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U NA PALABRA ATARDECIDA
2 º D OMINGO DE C UARESMA . L UCAS 9,28 B -36
24 DE FEBRERO DE 2013
Hay muchas voces en nuestra vida. Sería un error pensar que s￳lo nos alcanza la
del tentador con sus insidias que nos precipita en sus abismos de mentira y
destrucci￳n. Hay también otras voces que Dios mismo nos susurra a la hora de la brisa,
como hacía ya con los primeros al llegar el tiempo vespertino. Es la escena entra￱able
del Evangelio de este domingo.
En un atardecer cualquiera, Jesús llevará a Pedro, Juan y Santiago a orar al monte
Tabor. Tal vez se trataba de la oraci￳n de la tarde, como era costumbre entre los
judíos. Y entonces ocurre lo inesperado. La triple actitud ante lo sucedido, es
tremendamente humana, y en la que fácilmente nos podemos reconocer: el cansancio,
el delirio, y el temor. También nosotros, como aquellos tres discípulos, experimentamos
un sopor cansino ante la desproporci￳n entre la grandeza de Dios y nuestro permane-
cer como ajenos [“se caían de sue￱o”]. Incluso, ebrios de nuestra desproporci￳n,
llegamos a delirar, y decimos cosas que tienen poco que ver con la verdad de Dios y
nuestra propia verdad [“no sabían lo que decían”]. Y cuando a pesar de todo vemos
que su presencia nos envuelve y abraza, dándonos lo que no esperamos ni merecemos,
entonces sentimos confusi￳n, miedo [“se asustaron al entrar en la nube”].
El Tabor, donde los tres discípulos se asomarían a la gloria del Mesías, es
contrapunto de Getsemaní en donde los mismos se abrumarán ante al dolor ag￳nico
del Redentor. Como ámbito exterior: la nube y la voz de Dios. Como mensaje, escuchar
al Hijo amado. Como testigos, Elías y Moisés, preparaci￳n de la plena teofanía de Dios
en la humanidad de Jesucristo.
Escuchar la palabra del Hijo amado, postrero porta-voz de los hablares del Padre,
fue también el mensaje en el Bautismo de Jesús: escuchadle. Un imperativo salvador
que brilla con luz propia en la actitud de María: hágase en mí su Palabra; que guardará
en su coraz￳n aunque no entienda; e invitará a los sirvientes de Caná a hacer lo que
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo
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Jesús diga; y por ello Él la llamará bienaventurada: por escuchar la Palabra de Dios cada
día y por vivirla; incluso al pie de la cruz donde la muerte pendía, María sigui￳ fiel
presintiendo los latidos resucitados de la vida.
El delirio de Pedro, deudor de su temor y de su cansancio, propondrá hacer del
Tabor un oasis, donde descansar sus sue￱os, entrar en corduras, y sacudirse sus
miedos. Pero Jesús invitará a bajar al valle de lo cotidiano, donde en el cada día se nos
reconcilia con lo extraordinario con implacable realismo. La fidelidad de Dios seguirá
rodeándonos, con nubes o con soles, dirigiéndonos su Palabra que seguirá resonando
en la Iglesia, en el coraz￳n y en la vida. Es un tiempo este de la cuaresma para
escuchar esta voz.
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo