V Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Jueves
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
a.- Gn. 2,18-25: Y serán los dos una sola carne.
b.- Mc. 7, 24-30: Deja que coman primero los hijos.
Con la libertad interior que acaba de proclamar, Jesús se dirige a los gentiles a los
que los judíos, consideraban pecadores. Llega a Tiro, quiso pasar inadvertido, pero
era conocido por esta gente (cfr. Mc. 3,8), una mujer siro-fenicia, le pide saque un
espíritu inmundo de su hija. La respuesta de Jesús, si bien es algo irónica, busca
una reacción de parte de la mujer: “Espera que se sacien los hijos, pues no está
bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos” (v. 27), es decir, a los
paganos. La mujer, sin embargo, tiene fe en Jesús, le llama Señor, propio de
Marcos (cfr. Mt. 8,10; 15, 28; Lc. 7, 9), confesión de fe auténtica y que el
evangelista resalta en un ambiente pagano como ese, así como el centurión le
proclamará Hijo de Dios al pie de la Cruz. La mujer no pide para sí, sino para su
hija, y esos milagros que ha hecho para los judíos, que los haga también para ellos
los paganos, así hay que entender el lenguaje de las migajas caídas de la mesa de
los niños, que ellos también las puedan gustar. Jesús reconoce que la fe supera los
nacionalismos, la mujer tiene fe y eso basta: “Por lo que has dicho, vete; el
demonio ha salido de tu hija” (v. 29), lo que es lo mismo, por tu fe. Este es el
momento en que el pan de los hijos, también será dado ahora a los paganos, los
perrillos. El pan representa la realidad de Jesús, el Reino de Dios, las promesas
que llegan para todos los hombres sin exclusión de nadie. El Reino de Dios se abre
para los gentiles. La hija de la mujer viene a representar, si queremos a los gentiles
que viene a la fe y formarán la comunidad cristiana. Jesús, es como el padre que da
de comer primero a los hijos el pan de la vida, y luego de su negativa, a que coman
los paganos, una vez saciados los hijos, realiza el milagro, y termina dando de
comer a todos (cfr. Jn. 2,4; 4, 48). Cumple Jesús su plan de salvación, de liberar al
hombre del poder de Satanás, y esa niña fue rescatada y volvió a la vida. En su
sencillez, la madre representa la oración de tantas madres que piden por sus hijos
con la misma fe, confianza y perseverancia. ¡Cuan preciosa es esa plegaria a los
ojos de Dios! Si esa oración es hermosa, pensemos en la que hace Jesucristo por
todos y cada uno de nosotros a su Padre, para que mantengamos la fe que
recibimos, nos veamos libres del mal y permanezcamos en Reino de Dios que
inauguró con su venida a nosotros. El que ora es porque tiene fe, si persevera en
ella, la aumenta y purifica hasta hacerla ilustradísima por las verdades que ella
encierra iluminan la mente, el corazón y la voluntad para hacer la voluntad de Dios.
Teresa de Jesús, en la Eucaristía, encontró a Jesucristo, vivo y Resucitado. Servirle
en la vida religiosa, es imitar y configurar la propia existencia con la de ÉL. “Es
como si entra un criado a servir; tiene cuenta con contentar a su señor en todo,
mas él está obligado a dar de comer al siervo mientras está en su casa y le sirve,
salvo si no es tan pobre, que no tiene para sí ni para él. Acá cesa esto: siempre es
y será rico y poderoso. Pues no sería bien andar el criado pidiendo de comer, pues
sabe tiene cuidado su amo de dárselo y le ha de tener. Con razón le dirá que se
ocupe él en servirle y en cómo le contentar, que por andar ocupado en lo que no le
ha de tener no hace cosa a derechas. Así que, hermanas, tenga quien quisiere
cuidado de pedir ese pan; nosotras pidamos al Padre Eterno merezcamos recibir el
nuestro pan celestial de manera que, ya que los ojos del cuerpo no se pueden
deleitar en mirarle por estar tan encubierto, se descubra a los del alma y se le dé a
conocer; que es otro mantenimiento de contentos y regalos y que sustenta la vida.”
(CV 34,5).