Encuentros con la Palabra
Segundo Domingo de Cuaresma – Ciclo C (Lucas 9, 28b-36)
(...) vieron la gloria de Jesús
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Julio Alberto Arango, buen amigo, amante de la espiritualidad ignaciana, me decía
hace un tiempo que la expresión Yo soy el que soy , con la que se identifica Yahvé
ante Moisés al enviarlo a liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto (Cfr. Éxodo
3, 14), debería traducirse mejor como Yo soy el que seré . Esta posición también
es defendida por algunos estudiosos de la Biblia actualmente. Se trata de una
definición menos estática y, por tanto, más acorde con el Dios peregrino que hizo
el camino del desierto con su pueblo y que sigue caminando hoy junto a nosotros.
La expresión Yo soy el que seré es un intento por expresar la dinámica de un Dios
que nos promete que no descansará hasta ser nuestro Dios y hasta que nosotros
seamos su pueblo (Cfr. Éxodo 6,7). Dicho de otra manera, como lo expresa Ira
Progoff en una poesía:
Como el roble está latente en el fondo de la bellota,
la plenitud de la personalidad humana,
la totalidad de sus posibilidades creadoras y espirituales
está latente en el fondo del ser humano incompleto
que espera, en silencio, la posibilidad de aflorar ”.
Cuando una institución humana se plantea su visión , desde la perspectiva de lo
que se conoce como el Direccionamiento estratégico , está formulando su deseo
de hacer el camino presente, desde el sueño del futuro. Otra expresión de esta
realidad que estoy tratando de comunicar, es el título de uno de los libros y de una
poesía de Benjamín González Buelta, S.J.: La utopía ya está en lo germinal . El
final ya está presente al comienzo del camino. Cuando damos el primer paso,
como Abraham, ya llevamos a cuestas la tierra prometida hacia la que nos mueve
la promesa.
Esto, precisamente, es lo que presenta san Lucas en el relato de la
transfiguración, al comienzo de nuestro tiempo de Cuaresma. Nos está señalando
el final de nuestro camino, hacia el que vamos en compañía de Jesús. Como el
Dios peregrino que marchó con el pueblo de Israel, nosotros no sólo somos lo que
fuimos en el pasado, o lo que somos en el presente, sino que también somos ya lo
que seremos en el futuro. Somos ya el sueño de Dios realizándose en esta historia
concreta. Permitamos que Dios nos cree y nos salve, como es claramente su
voluntad para nosotros hoy, dejando aflorar todas las posibilidades creadoras y
espirituales que están latentes en el fondo silencioso de nuestra finitud. Esto es
vivir auténticamente el tiempo de Cuaresma.
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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