III V IERNES DE C UARESMA
(Os 14, 2-10; Sal 80; Mc 12, 28b-34)
L ECTURA
“Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo
merezcan, mi cólera se apartará de ellos.
Seré para Israel como rocío, florecerá como
azucena, arraigará como el Líbano”. (Os 14, 5-6)
"Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único
Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con
todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento
mayor que éstos.» (Mc 12, 30-31)
C OMENTARIO
El Mandamiento Principal resume la ley y los profetas, es la quintaesencia de la
revelación bíblica; quien lo asume y cumple alcanza el conocimiento de Dios, porque
Dios es amor. Y todo el que ama ha nacido de Dios.
Al tener delante los dos textos que hoy nos ofrece la Liturgia de la Palabra,
percibimos su correspondencia. Si la Biblia nos invita a practicar el mandamiento de
amar a Dios y a los hermanos, las Sagradas Escrituras desbordan textos que declaran la
entrañable actitud divina.
No se nos pide más de lo que se nos da. Antes de ser invitados a amar, hemos sido
amados. Antes de ser llamados a perdonar, hemos sido perdonados. Tener esta
convicción cambia enteramente la percepción de la ley. Sólo cuando se es consciente
del amor recibido no se lleva cuentas del amor que se ofrece, pues siempre es menor
que el dispensado por el Creador a sus criaturas.
No debemos entretenernos en muchas leyes que impidan descubrir con nitidez
cuál es el precepto mayor. Si vemos el mandamiento en su contexto, descubriremos su
extensión. El amor a Dios, “con todo el corazón”…, es el amor con el que deberemos
amar al prójimo, y es a la vez el amor con el que nos debemos sentir amados, porque la
fuente del bien, de la bondad, de la belleza y de la verdad es Dios mismo.
Una de las razones por las que, a veces, se percibe como costoso este
mandamiento, es porque olvidamos su origen e interpretamos como mandato lo que
deberíamos sentir como privilegio, al poder devolver en parte el amor recibido. “Amor
saca amor”, dirá Santa Teresa.
P UNTO DE REFLEXIÓN
¿Cómo te sientes, amado o con la obligación de amar? ¿Qué es más cierto, que
eres amado por Dios, o que tú amas a Dios y al prójimo?