Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 4, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos * Te
alabarán, Señor, los que te buscan. * Contigo hablo, niña, levántate
Textos para este día:
Hebreos 12,1-4:
Hermanos: Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que
nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin
retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que,
renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora
está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó la oposición
de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a
la sangre en vuestra pelea contra el pecado.
Salmo 21 :
Cumpliré mis votos delante de sus fieles. / Los desvalidos comerán hasta saciarse, /
alabarán al Señor los que lo buscan: / viva su corazón por siempre. R.
Lo recordarán y volverán al Señor / hasta de los confines del orbe; / en su
presencia se postrarán / las familias de los pueblos. / Ante él se postrarán las
cenizas de la tumba, / ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R.
Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, / hablarán del Señor a la
generación futura, / contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: / todo lo que
hizo el Señor. R.
Marcos 5,21-43:
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió
mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la
 
sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con
insistencia: "Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se
cure y viva." Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Muchos
médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en
eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de
Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que
con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus
hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido
fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: "¿Quién me
ha tocado el manto?" Los discípulos le contestaron: "Ves como te apretuja la gente
y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"" Él seguía mirando alrededor, para ver quién
había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había
pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: "Hija, tu fe te ha curado.
Vete en paz y con salud."
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para
decirle: "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?" Jesús alcanzó
a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas; basta que tengas
fe." No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el
hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto
de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: "¿Qué estrépito y qué
lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida." Se reían de él. Pero él los
echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró
donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: "Talitha qumi" (que significa:
"Contigo hablo, niña, levántate"). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a
andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se
enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Homilía
Temas de las lecturas: Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos * Te
alabarán, Señor, los que te buscan. * Contigo hablo, niña, levántate
1. Hasta la sangre
1.1 ¡Qué duro pero qué elocuente es el testimonio de la sangre! Ella habla de la
vida arrancada y de la vida ofrecida; de la crueldad espantosa y de la misericordia
sublime. Donde hay sangre la vida se está perdiendo o se está recuperando. La
circulación de la sangre es el ritmo primero y más evidente de ese hilo de tiempo
que hemos heredado entre dos eternidades.
1.2 Cristo nos amó hasta la sangre. Su perdón nos llegó en un discurso de sangre.
El pecado quedó denunciado con caracteres de sangre. El amor quedó declarado en
sus gotas. La cruz que da la gracia está empapada en sangre. Y la alianza fue
sellada del único modo que entienden todos los pueblos y todas las culturas: con
sangre.
1.3 Por eso es hasta cierto punto natural lo que hoy nos dice la Carta a los Hebreos.
Si hemos amado con medida de sangre, la medida del amor que palpita en nosotros
es la de la sangre. Hermosa y valiente consigna: amar hasta la sangre.
2. Cristo soportó contradicción
2.1 Una buena parte del éxito consiste en algo tan sencillo y tan poco ruidoso como
saber soportar. Revisemos las vidas de los héroes, de los genios, de los santos, o
incluso de los grandes artistas. Hay un denominador común: supieron soportar;
supieron resistir; no se doblegaron, aunque a veces tuvieran que doblarse.
2.2 No todo puede resolverse con razones ni todas las contiendas se dirimen con
argumentos y palabras. Pasa muchas veces que mostrar quién está en lo correcto
es un asunto de tiempo, de fecundidad, de dejar que los frutos y las obras hablen.
3. ¡Levántate!
3.1 En el evangelio vemos el poder de la palabra de Jesús: "¡levántate!". Yo
necesito esa palabra. Necesito escuchar que Jesús me dice esa palabra porque él,
que es capaz de vencer a la muerte, puede superar lo que ha muerto en mí. Si mis
proyectos, si la gracia preciosa, si mis esperanzas, si mi confianza en un mañana
han muerto, hay uno que tiene una voz poderosa, una voz que, adentrándose en la
caverna de la noche, arranca su presa a la muerte.
3.2 La palabra de Jesús causa un hecho extraordinario: ¡ha resucitado a una
muerta! Y sin embargo lo que sigue es de lo más común y natural: hay que dar de
comer a la niña. En esto hay una enseñanza que debemos recoger. Cristo no viene
a introducirnos en la Isla de la Fantasía, como si por el solo hecho de creer en él
tuviéramos que vivir como en circo, espectáculo tras espectáculo. Muchas veces el
propósito de una sanación es restaurar el orden primero, el orden del Creador, y
esto implica una existencia que puede ser de lo más normal y común. Tal vez sea
ese un motivo para aquella advertencia de no contar a otros lo sucedido.
3.3 Cristo hizo el milagro de esta resurrección en una casa de familia. Y Cristo sigue
visitando casas. La niña no estaba en la sala de recibo ni en la puerta de afuera;
estaba adentro, muy adentro en el amor y en el dolor de esa familia. Cristo quiere
llegar así a las casas: hasta dentro de su amor y su dolor, para también allí
pronunciar su palabra hermosa y potente: "¡levántate!".
Fr. Nelson Medina, O.P.