V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO C
FIELES A LA LLAMADA, IGNORANDO SI SE REALIZARÍAN
Padre Pedrojosé Ynaraja
Os he de confesar, mis queridos jóvenes lectores, que lo primero que pienso
siempre que me acerco a la orilla del Lago y de inmediato recuerdo el pasaje que se
lee en la misa de este domingo, es en las cualidades de orador que tenía Jesús y en
la capacidad de atención de los demás. He estado en modernos locales en los que
se ha cuidado con esmero la acústica. He comprobado las características de algunos
anfiteatros de época clásica y experimentado en alguno de ellos como unas
palabras pronunciadas en una oquedad, se trasmiten con claridad a bastante
distancia. Pero la predicación del Señor era al aire libre y no era corto su discurso.
Que desde una barca pueda escucharle una multitud, supone una perfecta dicción,
que tanto falta hoy en día, y un agudo oído del que no gozamos nosotros. Y la
gente le escuchaba largo y tendido. Asombroso.
Uno de los atractivos que tiene el Kineret, lago de Genesaret o de Tiberiades, mar
de Galilea o como quiera llamársele a este ensanchamiento del Jordán, que nacido
en las estribaciones del Antilibano y bajando alegremente encajonado, se escapa 20
kilómetros después para irse prosaicamente y perderse en el Mar Muerto, ¡Dios
mío, que larga parrafada! Uno de los encantos del que está allí, repito, es que
excepto que el nivel de las aguas que varía según la lluvia caída, y un probable
pequeño giro helicoidal del terreno, uno se siente sumergido en el exacto lugar y
decorado circundante, donde el Maestro predicó.
Así que, viendo alrededor la mayoría de las pequeñas crestas y fijando de cuando
en cuando los ojos en la superficie del agua, uno sabe que está en la matriz donde
germinaron las Palabras salvadoras del Señor. Uno se puede acomodar en cualquier
roca y tratar de recordarlas o, en este caso, hoy, imaginando el paisaje, intentar
asimilarlas dócilmente.
La gente quería escuchar a Jesús… ¿deseo yo lo mismo? El Maestro pasa un buen
rato con ellos, sinceramente ¿le dejo que disfrute instruyéndome?
Una imagen vale por mil palabras, según un proverbio chino que otros dicen que es
un enunciado de McLuhan. Pero el Evangelio continúa siendo un escrito muy útil
para la reflexión, para el cultivo de la Fe, para el mejor conocimiento del Señor. Me
cuesta aceptar que con dibujos animados se aprenda a meditar. (La Biblia continúa
siendo cada año el libro más editado mundialmente. Los preciosos dibujos de Tom y
Jerry, si alguna vez los veo, ya están descoloridos. La revelación, con el paso del
tiempo, no ha perdido ninguna de sus cualidades. Aviso para la navegación de
cabotaje).
En papel o en el tablet, podemos acceder a las mismas palabras y a las
insinuaciones del Señor. ¿Qué caso le hacemos? Acaban las enseñanzas a la
multitud y habla confiadamente a sus más íntimos. Les propone una cosa sencilla:
remar mar adentro, pescar. Sencilla para nosotros, pero para profesionales del
lugar impertinente iniciativa. No obstante considerarlo así, la confianza en el
Maestro es superior a lo que la experiencia les ha enseñado. La mía de pescador es
puramente de aficionado, pero sé que el asombro en estas artes, puede superar a
la paciencia que proverbialmente se les atribuye a los profesionales. Esto les ocurrió
a ellos poco después de calar las redes. El resultado supero cualquier previsión, fue
precisa la ayuda de otra barca.
Ninguna demostración, ninguna discusión, les acercó a la Fe, el empujón, fue
resultado del asombro y de la experiencia de su bondad.Cada vez creo menos en
Dios, suelo decir. Cada vez estoy más convencido del Amor que me tiene y del que
yo le tengo, y no quedo defraudado.
Aceptar enseñanzas o principios, aumenta el acervo cultural de cada uno. Siento
pánico cuando me citan y recitan textualmente párrafos bíblicos. Me convence y me
alegra mucho más cuando encuentro gente sencilla, maravillada de la bondad de
Dios y que reconoce el poco valor que tienen tantas cosas, tantos discursos, tantos
valores, con que gente deslumbrante saben engañar. ¡Apártate de mí, dice Pedro!
Pero en su interior lo que más desea él es estar a su lado. El Maestro nunca
engaña.
El asombro es la situación más acertada para estar junto al Señor. Quien desconfía,
quien toma precauciones, quien busca seguridades, poco avanza. Y el asombrado
puede escuchar invitaciones que cambiarán su vida. Hacía algún tiempo que
acompañaban al Señor, pero no habían escuchado explícitamente una llamada de
tal categoría. Me temo que hoy en día, a la más sencilla insinuación, muchos
interrumpirían de inmediato: ahora no tengo tiempo. Desearía que cada uno de
vosotros, mis queridos jóvenes lectores, se interrogara sinceramente ¿me asombra
el Maestro más que cualquier otra persona, por famosa que sea? ¿me asombra su
doctrina más que el artilugio más prodigioso, informático, deslumbrante
instrumento o atuendo?.
Si me invitara a seguirle ¿sería capaz de acompañarlo sin calcular si tiene salidas
profesionales o me sentiré realizado procediendo así? Ser cristiano es deporte de
riesgo, apto para chicas y chicos, genuina actualidad.