III Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Jueves
somos portadores de la luz de Jesús, con una vida de fe y buenas obras
“En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «¿Acaso se trae la
lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es
para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para
que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que
venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga».
Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la
medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al
que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le
quitará»” (Marcos 4,21-25).
1. Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete
debajo de la cama; lo pone en el candelero para los que entren
tengan luz: nos dices, Señor, que quien te sigue tiene un candil encendido,
para alumbrar a los demás. No hemos de trabajar por nuestra propia
santificación, sino también por la de los demás. Vosotros sois la luz del
mundo (Mateo 5, 14), nos dices también, explicándonos el secreto del
Reino. La “energía” interna que tiene la Palabra de Dios —tu Palabra,
Señor—, la fuerza expansiva que debe extenderse por todo el mundo, es
como una luz, y esta luz no puede ponerse « debajo del celemín o debajo
del lecho ».
Nos das tu luz, Señor, y tu misión: “hijos de Dios. -Portadores de la
única llama capaz de iluminar los caminos terrenos de las almas, del único
fulgor, en el que nunca podrán darse oscuridades, penumbras ni sombras. /
-El Señor se sirve de nosotros como antorchas, para que esa luz ilumine...
De nosotros depende que muchos no permanezcan en tinieblas, sino que
anden por senderos que llevan hasta la vida eterna” (S. Josemaría Escrivá,
Forja 1). Una postura egoísta sería no usar los dones que Dios nos dio, para
iluminar a los demás: “autistas” del espíritu.
El Evangelio —todo lo contrario— es un santo arrebato de Amor
apasionado que quiere comunicarse, que necesita “decirse”, que lleva en sí
una exigencia de crecimiento personal, de madurez interior, y de servicio a
los otros. «Si dices: ¡Basta!, estás muerto», dice san Agustín. Y san
Josemaría: «Señor: que tenga peso y medida en todo..., menos en el
Amor».
« ‘Quien tenga oídos para oír, que oiga’. Les decía también:
‘Atended a lo que escucháis’ ». ¿Qué escuchar, y cómo? Es el acto de
sinceridad hacia Dios y nosotros mismos: « Con la medida con que
midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le
dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará ». Los intereses
acumulados de Dios nuestro Señor son imprevisibles y extraordinarios. Ésta
es una manera de excitar nuestra generosidad (Àngel Caldas).
Consideramos la luz que Jesús ha traído al mundo, y en estas fechas
celebramos que Jesús es la “luz para las naciones” (Presentación de Jesús al
Templo, 2 de febrero), y de esta luz para todos los hombres, participamos
nosotros. Sin esta luz de Cristo, el mundo está a oscuras, se vuelve difícil y
poco habitable. Hemos de llevar esta luz, ser portadores de la luz de la
filiación divina, para iluminar el ambiente en el que vivimos. "El trabajo
profesional -sea el que sea- se convierte en un candelero que ilumina a
vuestros colegas y amigos (…) la santificaci￳n del trabajo ordinario
constituye como el quicio de la verdadera espiritualidad para los que -
inmersos en las realidades temporales- estamos decididos a tratar a Dios"
(San Josemaría).
A ejemplo de Jesús queremos iluminar con nuestro trabajo bien
hecho. A la hora de los milagros la multitud exclama: ¡Todo lo hizo bien! Lo
grande y lo pequeño. Luz para los demás es tener prestigio profesional, y
para ello es necesario cuidar la formación continua de la propia actividad u
oficio, y sin apenas darse cuenta el cristiano estará mostrando cómo la
doctrina de Cristo se hace realidad en medio del mundo, en una vida
corriente. Todos tienen derecho a nuestro buen ejemplo.
En nuestra actuación, lo que más se valora es el buen corazón, tener
buen carácter, así llamamos a ese cúmulo de virtudes. Sobre todo es la
gracia divina lo que salva, pero cuenta también con nuestro buen hacer,
para ser luceros en medio del mundo. Las normas de convivencia deben ser
fruto de la caridad y no solamente por costumbre o conveniencia (Francisco
F. Carvajal). Para eso necesitamos lucha, así la fortaleza no puede arraigar
en alguien que no se vence en pequeños hábitos de comodidad o de pereza,
que siempre está preocupado del calor y del frío. Que se deja llevar por los
estados de ánimo siempre cambiantes y que siempre está pendiente de sí
mismo y de su comodidad. El Señor nos quiere con una personalidad bien
definida, resultado del aprecio que tenemos por todo lo que Él nos ha dado
y del empeño que ponemos para cultivar estos dones personales. Por eso
queremos contemplarte, Señor, para ver en ti la plenitud de todo lo humano
noble y recto, y a ti parecernos. Te pedimos que nos des optimismo,
generosidad, orden, alegría, cordialidad, sinceridad, veracidad; que seamos
sencillos, leales, diligentes, comprensivos, equilibrados.
