La renovación comienza dentro de nosotros.
2013-01-30
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 4, 1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago, y se reunió una
muchedumbre tan grande, que Jesús tuvo que subir en una barca; ahí se sentó,
mientras la gente estaba en tierra, junto a la orilla. Les estuvo enseñando muchas
cosas con parábolas y les decía: “Escuchen. Sali￳ el sembrador a sembrar. Cuando
iba sembrando, unos granos cayeron en la vereda; vinieron los pájaros y se los
comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, donde apenas había tierra; como la
tierra no era profunda, las plantas brotaron enseguida; pero cuando salió el sol, se
quemaron, y por falta de raíz, se secaron. Otros granos cayeron entre espinas; las
espinas crecieron, ahogaron las plantas y no las dejaron madurar. Finalmente, los
otros granos cayeron en tierra buena; las plantas fueron brotando y creciendo y
produjeron el treinta, el sesenta o el ciento por uno”. Y a￱adi￳ Jesús: “El que tenga
oídos para oír, que oiga”.
Cuando se quedaron solos, sus acompañantes y los Doce le preguntaron qué quería
decir la parábola. Entonces Jesús les dijo: “A ustedes se les ha confiado el secreto
del Reino de Dios; en cambio, a los que están fuera, todo les queda oscuro; así,
*por más que miren, no verán; por más que oigan, no entenderán; a menos que se
arrepientan y sean perdonados”*.
Y les dijo a continuaci￳n: “Si no entienden esta parábola, ¿c￳mo van a comprender
todas las demás? ‘El sembrador’ siembra la palabra.
‘Los granos de la vereda’ son aquellos en quienes se siembra la palabra, pero
cuando la acaban de escuchar, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en
ellos.
‘Los que reciben la semilla en terreno pedregoso’, son los que, al escuchar la
palabra, de momento la reciben con alegría; pero no tienen raíces, son
inconstantes, y en cuanto surge un problema o una contrariedad por causa de la
palabra, se dan por vencidos.
‘Los que reciben la semilla entre espinas’ son los que escuchan la palabra; pero por
las preocupaciones de esta vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo
demás, que los invade, ahogan la palabra y la hacen estéril.
Por fin, ‘los que reciben la semilla en tierra buena’ son aquellos que escuchan la
palabra, la aceptan y dan una cosecha: unos, de treinta; otros, de sesenta; y otros,
de ciento por uno”.
Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, hoy vienes a la tierra de mi alma dispuesto a sembrar tu mensaje en ella.
Ayúdame a escucharte, a aceptar tu Palabra, a configurar mi vida con ella.
Concédeme ser una tierra buena que produzca fruto abundante por saber acoger y
trasmitir tu gracia.
Petición
Jesucristo, concédeme corresponderte y ser fiel a todas las gracias que derramas
en mi alma.
Meditación
La renovación comienza dentro de nosotros.
«Está dentro..., pero ¿cómo? Como la vida está oculta en la semilla: así lo explicó
Jesús en un momento crítico de su ministerio. Éste comenzó con gran entusiasmo,
pues la gente veía que se curaba a los enfermos, se expulsaba a los demonios y se
proclamaba el Evangelio; pero, por lo demás, el mundo seguía como antes: los
romanos dominaban todavía, la vida era difícil en el día a día, a pesar de estos
signos y de estas bellas palabras. El entusiasmo se fue apagando, hasta el punto de
que muchos discípulos abandonaron al Maestro, que predicaba, pero no
transformaba el mundo. Y todos se preguntaban: En fondo, ¿qué valor tiene este
mensaje? ¿Qué aporta este Profeta de Dios? Entonces, Jesús habló de un
sembrador, que esparce su semilla en el campo del mundo, explicando después que
la semilla es su Palabra y son sus curaciones: ciertamente poco, si se compara con
las enormes carencias y dificultades de la realidad cotidiana. Y, sin embargo, en la
semilla está presente el futuro, porque la semilla lleva consigo el pan del mañana,
la vida del mañana. La semilla parece que no es casi nada, pero es la presencia del
futuro, es la promesa que ya hoy está presente; cuando cae en tierra buena da una
cosecha del treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno» (Benedicto XVI, 21 de
marzo de 2009).
Reflexión apostólica
«Es el camino escogido por Cristo para realizar su obra de salvación y para dar
fruto abundante: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, quedará solo;
pero, si muere, llevará mucho fruto». La experiencia humana demuestra, además,
que sólo con abnegación es posible dominar las pasiones y tendencias
desordenadas, y permanecer en el amor fiel y personal a Jesucristo» (Manual del
miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 135).
Propósito
Ser tierra buena que da frutos por nutrirse por la Palabra de Dios, leer el salmo 95.
Diálogo con Cristo
Señor, no permitas que en mi vida se vaya ahogando la semilla de la fe, concédeme
descubrir cuáles son esas piedras, esos espinos que la impiden crecer, haz que me
deshaga de todo lo que seca la tierra de mi alma y me impide dar frutos de oración,
de apostolado, de caridad.
«No tengas miedo a hundirte en el surco, porque de la pequeña semilla de tu vida,
Dios hará brotar una hermosa espiga cuajada de frutos»
( Cristo al centro, n. 113).