Ciclo C: II Domingo de Cuaresma
Julio César Villalobos, C.M.
Estar cerca de Dios
Había una vez un joven, que por su aspecto físico podía ser poco atrayente. Era
sencillo, humilde, trabajador (cuando trabajaba no le gustaba hacer propaganda de
lo que hacía, ya que ayudaba en el silencio a muchos), era hijo de dos padres muy
creyentes que vivían en una casita lejos de la ciudad. Este joven de muy niño
siempre le decía a sus papás: “¿c￳mo será Dios?, quiero estar cerca a Él, ¿qué
puedo hacer para estar más cerquita a él?”…Sus padres, en el poco conocimiento
que tenían le dijeron: “eso s￳lo lo pueden hacer los santos, nosotros somos
pecadores, pero no te preocupes que Dios siempre está con nosotros, también en el
trabajo pobre y sencillo que haces”, “pero no te preocupes algún día Él te dará una
sorpresa”. Pasaron los días y los a￱os, él creci￳, sus padres ya se hicieron muy
mayores que no podían caminar. De pronto, se le presentó la oportunidad de ir a la
ciudad después de muchos años alejado de ella. Todo le parecía nuevo, toda la
modernidad de esa ciudad le llamaba la atenci￳n…de pronto vio un templo abierto,
eran contadas las personas que estaban allí haciendo su oración personal. Pero este
joven sintió algo especial, una especie de llamado, alguien le habló y le dijo: “Corre
hacia adelante que verás a Jesús”. Muy obediente fue para adelante, y cuando
estuvo frente al altar, el sagrario se abrió y él se puso de rodillas, y del mismo
sagrario sali￳ una luz y una voz que decía: “siempre te estuve esperando, aquí
estoy para abrazarte”.
Abram tuvo un encuentro con Dios maravilloso. Tan maravilloso y fuerte fue su
encuentro con Dios que su fe se fortaleció, ya que aceptó que Dios siempre le
acompa￱￳ inclusive a la tierra que Dios le se￱al￳: “Abram crey￳ al Se￱or, y el
Se￱or se lo tuvo en cuenta…Yo soy el Se￱or que te sac￳ de Ur de los Caldeos, para
darte en posesi￳n esta tierra” (Gen.15,5-12.17-18). Cuaresma es un tiempo para
estar cerca a Dios y para creer en sus promesas. Como aquel jovencito de la
historia, que creyó en las promesas de Dios a través de sus padres. El que cree en
las promesas de Dios recibe su bendición. Abram lo hizo y por eso Dios hizo una
alianza con él: “Aquel día el Se￱or hizo una alianza con Abram…”
Hay quienes no quieren aceptar a Dios en su vida, otros que cuando se les invita a
hacer ese acto de fe, piensan que eso es del mundo protestante. San Pablo tiene
una palabra para ellos y para los que saben que Dios puede cambiar sus vidas y
que existe, se resisten: “…hay muchos que se portan como enemigos de la Cruz de
Cristo: su fin es la perdici￳n…” (Filp.3,17-4,1). Si Dios viene a mi encuentro: ¿por
qué no le abro mi corazón y me dejo tocar por Él?, ¿por qué no le hago caso? Sólo
el que se abre a él, podrá decir como San Pablo: “Nosotros, por el contrario, somos
ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador…” ¿Alguna vez has
pensado que nos espera un cielo prometido?, ¿sabes que de Dios venimos y a Dios
volvemos? Dice San Agustín: “Dios que te cre￳ sin ti, no te salvará sin ti”.
Fueron doce los apóstoles de Jesús, pero de ellos, sólo tres tuvieron el privilegio de
tener un encuentro especialísimo con Jesús, tanto así que vieron su gloria: “…tom￳
a Pedro, a Juan y a Santiago, y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y mientras
oraba, el aspecto de su rostro cambi￳…Pedro y sus compa￱eros se caían de sue￱o;
pero permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús…” (Lc.9,28b-36).
¿Sabes qué significa estar con Jesús o qué provoca estar con Él?: el gozo de
saberse amado por él, la alegría y las ganas de vivir y de comunicar su amor,
dejarse transformar por su gracia, su llamado es desde la intimidad, él me prefiere,
desea que “mi vestimenta” (mi vida) se vuelva “de una blancura deslumbrante”.
¿Saben cuál fue la reacción de Pedro, Santiago y Juan cuando tuvieron esa
experiencia de estar con Jesús: “Maestro qué bien se está aquí”.
Cuaresma es un tiempo para estar bien con Dios, para estar cerca a Él y dejarse
transformar (transfigurar) por Él, por su gracia. ¿Te animas?
Estar con Dios es toda una gran tarea permanente, para que eso se note en mi vida
de relación con los demás y en mi compromiso misionero de anunciar su amor.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)