¿Llevamos a Cristo transfigurado dentro de cada uno de nosotros?
Domingo 2º. Cuaresma 2013 C
En medio de la cuaresma, este domingo es como un aire fresco que alienta
nuestras vidas. Allá en Israel, en medio de una llanura inmensa, se alza majestuoso
el monte Tabor. Aún ahora, libre de vehículos motorizados, sobre la montaña sólo
se oye el gorjeo de los pájaros y el viento que sopla entre los árboles. Hasta este
lugar subió una vez Jesús con algunos de sus discípulos para entretenerse en la
oración. No fueron de picnic ni de turistas. Por lo menos en el ánimo de Cristo la
idea era la oración, aquél deseo ardiente de estar con su Buen Padre Dios. Y pues
manos a la obra, Cristo se metió en una oración profunda. Mientras tanto, los
apóstoles, que subieron con Cristo a la montaña, ciertamente no lo acompañaban
en la oración, y miraban a corta distancia entre el sueño y la conversación,
cuando de pronto observaron que en un ambiente muy especial, el rostro de Cristo
se volvía resplandeciente y sus vestiduras blancas y relucientes, y a su lado
aparecieron dos personajes muy queridos por el pueblo hebreo, Moisés y Elías que
conversaban con Cristo sobre su futuro y sobre su muerte que pronto acaecería.
Todo esto en un ambiente de gloria, un mundo de luz y de paz. Pedro no pudo
resistir las ganas de meter su cuchara cuando los personajes se retiraron, y pedía
permanecer ahí, pues el ambiente no podía ser mejor, en medio de la paz que se
experimentaba. ¿Yo me quedo pensando, también nosotros nos sentimos así en la
presencia de Dios? Si es así, ¿lo buscamos con frecuencia y su presencia se nos
hace indispensable en el corazón? ¿O aún pensamos en un Dios de mirada dura,
presto al castigo y a observarnos para darnos el palo apenas metamos la pata? La
mirada y la presencia de Dios en nuestras vidas tienen que asemejarse a aquél
momento vivido por Cristo y sus Apóstoles. Y aún podemos apuntar otra pregunta:
¿Cuándo los demás se acercan a nosotros, también se van con una sensación de
acogida, de respeto, de paz y de sosiego? Si no es así, ya podemos comenzar a
preguntarnos el porqué.
Pues ocurrió que Cristo rectifico el deseo de Pedro de permanecer en aquél
ambiente, y le manifestó la necesidad de bajar al plano, y cambiar sus vestiduras
resplandecientes por la vestidura ensangrentada de sus últimas horas cerca de la
cruz en la que acabaría su propia vida. Él quería bajar a donde estaban sus gentes,
las que él amaba, para liberarlos de sus esclavitudes, para hacerlos vivir en la
justicia y en el amor, y conducirlos por caminos no siempre fáciles de la entrega y
la cruz para hacerlos caminar con él a la vida nueva de resucitados.
En eso estaban, cuando apareció una nube misteriosa que los cubrió y de dentro de
ella escucharon una voz que ciertamente no era de este mundo y que decía: “Éste
es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando la nube se retiró, apareció de nuevo
Jesús, él solo, que continuó todavía un poco más su oración y luego los invitó a
bajar nuevamente al plano, para incorporarse, para realizar su entrega de cada día,
hasta que llegara el momento de subir a la otra montaña, dolorosa, la del Calvario,
allá en Jerusalén.
Para nosotros queda el deseo de vivir en la presencia de Cristo Jesús que
ciertamente volverá para tomarnos, “transformando nuestro cuerpo miserable en
un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter
a su dominio todas las cosas”. Mientras tanto, a nosotros nos queda la necesidad de
no mostrarnos como enemigos de Cristo, con esas características que tan bien
describe el Apóstol Pablo: “Su dios es el vientre, se enorgullecen de lo que deberían
avergonzarse, y solo piensan en las cosas de la tierra”. Que podamos vivir siempre
transfigurándonos ante los demás con una vida de generosidad, de justicia y de un
desmedido afán de servicio entre los hombres hasta hacer una humanidad fuerte,
en camino hacia el Buen Padre Dios, escuchando ahora y haciéndonos acreedores,
como dirigidas a nosotros aquellas benditas palabras: “Éste es mi hijo amado”.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
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