Ciclo C: III Domingo del Tiempo Ordinario
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos
El evangelio de Lc 4, 14-21 es como la “tarjeta de presentaci￳n” de Jesús. Nos dice
quién es Él y cuál es su misión en este mundo. Quién es Él lo habían dicho
anteriormente los ángeles cantando su Gloria a Dios; la estrella guiando a los Reyes
Magos; el Padre Dios y el Espíritu Santo, cuando Juan lo bautizó en el Jordán; su
madre María (Jn 2,5) y el milagro-signo que hizo en las Bodas de Cana de Galilea,
convirtiendo el agua en vino (¡600 litros!) para salvar un matrimonio en
dificultades… Es por ello que a estos sucesos los llamamos epifanías o
manifestaciones de que Jesús es Dios.
Agradecido al pueblo que le vio crecer, quiso darles la primicia del notición, que
todos esperaban. Ni en Jerusalem ni en Cafarnaum. Había escogido para ello el
pequeño Nazaret, donde además estaban su madre -(¡se merecía esa primicia!)-, y
sus primos hermanos y familiares y amigos. Todos tenían sus ojos puestos en Él (Lc
4, 22), observa Lucas intencionadamente. (¿¡Los tendremos hoy también
nosotros!?). Jesús acaba de leer lo que el profeta Isaías había escrito ocho siglos
antes sobre el Mesías (Is 61,1)… Está hablando de mí, dice Jesús con toda
naturalidad: ¡Yo soy el Ungido (Mesías, en hebreo; Cristo, en griego) por el Espíritu
de Dios! y he sido enviado a evangelizar a los pobres…
Más claro, imposible. Jesús es el Mesías prometido y esperado (el hijo de Dios, cosa
que no aceptarán y por la que querrán matarlo (Lc 4, 29) y lo matarán (Mt 26, 63-
66). Y ha venido a evangelizar (llevarles la Buena Nueva del Reino de Dios) a los
pobres. Cuando un cristiano se siente “tocado por el Se￱or” y se decide a seguirle y
a ser como Él, suele surgirle una duda: ¿cuál de entre las muchas cosas que Jesús
hizo (orar, sanar, sacrificarse, evangelizar…), será la principal? Es la gran pregunta
que se hizo Vicente de Paul cuando decidió entregarse al Señor a tiempo completo
y con toda el alma. La respuesta la encontró justamente en el evangelio que les
estoy comentando.
¿¡Cuántas veces se repitió Vicente de Paul -y repitió a los suyos-, esta cita de Lc
4,8 ᄀ? La puso como lema de la Congregaci￳n de Misioneros, que él fund￳: “Me ha
me ha enviado a evangelizar a los pobres”. “Nuestra vocaci￳n, dice, es muy
semejante a la Nuestro Señor Jesucristo, que, al venir a este mundo, asumió como
principal tarea la de asistir a los pobres y cuidarles.” “Él me ha enviado a
evangelizar a los pobres”. Y si se le pregunta a Nuestro Se￱or “- ¿Qué has venido a
hacer en la tierra? – Asistir a los pobres. ﾿Alguna otra cosa? Asistir a los pobres…”
(XI, 33-34). Qué bueno si también nosotros nos dedicamos a evangelizar a los
pobres…
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)