1
E N MEDIO DE LO COTIDIANO
5 º D OMINGO DEL T IEMPO O RDINARIO (L C 5,1-11)
10 DE FEBRERO DE 2013
No vino Jesús, Mesías esperado, en medio de una alharaca rimbombante de ruido y
tronío. No comenz￳ su ministerio público con bombo y platillo en la plaza principal, de la
capital renombrada y con la gente influyente del lugar. Es la escena que nos narra el
evangelio de este domingo. Sim￳n y sus compa￱eros son sorprendidos por Jesús en el
quehacer banal de cualquier día de su vida: mientras estaban lavando las redes vacías,
tras una noche desafortunada. Ahí, en ese cotidiano transcurrir de una vida, ahí estaba
también el Se￱or. Allí acontece un diálogo entre Jesús y Sim￳n, que es ejemplar. “Rema
mar adentro, y echa las redes para pescar”. Y responde Sim￳n: “Hemos estado toda la
noche intentándolo en balde, pero por tu palabra, volveré a echar las redes”. Es muy
hermoso leer este diálogo paralelamente con el del final del Evangelio de S. Juan, cuando
vuelvan a encontrarse Jesús y Pedro –entonces será ya Pedro– en un mismo escenario: el
mismo lago, una barca, entre redes vacías y noches estériles (Cf. Jn 21,1-24).
En ambos encuentros, lo que determina el asombro de Sim￳n Pedro es la repuesta
de Jesús a la vaciedad de los esfuerzos de éste. No hay lugar a “pactos”, no se trata de
una “negociaci￳n”, sino el impresionante estupor ante algo más grande que Pedro.
Porque Sim￳n, buen conocedor de las horas oportunas para su bregar pescador, cuando
ve lo sucedido no hace una interpretaci￳n simplona o racionalista: tú ves más que yo, has
tenido más suerte, hemos sido afortunados por dar finalmente con el banco de peces...
No, la reacci￳n de Sim￳n es la de un asombro netamente religioso: “Apártate, Se￱or, que
soy un pecador”.
En su último encuentro en el lago Tiberíades, aún sabiéndose pecador –y quizás
con una conciencia de ello que ahora no tiene todavía–, lejos de decir a Jesús que se
aparte, será él quien se lanzará al agua para acortar la distancia. Vale la pena leer los dos
encuentros. Finalmente, la llamada y la respuesta: serás pescador de hombres... y ellos,
dejándolo todo, lo siguieron. Este Evangelio es toda una meditaci￳n que hay que leer
despacio, como quien intuye –así es en realidad– que uno mismo está en esa barca, que a
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo
2
uno mismo se dirige el Se￱or, no como a una muchedumbre an￳nima, sino con mi
nombre y situaci￳n.
Porque s￳lo entenderemos este encuentro entre Sim￳n y Jesús, cuando en él
veamos descrito nuestro propio encuentro con el Se￱or. O dicho de otro modo, cuando
en el cotidiano lavar nuestras redes, o entre nuestros pucheros y quehaceres, descubrimos
una Voz y vemos una Presencia, que nos llama desde todos nuestros vacíos a una
plenitud insospechada para la que habíamos trabajado desde nuestras fuerzas
insuficientes, la plenitud que había so￱ado nuestro coraz￳n y para la que está hecho.
Ellos, dejándolo todo, siguieron a Jesús. La vida recomienza con nosotros por dentro.
Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo