Ciclo C: V Domingo del Tiempo Ordinario
Pedro Guillén Goñi, C.M.
El evangelista San Lucas nos presenta en el evangelio del día de hoy la llamada que
el Señor hace a sus discípulos. Inmediatamente después de la decisión que toma de
instaurar el Reino y de ponerse en camino para lograrlo, el Señor se da cuenta que
necesita personas que lo acompañen para que estén con Él, aprendan de su
experiencia, asimilen el mensaje y posteriormente anuncien “lo que han visto y
oído”. Ante las palabras del Maestro los discípulos reconocen al Señor que en la
mentalidad judía es una afirmación de fe en la mesianidad de Jesucristo. Confesar
que Jesús es el Señor supone en los discípulos una gran disponibilidad y acogida
para entregarse a la aventura de una fe confiada que implica subordinar todos sus
proyectos a las exigencias del Maestro y entregarse a su compromiso de vida con
todo su ser.
En toda vocación de respuesta al Señor surge primero una iniciativa de Dios que
nos invita, desde el discernimiento de nuestras opciones y desde la respuesta de la
voluntad con una actitud libre, a responder con alegría y compromiso hacia una
misión determinada. El Señor se sirve de personas sencillas, humildes y
desprendidas para motivarles y convencerles en el ejercicio de la santidad de vida y
en la urgencia y necesidad de la proclamación del Reino.
La llamada del Señor a la instauración de su Reino es dinámica, permanente y
universal. Todos estamos llamados a cooperar en la obra de Dios; ese es el
verdadero sentido del bautismo. Este evangelio nos compromete a renovar día a día
nuestra condición de llamados a crecer en santidad, a fortalecer nuestra identidad
cristiana y a proclamar el mensaje salvador del Señor. En un mundo de cierta
indiferencia religiosa, de incomprensión y hasta de rechazo de los valores del Reino
el evangelio proclama que “la pesca” puede ser milagrosa cuando la audacia y la
valentía nos anima a “remar mar adentro” y a superar nuestros miedos e
inseguridades con la confianza plena de quien nos acompaña en nuestro caminar.
Nos encontramos celebrando el “Año de la fe”. Buen momento para escuchar la
llamada del Señor, aceptar la confianza que nos presta y ponernos en camino al
estilo de los discípulos del Señor que subordinaron su propio proyecto de vida, sus
intereses y gustos personales, por la novedad del Evangelio.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)