Abre tus ojos
El camino espiritual implica un proceso de visión: Enseñar a ver. Es una educación de
los ojos que lentamente nos va adaptando a la interioridad, al asombro, a la
contemplación. Es llegar a lo esencial desde lo simple. Como el niño que no tiene
filosofías ni experiencias, pero puede captar los rasgos y elementos de lo que van
tocando sus manos con la ayuda de sus ojos. Y si no viera, sería más honda su
percepción.
Dios le dice a Abrahán: “Abre tus ojos”. Y podrás contar las estrellas, darle nombre a
cada una de las arenas de la playa y sentir en cada ser humano presencias inéditas,
rostros indescifrables que reflejan y proyectan sabidurías ancestrales, poderes curativos,
sensibilidades que transforman y elevan.
El libro de los Proverbios dice que el “pueblo sin visión, muere”. Es tal vez, lo que
pudieron disfrutar los tres discípulos amigos de Jesús en el monte. Sus ojos estaban
cargados de sueño, pero la visión les arrancó de sus tendencias cansinas y los llevó al
contacto de la belleza, de la fascinación. Todo se volvió asombro.
Pero la visión en su dimensión espiritual, no es un acto sino un hábito. Pablo en su carta
a los Filipenses le da carácter de “ciudadanía”. Es lo que nos hace ciudadanos del cielo
ya desde la tierra. Nos enseña a definir nuestras opciones y dar prioridad a lo que da
razones para vivir. En el fondo, es la sabiduría cristiana como experiencia de nuestra fe,
alimentada en la fidelidad y en el gozo del seguimiento de Jesús.
24.02.13
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com