I J UEVES DE C UARESMA
(Ester 14, 1. 3-5. 12-14; Sal 137; Mateo 7, 7-12)
L ECTURA
“En aquellos días, la reina Ester, temiendo el
peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al
Señor, Dios de Israel: -«Señor mío, único rey
nuestro.
Protégeme, que estoy sola y no tengo otro
defensor fuera de ti” (Ester 14, 1).
-“Pedid y se os dará, buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe,
quien busca encuentra y al que llama se le abre”
(Mt 7, 7).
Via Crucis. IX Estación
C OMENTARIO : L A SÚPLICA
En el camino espiritual, se puede creer que las más altas estancias son aquellas en
las que se experimentan gracias especiales, con efectos místicos, y las personas que no
los sienten pueden pensar que aún están lejos de la madurez.
Sorprende, sin embargo, que en tantos momentos, las gracias más significativas
hayan sucedido como respuesta a la súplica creyente y humilde, a la relación sencilla y
confiada de los que se han acercado a Dios presentando su necesidad, a veces con
lágrimas de dolor.
La reina Ester fue escuchada, el publicano salió justificado, el centurión recibió el
mayor reconocimiento por su fe. En todos los casos coincide la actitud humilde,
menesterosa, de quienes acuden al Señor.
Hay circunstancias en las que se descubre la Providencia divina, que permite que
lleguemos al límite de nuestras fuerzas para que volvamos nuestros ojos hacia el Señor,
y no perezcamos en nuestras prepotencias vanidosas, ni en nuestras falsas seguridades.
La oración de súplica, humilde y creyente, que no desea manipular ni hacer
chantajes a Dios, sino presentarse ante Él con el corazón dolorido, por el sufrimiento
propio o por solidaridad con otros, es una expresión de fe madura y de espiritualidad
adulta.
P UNTOS DE REFLEXIÓN
En tus circunstancias actuales, ¿cómo te planteas la solución de tus problemas,
con mayor esfuerzo, más afán de dominio, o acudes también al Señor?
En los momentos de prueba, ¿caes en desesperanza, en tristeza y te encierras en ti
mismo, o acudes a la relación creyente de la oración sencilla y humilde?
Recuerda que grandes santos se han mantenido constantemente en la presencia de
Dios repitiendo: “Señor, Jesús, Hijo de David, ten piedad de nosotros”.