que sea conocida por Te￳filo “la solidez de las
ense￱anzas” que ha recibido. Con esta introducci￳n san Lucas afirma la veracidad e
historicidad de los hechos relatados, exponiéndolos en su Evangelio tal y como se
los relataron testigos oculares, testigos que vieron y escucharon personalmente al
Señor. Los Evangelios son auténtico recuento de hechos sucedidos.
La segunda parte del Evangelio relata el anuncio que el Señor Jesús hace al inicio
de su ministerio público en la sinagoga de Nazaret: el Señor leyó la antigua profecía
de Isaías que decía: “El Espíritu del Se￱or está sobre mí, porque Él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres para anunciar a los cautivos
la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar
el a￱o de gracia del Se￱or”. Jesús fue enviado por Dios para anunciar la Buena
Nueva de la Reconciliación a la humanidad sumida en la esclavitud, la pobreza, el
mal, la enfermedad y la muerte. En efecto, El Pueblo de los “pobres”, los humildes
y los mansos, totalmente entregados a los designios misteriosos de Dios, los que
esperan la justicia, no de los hombres sino del Mesías.
Con sus señales y milagros, y sobre todo con su misma resurrección de entre los
muertos, hechos todos que san Lucas recoge en su Evangelio tras diligente
investigación, el Señor Jesús demuestra la veracidad de sus palabras: Él es
verdaderamente el Ungido de Dios, Aquél que ha venido a traer la liberación, la
salvación y reconciliación a la humanidad (Cfr. Hech 4, 12; CEC 430-432).
La Palabra de Jesús no es la mera transmisión intelectual de un mensaje, sino
“poder de Dios para la salvaci￳n de todo el que cree” (cfr. Rom 1, 16). Jesús sigue
presente entre nosotros, en nuestro corazón, cuando lo dejamos que se aposente
él; Él es el que atiende a los pobres, el que quiere la alegría para todos, el que
ofrece la liberación integral a los que padecen alguna clase de esclavitud.
La Escritura que se cumple en Jesús sigue resonando desde el eterno presente de
Dios. Dios actúa ?ahora? mediante su Espíritu Santo. Nos llama ahora a examinar
nuestra vida, nos invita a renacer – a la conversión – Él nos da consuelo y
esperanza, Él nos libera, nos da la luz…; en efecto, éramos pobres, no poseíamos
nada, ni a Dios, ni la ley, ni los profetas antes de ser bautizados y hechos hijos de
Dios. ¿Por qué raz￳n fue enviado como Mensajero a los pobres? Para “proclamar la
liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos y a
proclamar una año de gracia del Señor” (Lc 4,18), ya que por su palabra y su
doctrina los ciegos recobran la vista”, dice Orígenes.
El Programa de la vida de Jesús fue anunciar la Buena Noticia a los pobres,
curando, liberando, salvando. Irá por la vida haciendo el bien, como médico de los
cuerpos y de las almas. Las Escrituras nos revelan a Jesús, nos lo da a conocer, nos
lo acerca. Jesús es siempre una Buena Noticia. Que se haga realidad en cada uno
de nosotros lo que Jesús dijo de María: “Dichosos los que escuchan la Palabra de
Dios y la guardan” (Lc. 11.28).
Por su parte, san Agustín nos dice: hermanos, puesto que creemos en Cristo,
permanezcamos en su palabra. Pues si permanecemos en su palabra,… nos hará
libres, es decir, nos liberará no de los hombres malvados, sino del diablo; no de la
cautividad corporal, sino de la iniquidad del alma. Él es el único que otorga esta
liberación. Que nadie se considere libre, para no permanecer esclavo. Nuestra alma
no permanecerá en la esclavitud, puesto que cada día se nos perdonan nuestros
pecados (Sermón 134,3-4.6)
Que nuestra Madre… nos ense￱e a descubrir en su Hijo nuestro liberador de
sufrimientos, opresiones y abusos; que los ciegos lo vean como luz que libera del
sinsentido y la desesperanza; que los pecadores lo reciben como gracia y perdón.
Que todos segamos a Jesús cuando nos va liberando de todo lo que nos esclaviza,
empequeñece o deshumaniza. Que nos enseñe a creer en él como nuestro
Salvador que nos encamina hacia la Vida definitiva.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)