DOMINGO QUINTO. TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
Lc. 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la
palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas
que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y
estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara, un poco
de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
- «Remad mar adentro, y echada las redes para pescar.»
Simón contestó:
- «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada;
pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que
reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que
vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas,
que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús
diciendo:
- «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»
Y es que el asombro- se había apoderado de él y de los que estaban con él,
al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
- «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
CUENTO: SEGUIR AL REY HASTA EL FINAL
Un poderoso sultán viajaba por el desierto seguido de una larga comitiva
que transportaba su tesoro favorito de oro y piedras preciosas.
A mitad del camino, un camello de la caravana, agotado por el ardiente
reverbero de la arena, se desplomó agonizante y no volvió a levantarse.
El cofre que transportaba rodó por la falda de la duna, reventó y derramó
todo su contenido de perlas y piedras preciosas entre la arena.
El sultán no quería aflojar la marcha; tampoco tenía otros cofres de
repuesto y los camellos iban con más carga de la que podían soportar. Con
un gesto, entre molesto y generoso, invitó a sus pajes y escuderos a
recoger las piedras preciosas que pudieran y a quedarse con ellas.
Mientras los jóvenes se lanzaban con avaricia sobre el rico botín y
escarbaban afanosamente en la arena, el sultán continuó su viaje por el
desierto. Se dio cuenta de que alguien seguía caminando detrás de él. Se
volvió y vio que era uno de sus pajes que lo seguía, sudoroso y jadeante.
- ¿Y tú – le preguntó el sultán- no te has parado a recoger nada?.
El joven respondió con dignidad y orgullo
- ¡Yo sigo a mi rey!.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Realmente el evangelio de hoy está de plena actualidad. ¿Cómo no
identificarse uno con esos apóstoles cansados de bregar en la pesca diaria
de la vida, en estos tiempos en que los caladeros están cada vez más
exiguos, en que las tentaciones están al alcance de la mano, en que
evangelizar se ha convertido en una labor de héroes o de tontos o de
quijotes, ante una cada vez mayor masa de indiferentes? El cansancio y el
desánimo de los discípulos es más que nunca el cansancio de todos
nosotros. Sentimos la sensación de que ya no hay nada que hacer, de que
todo está perdido, de que la sociedad actual se irá alejando cada vez más
de la fe y de que a esta paso habrá que cerrar nuestros templos y vivir la fe
en mi muy pequeñas comunidades que irán poco a poco desapareciendo en
su visibilidad e influencia social. ¡Qué ganas a veces de abandonarlo todo,
de unirnos a los disidentes, de dar la razón a los que piensan que el ciclo
del cristianismo se ha terminado, o que tener fe en estos tiempos no está
de moda o no sirve prácticamente para nada útil!
Pero a la vez qué necesidad de volver a escuchar la voz de Jesús y su
llamada a seguir siendo pescadores de hombres, testigos alegres de la
Buena Noticia, contagiadores de esperanza y de humanidad, promotores de
todo lo justo, lo bello, lo bueno y lo fraterno. Y es que el mundo en realidad,
en lo profundo, no ha cambiado nada. Siguen los mismos interrogantes
vitales, las mismas necesidades de sentido, revestidos de ropajes
adormecedores consumistas y de diversión, pero con una terrible carga de
soledad, vacío e incomunicación que, aunque no se manifiestan quizá en la
superficie o en las encuestas, es evidente que están ahí a la vista de quien
lo que quiera ver en profundidad.
Es hora hoy de hacer despertar la fe, de desempolvarla de viejos clichés y
de viejas formas, porque el Evangelio es siempre nuevo. Evangelizar, como
decía el papa Juan Pablo II, con nuevo entusiasmo o nuevo ardor, con
nuevos métodos, pero no cansarse ni desanimarse. Seguir poniendo más
que nunca, nuestra fe en Cristo, no en nosotros, en nuestras conquistas o
en nuestras iglesias de madera o de piedra. Caminamos hacia in
cristianismo de minorías que serán levadura en la masa, candil en lo alto
del monte, sal de la tierra, más de testigos que de maestros, más de santos
que de teólogos. Porque lo que nuestra sociedad hoy valora más, porque
quizá es lo que menos ve, es la autenticidad, la coherencia, el testimonio de
vida, la cercanía, el cariño, la acogida, claves para mí en una nueva
evangelización.
Muchas son y serán las tentaciones, como le ocurre al joven paje del cuento
que sigue al rey, pero con fe, con entusiasmo, con convicción, nosotros
seguiremos al Rey, a Jesús, porque sabemos que sólo en El está la plenitud
de la felicidad humana.
Reconozcamos como Pedro nuestra falta de fe, nuestra limitación e
incapacidad humanas, pero no nos estanquemos en nuestras debilidades,
más bien abramos el corazón a Cristo, reconozcamos que sólo El es el
auténtico y verdadero Pescador de hombres, y que nosotros somos sólo
meros instrumentos de su amor y de su paz en el mundo.
Y, como en otros tiempos, veremos que la pesca será abundante, porque
abundantes son los que buscan una fuente de paz y de amor que sacie sus
ansias de felicidad y de esperanza.
No nos cansemos a pesar de que la pesca parezca poca. Es hora de la fe en
Cristo, es hora de la confianza en que Cristo nunca nos fallará ni dejará de
cumplir su palabra de que estará con nosotros hasta el fin de los tiempos.
Tenemos ocasión de demostrar nuestra fe en la participación y colaboración
generosa de la Campaña contra el Hambre que promociona cada año la
ONG católica Manos Unidas. ¡FELIZ Y ANIMOSA SEMANA A TODOS!
¡