Ciclo C: IV Domingo del Tiempo Ordinario
Pedro Guillén Goñi, C.M.
El evangelio de este domingo nos presenta a Jesucristo como signo de
contradicción; unos aceptan su mensaje y hasta se admiran de sus palabras y otros
lo rechazan porque consideraban que de Nazareth, el pueblo donde había vivido
hasta comenzar su vida pública, no podía surgir nada bueno. Esta forma de definir
al Señor será una constante en él durante toda la vida. Esta experiencia dura desde
el punto de vista humano, amparado en el poder del espíritu y en la convicción de
su misión, lejos de desanimar al Señor, lo impulsa a comprender que la
instauración del Reino no será un camino de rosas sino el esfuerzo permanente por
defender la novedad del Reino.
Hoy también en nuestra vida diaria somos con frecuencia signos de contradicción.
Sometidos a una cultura secularizante, relativista, hedonista, consumista,
individualista… ser testigos del evangelio implicará defender los valores del Reino y
no dejarnos influir y menos arrastrar por corrientes que, lejos de liberar y salvar,
manipulan, oprimen, esclavizan y no permiten el desarrollo integral de las
personas, sobre todo a los menos favorecidos. Seguir al Señor y ser consecuente
con su vida implicará “nadar contracorriente” y no avergonzarnos de presentar
nuestras señas de identidad en un mundo con una mentalidad, objetivos y
manifestaciones diferentes a las que surgen del mismo evangelio. El discernimiento
personal, adoptar una actitud crítica ante ciertas situaciones, distinguir lo esencial
de lo accidental, no dejarnos “guiar” fácilmente por situaciones oportunistas e
interesadas serán actitudes imprescindibles para dar el verdadero sentido y valor a
la vida.
La acción del Espíritu en la Iglesia y en cada uno de nosotros nos animará a superar
nuestras cobardías, miedos, insatisfacciones, pesimismos y enraizar nuestra vida en
convicciones sólidas y firmes.
Al final del fragmento del evangelio se nos dice que “Jesús se abrió camino entre
ellos y se alejaba” (Lc. 4, 30). Ante la reacción dubitativa ye incrédula de los judíos,
el Señor reafirma su voluntad de seguir anunciando el mensaje del Reino. La acción
a quien invita a caminar hacia la alegría, la paz, las palabras de gracia y de perdón
y los valores del Reino en general, extraña e irrita muchas personas pero la fe y la
confianza, la motivación de lo que creemos y sentimos, está por encima de las
debilidades personales e incomprensiones externas.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)