Transferir mi voluntad a la voluntad de Dios para ser verdaderamente
libre.
2013-01-29
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 31-35
En aquel tiempo, llegaron a donde estaba Jesús, su madre y sus parientes; se
quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a él estaba sentada una multitud,
cuando le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”.
El les respondi￳: “es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Luego, mirando a los
que estaban sentados a su alrededor, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos.
Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi
madre”. Palabra del Se￱or.
Oración introductoria
Señor, te agradezco este tiempo que tengo para dialogar contigo en la oración,
para ponerme en tu presencia y humildemente pedirte que vengas a mi corazón.
Me pongo en tus manos y te ofrezco mi vida, que quiero vivirla cien por ciento de
acuerdo a tu voluntad.
Petición
Señor, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
Meditación
Transferir mi voluntad a la voluntad de Dios para ser verdaderamente libre.
«Desde la creación del hombre y la mujer, la voluntad humana está orientada a lo
divino y que en el "sí" a Dios la voluntad humana es plenamente libre y encuentra
su realización. Por desgracia, a causa del pecado, este "sí" a Dios se ha
transformado en oposición: Adán y Eva han pensado que el "no" a Dios fue la
cumbre de la libertad, el ser plenamente ellos mismos. Jesús en el monte de los
Olivos, reconduce la voluntad humana a un "sí" pleno a Dios. En Él, la voluntad
natural está plenamente integrada en la orientación que le da la persona divina.
Jesús vive su vida de acuerdo con el centro de su Persona: el ser el Hijo de Dios. Su
voluntad humana se traza en el Yo del Hijo que se abandona totalmente al Padre.
Así, Jesús nos dice que sólo en el conformar su propia voluntad a la voluntad
divina, el ser humano llega a su verdadera altura, se vuelve "divino"; sólo saliendo
de sí, sólo en el "sí" a Dios, se cumple el deseo de Adán, de todos nosotros, el ser
completamente libres» (Benedicto XVI, 1 de febrero de 2012).
Reflexión apostólica
«Quien ora percibe la necesid
ad de conformar su mente, su corazón, su voluntad y su acción con el querer
santísimo de Dios, que le ha salido al encuentro: “Se￱or, ¿qué quieres que haga?”
Por eso, la oración, además de la gloria de Dios, tiene como primer fruto la escucha
y la acogida serena, alegre y amorosa de la voluntad de Dios por parte del hombre»
(Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 107).
Propósito
Repetir frecuentemente el estribillo del salmo 119: Señor, enséñame a cumplir tu
voluntad.
Diálogo con Cristo
Gracias, Jesús, porque en esta oración me has enseñado que tu voluntad es lo más
grande en mi vida y que debo esforzarme por orientar todos mis esfuerzos a
cumplirla con amor, pues es el único camino de mi felicidad; gracias porque me has
recordado que santidad y voluntad de Dios son una misma cosa.
«El sufrimiento, el gozo, son también criaturas: caminos, instrumentos, medios;
por eso Cristo se remontó por encima de ellos colocando su vida en lo que como
hombre era su fin: Dios, su voluntad»
( Cristo al centro, n. 704).