“Sean misericordiosos”
Lc 6, 36-38
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. “SEAN MISERICORDIOSOS, COMO EL PADRE DE USTEDES ES
MISERICORDIOSO”
Jesús nos trae en este fragmento algunos importantes consejos de cómo se debe actuar en
diferentes asuntos, esto lo hace porque considera que son muy beneficiosos para nuestra
relación fraterna con nuestros semejantes, él nos hace ver la ventaja e influencia de un trato
favorable, y así, podemos contar siempre con el buen entendimiento de nuestro prójimo, así,
podemos conseguir reciprocidad en la buena convivencia.
Jesús dijo a sus discípulos; “Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es
misericordioso” La misericordia, es la inclinación a compadecerse y mostrarse comprensivo
ante las miserias y sufrimientos ajenos, además para nosotros los cristianos, es el atributo de
Dios por el cual perdona y remedia los pecados y miserias de las personas.
Esta es la nueva actitud de los hombres frente a otros hombres, ser comprensivos,
misericordiosos, este es el comportamiento y el estado de ánimo que debemos manifestar
exteriormente y sentir interiormente, es la nueva actitud del cristiano hacia los hombres,
incluso con los enemigos, con esta actitud, tenemos la oportunidad de superar toda
agresividad, la nuestra y la de ellos, porque si somos misericordiosos con nuestros enemigos,
éstos dejan de serlo por nuestra parte y les damos la oportunidad, como posibilidad sincera de
que ellos al mismo tiempo no nos consideren ya como tales, sino amigos, y de esta forma
nace un cambio de su actitud hacia nosotros. Estamos entonces en el camino hacia el amor
universal, y a nosotros como cristiano nos corresponde dar el primer paso y así abrir las
puertas a la conversión al amor de nuestros enemigos
La instrucción que nos da Jesús, es dar el bien, el bien que a nosotros nos gusta y ese es la
práctica de misericordia, nosotros tenemos un corazón humano y sensible, no le causamos
dolor a los demás, y no deseamos que nos causen dolor, rezamos por todos y deseamos que
todos recen para que a todos nos lleguen las mismas bendiciones.
2. "NO JUZGUEN Y NO SERÁN JUZGADOS; NO CONDENEN Y NO SERÁN
CONDENADOS; PERDONEN Y SERÁN PERDONADOS”.
En efecto no es bueno creer que podemos valorar las acciones y las condiciones por las que
pasan nuestros hermanos y emitir opiniones o juicios, e incluso una sentencia, porque no
tenemos autoridad sobre ello, y para que los demás no lo hagan con nosotros de igual forma.
No estamos llamado a imponer penas y castigos, pero si a ser misericordioso. Perdonen dice
Jesús, esto es libremos de la pena que le causa dolor, daño, molestia o castigo a un hermano,
pero con la obligación de no tenerlas en cuenta y olvidarla para que la persona no sea
perjudicada, si actuamos de esta manera, ellos actuaran de la misma forma con nosotros.
El cristiano no debe ser voz para juzgar a sus hermanos, esto también es algo difícil,
especialmente con nuestra natural predisposición de querer enjuiciar a todos y por todo, y
mucha veces sin conocer la verdad como se presentan las situaciones que juzgamos, pero no
solo no debemos ser jueces, tampoco debemos ser verdugos, no nos compete a nosotros
castigar, y si alguien lo necesita, dejémosle esa competencia a Dios, que al final siempre
otorga el perdón.
3. “DEN, Y SE LES DARÁ”.
Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante” Es el
amor de del Señor, el que hermosamente nos dio todo, es el dale a todo el que te pida, y al
que tome lo tuyo no se lo reclames. Como cristianos, debemos estar dispuesto a la
generosidad, inclinado a dar lo que tenemos sin buscar nuestro propio interés, dándole a los
demás más de lo que pide, prestándole sin esperar recibir nada a cambio, esto a imitación de
Dios, que es bondadoso incluso con los desagradecidos y hombres malo, a los cuales no les
niega su misericordia.
Dar es regalar, ceder voluntaria y gratuitamente, es poner en manos de otra persona, es
proporcionar o proveer, asignar o adjudicar según lo que corresponde, sugerir o indicar,
otorgar o conceder como una gracia, es ocasionar o causar, transmitir o comunicar enseñanza,
si esto hacemos, eso recibiremos.
4. “PORQUE LA MEDIDA CON QUE USTEDES MIDAN TAMBIÉN SE USARÁ
PARA USTEDES”.
Por eso no debemos hacer a los demás, lo que no queremos que hagan con nosotros, porque
con la misma referencia que comparamos, no van a comparar, con la misma cualidad que
apreciamos y enfrentamos a un hermano nos apreciaran y nos enfrentaran, con las mismas
palabras que tratamos, seremos tratados, si somos moderados, nos trataran con moderación.
Reconozcamos, que tenemos dos medidas para medir, una para medir nuestros actos, y otra
medida para aplicarla a los demás, por lo general, nosotros nos medimos con generosidad,
con amplitud, somos condescendientes, nos justificamos, somos benevolentes, damos
explicaciones, pero con los demás somos severos, algunas veces duros y no nos acordamos
de ser misericordiosos. Cada uno mide a los demás según su corazón, ¿con que corazón
queremos que nos midan?
5. EL MISERICORDIOSO, NO HACE SUFRIR A LOS DEMÁS
“Sean misericordiosos”, “No juzguen”, No condenen” “perdonen”, “Den”, Estas normas son
las que hay que cumplir, porque así está pedido por Jesús, es tal vez algo difícil lo que nos
corresponde hacer, y el mérito está en hacerlo de verdad, todo esto nos lleva a amar al
prójimo incluso cuando se ha convertido en nuestro enemigo, porque amar a los que nos
aman, no es difícil, pues hay cierta reciprocidad. El mérito de nuestro amor al prójimo, no
está en tanto en lo que amemos, cuanto en lo amemos en Dios, como lo hace Dios, y según
Dios, es entonces cuanto más veamos a Dios en los hombres, más será nuestro mérito.
El saber convivir con los demás, el respetar a todos los hombres, el amar nuestros enemigos,
hacer el bien y prestar sin esperar nada en cambio, son actitudes que serán consideradas para
en el día de encuentro con rostro del Señor. El actuar de Dios es siempre bondadoso incluso
con los desagradecidos y malvados, con rostro de padre compasivo. A imagen de ese Dios
siempre misericordioso. El misericordioso, no hace sufrir a los demás, y se vemos que otros
sufren, debemos sentirnos tocado por ese mismo sufrimiento.
El que seamos cristianos, es ser comprometido incondicionalmente a Cristo y,
necesariamente, hacer nuestra cada una de sus enseñanzas, es decir ponerlas en prácticas y no
olvidarse de ellas.
El Señor les Bendiga