Lectio Divina: IV Domingo de Cuaresma, Ciclo C
Autor: P. Chuno, C.M.
LA PALABRA HOY: Josué 5,9-12; Salmo 33; 2 Corintios 5,17-21; Lucas 15,1-
3.11-32
Ambientación: Para toda la cuaresma: un camino de papel. Un corazón de papel
con la inscripción: “Misericordia”.
Cantos sugeridos: Padre, vuelvo a ti; Si me levantaré
Ambientación
Jesús, acogiendo a los pecadores, no hacía otra cosa que manifestar el amor de
Dios y su perdón misericordioso. La parábola del “hijo pródigo”, y que también
podría titularse parábola del padre misericordioso, es una réplica de Jesús a la
murmuración de los fariseos que no hacían otra cosa que criticar su acogida. Lo
principal es el gran amor de Dios que se refleja en la conducta del padre.
Oración inicial
Dame la gracia de tu Espíritu Santo…
para ser consciente de mi situación personal…
para ver lo que debo cambiar…
para darme cuenta de aquello que no corresponde a tu amor…
para tener la valentía de cambiar…
para buscar identificarme cada vez más contigo…
para no abandonarte más…
para volver a comenzar…
para buscar solo en ti el sentido de mi vida…
para confiar y esperar en ti…
para darme cuenta de tu misericordia y tu bondad…
para mirarme como Tú me miras…
para dejarme transformar por ti…
para aferrarme siempre más a ti…
para dejarme iluminar por ti…
para encontrar en ti mi fortaleza…
para vivir plenamente lo que me pides…
para sentir el abrazo amoroso de tu perdón. AMÉN
I. Lectio: ¿Qué dice el texto? – Lucas 15, 1-3.11.32
Motivación: El Evangelio de hoy nos recuerda que la misericordia de Dios sigue
siendo mucho mayor que nuestras limitaciones; la acogida y el perdón que el
“padre bueno” de la parábola, tuvo con su hijo pródigo, es, junto a nuestro
reconocimiento de pecadores, la invitación a saber a hacer fiesta cuando un alejado
vuelve a casa. Escuchemos:
Forma de leerlo:
Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención
(sentados).
Preguntas para la lectura:
¿A quiénes dirige Jesús la parábola? ¿Por qué?
¿Qué le pide el hijo menor al padre? ¿Cómo reacciona ante este pedido? ¿Cómo
emplea su herencia?
¿Qué motiva el regreso del hijo a su casa?
¿Qué actitudes muestra el hijo mayor? ¿Qué le dice su padre?
Otros textos bíblicos para confrontar: Éxodo 34,6; Oseas 11,8-9; Oseas 2,21; Lucas
6,36.
II. Meditatio: ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?
Motivación: La Cuaresma es para nosotros una oportunidad para convertirnos.
Recapacitar, ponernos en camino y volver juntos al Padre. Pero, sobre todo, es una
nueva ocasión para contemplar y saborear el perdón de Dios que surge de un
corazón misericordioso como el suyo.
¿Qué impresión me causa la parábola del padre misericordioso?, ¿qué mensaje nos
deja y qué actualidad tiene para nosotros?
¿En qué circunstancias uno actúa de la misma manera que el hijo menor?, ¿qué se
puede hacer y cómo actuar en esas circunstancias?
¿Con cuál de los dos hijos me identifico más a la hora de relacionarme con Dios?
En estos días de cuaresma, ¿qué debemos hacer para tomar conciencia de nuestra
situación personal y así levantarnos y volver al Padre?
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra
reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.
III. Oratio: ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: En el centro de esta parábola hemos encontrado un corazón que
busca con pasión, que acoge calurosamente y que siempre está dispuesto a hacer
fiesta con todos nosotros.
Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra
oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o
la súplica confiada.
Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo
(Salmo 33).
IV. Contemplatio: ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: San Vicente explica a las hermanas el significado de la parábola del
hijo pródigo:
¿Se acuerdan mis queridas hermanas, de lo que se dice del hijo pródigo? El pródigo
exige a su padre los bienes que le pertenecen, abandona su casa y se marcha a
malgastarlos. Después de haberlo perdido todo hasta verse obligado a compartir
con los cerdos su comida, se decidió a volver. Y entonces el padre exclamó: “¡Ah!
¡Ahí está mi hijo! ¡Que me lo cuiden, que preparen un banquete, que maten el
ternero cebado, que le traigan vestidos y que todo el mundo se alegre de la vuelta
de mi hijo!”. Pues bien, hermanas, vean cómo acaricia aquel padre al pobre
desdichado; lo abraza, le ofrece un gran banquete y toda su casa se llena de
alegría. ¿Es que acaso lo quiere más que al mayor, que solamente le ha dado
motivos de satisfacción? No; lo que pasa es que es más digno de compasión por su
miseria.
El mayor, que venía del campo, al oír los violines y los preparativos que se hacían
en casa de su padre, se llenó de tristeza…
Es la envidia la que le hace decir esas cosas al hermano mayor; cree que es su
hermano el preferido. Pero aunque el padre parece amar más al hijo pródigo que al
otro, la verdad es que quiere mucho más al mayor, y con razón. (IX,628)
Compromiso: ¿Qué debo hacer para levantarme y dejar mi actual vida de pecado y
volver al Padre?, ¿cómo, qué necesito?, ¿cuáles son mis dificultades para dar ese
paso? En sí, ¿qué voy a hacer para volver al Padre y reconciliarme con Él?
Oración final
Te bendecimos, Dios Padre, porque Jesucristo, tu Hijo, fue conocido y acusado
como “el que acoge a los pec adores”. En la parábola del hijo pródigo nos dejó la
mejor y más exacta radiografía de tu corazón de padre que ama y perdona
siempre.
Bendito seas, Señor, porque eres un Dios reconciliador y no nos tratas como
merecen nuestros continuos desdenes, sino que corres a nuestro encuentro y, como
al hijo pródigo, nos colmas de amor, besos, ternura, regalos, pan y Eucaristía.
Hoy queremos desandar el camino para descansar al fin en tus brazos, dejándonos
querer por ti; así rehabilitados, podremos sentarnos a tu mesa con todos los
hermanos. Amén.
Con permiso de somos.vicencianos.org