Encuentros con la Palabra
Quinto Domingo del tiempo ordinario – Ciclo C (Lucas 5, 1-11)
Lleva la barca a la parte honda del lago (...)
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
“En una ocasi￳n, estando Jesús a orillas del Lago de Genesaret, se sentía apretujado por la multitud
que quería oír el mensaje de Dios”. Nos reunimos hoy para celebrar la eucaristía y para orar juntos en
un mundo en el que hay hambre de la Palabra de Dios. La gente quiere escuchar una palabra de
esperanza, de consuelo, de ánimo. Los creyentes somos responsables de anunciar una palabra que
ayude a nuestro pueblo a recuperar la confianza en ellos mismos, en los hermanos y en Dios. Hay
salidas y hay luces que no podemos ocultar a la gente que se agolpa para escuchar la Palabra.
“Jesús vio dos barcas en la playa. Los pescadores habían bajado de ellas a lavar sus redes. Jesús
subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se
sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente”. El Se￱or nos pide que nos alejemos un
poco de la orilla . Venimos aquí para encontrarnos con el Señor y con otros hermanos y hermanas.
Necesitamos de estos momentos de silencio, de profunda oración y de encuentro fraterno para
descubrir el paso de Dios por nuestra historia personal y por la historia de nuestras gentes.
“Cuando termin￳ de hablar, le dijo a Simón: –Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus
redes para pescar”. Aparece aquí la invitaci￳n a ir a la parte más honda de nuestra interioridad para
echar allí nuestras redes. Necesitamos descubrir en la profundidad de nuestra historia los caminos de
Dios. Allí tenemos que echar nuestras redes. El Señor nos invita a ir al fondo de nuestras vidas.
“Sim￳n le contest￳: –Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada; pero, ya que
tú lo mandas, voy a echar las redes”. La disculpa surge inmediatamente de los labios de Pedro y de
nuestros propios labios. Venimos cansados; hemos estado bregando toda la noche sin pescar nada.
Muchas veces, nuestra oración se hace árida y sentimos que nuestro pozo se seca. No estamos
seguros de que valga la pena seguir intentando construir un mundo como el que Dios quiere. Sin
embargo, Pedro se anima y confiado en la palabra del Señor, se decide. Solamente confiados en la
palabra del Señor nos atrevemos a echar nuestras redes para recibir el regalo de su gracia.
“Cuando lo hicieron, recogieron tanto pescado que las redes se rompían. Entonces, hicieron se￱as
a sus compañeros de la otra barca, para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto las
dos barcas que les faltaba poco para hundirse”. Este texto nos revela la generosidad del Se￱or
para con los que son generosos con Él. La pesca, que parecía un fracaso se convierte en
abundancia. El pozo seco de nuestra vida espiritual, se convierte en manantial de agua viva que
brota hasta vida eterna. Los esfuerzos por construir la justicia, la fraternidad y la paz, son
compensados con brotes germinales del Reino, que necesitamos reconocer en medio de las
sombras y las contradicciones.
“Al ver esto, Sim￳n Pedro se puso de rodillas delante de Jesús y le dijo: –¡Apártate de mí, Señor,
porque soy un pecador! Es que Simón y todo los demás estaban asustados por aquella gran pesca
que habían hecho. También lo estaban Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros
de Sim￳n”. Ante la generosidad del Se￱or, que nos regala su gracia abundantemente y nos
concede una pesca copiosa, sólo podemos reaccionar como Pedro, cayendo de rodillas ante Él,
para reconocernos pecadores. Llevamos este tesoro en vasijas de barro. Es precisamente allí, en
el reconocimiento de nuestra debilidad, donde aparece más claramente la fuerza de Dios.
“Pero Jesús le dijo a Sim￳n: –No tengas miedo; desde ahora vas a pescar hombres. Entonces
llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús”. El resultado final de todo este
proceso, tiene que concretarse, por nuestra parte, en un gesto generoso de dejarlo todo para
seguir al Señor a donde él nos quiera llevar. Acoger nuestra propia misión con la misma
generosidad que nos ha mostrado el Señor a través de esta pesca abundante.
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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