V Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
Pautas para la homilía
"Remad mar adentro, y echad las redes para pescar"
La tierra está llena de tu gloria
En este lugar se manifiesta la presencia de la divinidad. El profeta habla de un
trono, de un manto, pero sobre todo, de la gloria y santidad que todo lo inundan.
Entonces, imaginar esta presencia arrebatadora nos permite fácilmente sentir
desconcierto, mareo e incertidumbre. Las personas creyentes no estamos
acostumbradas a estas visiones y podemos fácilmente sentir que estamos perdidos.
Sin embargo, puede que también, al igual que Isaías, descubramos que la divinidad
se hace presente en nuestra vida a pesar de nuestra pequeñez o precisamente a
través de nuestra vulnerabilidad.
Acreciste el valor en mí
Siguiendo el modelo que proponen los textos, tras acercarnos a Dios, contemplar su
presencia a nuestro alrededor y ver su gloria, algo se ha transformado. Imaginemos
de nuevo alguna de las características de esta contemplación y que el salmo
describe a través de los términos: misericordia, lealtad, promesa, escucha y valor.
Sabemos que son cualidades que pertenecen al ámbito divino, pero fácilmente se
deslizan hacia nosotros interrogándonos si son estas las características que también
describen nuestras vidas comunitarias, eclesiales o sociales. De nuevo, los textos
parecen prever nuestra reacciones de extrañeza o de desánimo y quieren
tranquilizarnos. De este modo, el Salmo 137 nos indica que esta contemplación es
un primer paso, un comienzo, que necesita continuamente ser plenificado y nos
anuncia que su Sabiduría “completará sus favores conmigo”.
Parece entonces que la clave que recorre los textos de este domingo sea la
“confianza” que actúa alejando temores y abriendo novedades. Pero esta actitud,
básica para los seres humanos requiere, como siempre, del empuje de nuestra fe.
Esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído
Tras la resurrección de Jesús nos ha sido anunciado el Evangelio. La carta primera a
los Corintios dice que esa proclamación ha sido fundamento, y a la vez, aquello que
nos ha salvado. Este anuncio nos advierte sobre los lugares, modos y formas en las
que apoyar la vida. De nuevo aparece la confianza. Pablo escuchó que Cristo murió
a causa de nuestra incapacidad para el Amor, que se apareció a sus discípulos y
amigas, y que esta predicación no ha cesado de ofrecer sentido y salvación a todas
las gentes. De ahí que la predicación, sea transmisora, generadora y posibilitadora
de gracia. Pero, una vez más se insiste en que ha de ser una predicación aceptada
para que pueda ser fundamento de nuestras vidas.
Remar mar adentro
El texto de Lucas nos presenta un nuevo escenario. Ahora se trata de un hombre al
que algunos y algunas siguieron, y que sentado, enseñó desde una barca. A
diferencia de Isaías no se muestra la gloria, sino que las personas, a través de su
entendimiento, son las que a cada momento han de decidir en qué palabras o en
quién depositar su confianza.
Jesús parece indicar el camino, apuntar posibilidades. No aparecen tronos, sino
barcas que deben ser empujadas por brazos humanos. Ahora se presenta nuestra
posibilidad para remar mar adentro. Es momento de recordar cuáles son las
palabras que merecen nuestra credibilidad. De lanzar redes sobre las situaciones de
debilidad, miedos, miserias o pecados. Y también es tiempo de bregar en otras
direcciones que nos alejen de los conformismos, de la individualidad y nos permitan
atisbar cambios revolucionarios a un sistema que mata las personas y los sueños.
Comunidad El Levantazo
Valencia
Con permiso de: dominicos.org