Pienso en la luz que han dado las madres cristianas, que han
enseñado en la intimidad a sus hijos con palabras expresivas, pero sobre
todo con la “luz” de su buen ejemplo y su amor sobre todo. Pues es el amor
el sentido de la moral cristiana. Nuestro examen de conciencia al final del
día puede compararse al tendero que repasa la caja para ver el fruto de su
trabajo. No empieza preguntando: —¿Cuánto he perdido? Sino que más
bien: —¿Qué he ganado? Es decir, ¿qué luces he dado a los demás? Esto es
lo que da una vida llena. Quitar mi yo (el humo) y dejar el amor (la luz y
calor), en una total disponibilidad a la voluntad de Dios, como la Virgen.
La parábola de la medida también es muy rica: la misma medida
que utilicemos será usada para nosotros y con creces . Los que acojan
en sí mismos la semilla de la Palabra se verán llenos, generosamente llenos,
de los dones de Dios. Sobre todo al final de los tiempos experimentarán
cómo Dios recompensa con el ciento por uno lo que hayan hecho (J.
Aldazábal).
-“ Prestad atención a lo que oís: Con la medida con que
midiereis se os medirá y se os dará por añadidura. Pues al que tiene
se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado ”. Jesús,
ha observado también en eso a los comerciantes de su tiempo cuando están
midiendo el trigo, o la sal, con un celemín o un recipiente: se tasa más o
menos... se llena hasta el borde o se procura dejar un pequeño margen a
fin de mejorar la economía. Y Jesús nos revela su temperamento: "lanzaos
plenamente, tasad, colmad". Y aplica este símbolo al hecho de escuchar la
Palabra de Dios. No olvidemos que estamos al principio del evangelio. Jesús
desea que sus oyentes se llenen de esta Palabra, sin perder nada de ella.
¿Qué avidez siento? ¿Soy de los que enseguida dicen: "basta"... o de los
que dicen: "¡más!"... La medida de amar, es amar sin medida... (Noel
Quesson).
2. -“ Hermanos, tenemos plena seguridad para entrar en el
santuario del cielo ”. Gracias, Se￱or, porque nos anima la certeza de llegar
a tu corazón.
Jesús es el camino para el Padre, y una novedad cristiana es que no
hacen falta ritos para conectarse con Dios, la oración filial rompe todos los
moldes que había. La “cortina” que había en el templo (en la antesala del
“santo de los santos”) ha sido suprimida. En lugar de los ritos, se impone la
ley del amor. La misma Jerusalén, que era como el signo de la presencia de
Dios, ahora se lee como una imagen del Reino de Dios, con las piedras vivas
de cada bautizado. La “vía de acceso” a Dios ya se conoce:
-"A Dios nadie le ha visto jamás. Pero el unigénito Hijo, el que
está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer ". La cima, por alta
que sea, puede alcanzarse en virtud de la sangre de Jesús: " camino nuevo
y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o
sea, de su carne” . A nosotros, asumiendo también nuestra condición de
hombres, se nos abre el mismo camino con El, quien “ por su carne, por
su "condición humana", Jesús llegó hasta Dios ”.
«Creo en un solo bautismo para el perdón de los pecados», rezamos
en la profesión de nuestra fe. Y ser bautizado es no cesar jamás de luchar
contra todo no-amor para amar mejor (Noel Quesson): - Estemos atentos
los unos a los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras,
es decir, para amar mejor.
3. Me abandono en ti, Dios mío, y te alabo con el salmista: “ Del
Señor es la tierra y cuanto la llena, / el orbe y todos sus habitantes:
/ él la fund￳ sobre los mares, / él la afianz￳ sobre los ríos”.
Quiero llegar a ti, acceder a tu corazón, poder hablar contigo, y para
esto te pido que mi sentimiento con tu ayuda se transforme en obras:
¿Quién puede subir al monte del Señor? / ¿Quién puede estar en el
recinto sacro? / El hombre de manos inocentes / y puro corazón, /
que no confía en los ídolos. / Ése recibirá la bendición del Señor, /
le hará justicia el Dios de salvación. / Éste es el grupo que busca al
Se￱or, / que viene a tu presencia, Dios de Jacob.”
Llucià Pou Sabaté