Comentario al evangelio del Sábado 09 de Marzo del 2013
Al escuchar este Evangelio, la historia nos provoca situamos afectivamente de parte del pobre pecador.
La arrogancia que muestra el fariseo –cual malo de la película- provoca enseguida el rechazo de
cualquiera. La escena nos propone dos formas claras y opuestas de posicionarse ante Dios y nos invita
a contrastar la nuestra con la de ambos.
La liturgia de este día nos invita a que no demos por supuesto que, aunque nos guste más la postura del
pecador, hayamos desterrado ya de nuestra vida la del fariseo. Simplemente nos invita a contrastar
nuestra posición ante Dios con honestidad. A volver a preguntarnos una vez más sobre la pureza de
nuestro corazón, de nuestra religiosidad, de nuestra fe.
Ante Dios no cabe la arrogancia. No cabe esperar a que se cuenten los méritos realizados. No cuentan
los “puntos” obtenidos ni compararse con otros. Sí cabe, sin embargo, reconocer que no somos
perfectos, que no podemos esperar de Él más que lo que Él nos dé y confiar en que lo que nos haya de
dar es bueno. Ante Dios, cada uno es cada uno. No hace falta mirar a los demás para ver cómo son, qué
hacen para agradar a Dios. Dios conoce el corazón de cada uno y es perdón inmerecido para quienes
confían en él y en su compasión.
Si en este itinerario que nos propone la liturgia nos vamos haciendo más y más conscientes de nuestra
actitud ante Dios, ante los demás, ante nosotros mismos, es señal de que estamos viviendo una buena
Cuaresma.
Con afecto,
Fernando Prado, cmf
Fernando Prado, cmf